Fátima y los tres secretos de Cova da Iria
El santuario portugués, que el papa Francisco visitará el 12 y 13 de mayo, y el cercano monasterio de Batalha, extraordinario ejemplo del gótico tardío. Más una parada para comer en Tia Alice
Se cumple un siglo, el 13 de mayo, desde que los pastorcillos Francisco, Jacinta y Lucía dijeron que habían visto a la Virgen en Cova da Iria, en Fátima, y que ella les confió tres secretos (de ahí la próxima visita del papa Francisco, los días 12 y 13, para conmemorar la fecha). También les pidió que levantaran una capilla. Así surgió, entre aquellas tierras de aldeas, campos de olivos y rebaños de ovejas, el santuario de Fátima (1928-1953). Situado a 120 kilómetros de Lisboa, el lugar recibe cada año a más de cinco millones de personas que aprovechan, ya de paso, para visitar monumentos cercanos como Alcobaça y Batalha.
10.00 De Alcobaça a Aljubarrota
No tiene pérdida llegar a Alcobaça, está entre el río Alcoa y el río Baça. Allí hay dos visitas obligadas: el monasterio (1) y la pastelería Alcôa (2). Vamos por orden: la pastelería tiene los mejores dulces conventuales del país: divina gula, huevo del paraíso, manjar de dioses, tocino de cielo, diario de Inés… Con la tripa llena se ve de otra manera el primer y mayor monasterio gótico de Santa Maria, edificado a principios del siglo XII. Destaca la elegancia de la nave central de la iglesia, con 20 metros de altura. Apenas se tardan 10 minutos en llegar a Aljubarrota, tierra sagrada en la historia de Portugal. Aquí derrotaron a los castellanos en 1385. El centro de interpretación (3) explica cómo soldados a pie pudieron derrotar al ejército invasor, superior en número y con caballeros. Para tal gesta, el rey João I contó con la ayuda de Inglaterra, en lo que es la alianza más antigua entre dos países, pues sigue vigente.
11.00 El rey Duarte y la reina Leonor
Además de a los ingleses, el rey portugués tuvo de su parte a la Virgen. En ambos casos con contrapartidas: tuvo que casarse con una inglesa (Filipa de Lencastre), fea de narices (no es metáfora), y en el caso de la Virgen le prometió ponerle un monasterio de postín si ganaba en Aljubarrota. Cumplió su promesa; mejor dicho, comenzó a cumplir su promesa, porque el monasterio de Santa Maria da Vitória (4), conocido como Batalha, está inacabado, diríase gloriosamente inacabado porque las llamadas capillas imperfectas son la parte más espectacular. Las obras se prolongaron hasta el siglo XVI. Los túmulos de João y Filipa, y sobre todo el del rey Duarte y la reina Leonor dándose la mano, justifican el viaje.
14.00 Arroz de pato en Tia Alice
En realidad, Fátima es un conjunto de lugares. Dos pastorcillos eran hermanos y el tercero primo, así que vivían en casas separadas y aldeas diferentes; además, a las apariciones de la Virgen en 1917 le precedieron otras del ángel en lugares distintos. Empezamos por el final, por su última huella, o sea, el cementerio de Aljustrel (5). Los hermanos Francisco y Jacinta nacieron en esta aldea y aquí están sus casas. Murieron con 11 y 10 años, respectivamente, poco después de sus visiones. Fueron enterrados en este cementerio, que luce primoroso (aunque sus restos fueron trasladados al santuario cuando se construyó). Aquí descansan sus padres, muchos religiosos y un americano converso que se quedó para siempre, nunca mejor dicho. A unos metros del cementerio está Tia Alice (6), el mejor restaurante de la zona, con una cocina tradicional refinada gracias a las manos de Alice.
17.00 Camino al Calvario Húngaro
El delicioso arroz de pato de campo da energía para llegar a Loca do Cabeço (7) y Poço do Arneiro (8), lugares donde, por tres veces, el ángel se les apareció a los pastorcillos en 1916. Un año después, en la vecina Valinhos, se les apareció la Virgen por cuarta vez, las otras seis en lo que es hoy la capilla del santuario. Por todas parte surgen huellas de los pastorcillos, sus modestas casas y los lugares de las apariciones, con sus esculturas y jardines. Turistas y peregrinos siguen la vía sacra que acaba en el Calvario Húngaro (9), levantado en 1964 por el padre Kondor para salvar al mundo del comunismo.
18.00 Santuario y museo
Entre calles y avenidas con nombres de santos o de beatos o de Papas o de Vírgenes se llega al santuario de Fátima (10). La capilla en el lugar de las apariciones, Cova da Iria, se levantó en 1919, pero el gran arco circular, que recuerda a la plaza de San Pedro del Vaticano, no creció hasta los años cincuenta. La explanada se ha ido llenando de esculturas. Los museos no escapan de la temática, como el de Cera, el de las Apariciones, el Interactivo del Milagro de Fátima o el de la Vida de Cristo. Sinceramente, ahórrenselos. Es interesante el Museo de Arte Sacro de la Consolata (11), con objetos y esculturas de países africanos y americanos.
21.00 La procesión de las velas
Al caer la noche tiene lugar en la explanada del santuario la procesión de las velas. Las más espectaculares son en sábado y, sobre todo, en mayo. Entonces son multitudinarias y sobrecogedoras, con los peregrinos caminando, de pie o de rodillas, y las velas de cera derritiéndose entre sus manos. Después hay que recobrar fuerzas en O Crispim (12), que borda la perdiz y el conejo.
23.00 De orar a Ourém
Para dormir, la tentación es quedarse al pie del santuario, donde se modernizan hoteles con nombres como Génesis, Cruz Alta, Aurea, Estrela, Regina… Pero, claro, no advierten de que las campanas de Fátima comienzan a repicar a las siete de la mañana, y ya es un no parar de alegría, jolgorio y regocijo. Una buena alternativa es Ourém, a 10 kilómetros, con uno de los castillos más bonitos del país, del siglo XV, y el Pazo de los Condes (13). Aquí fueron interrogados los pastorcillos tres días. Cualquiera ve un ovni o una Virgen, como bien sabe Iker Jiménez, pero lo difícil es sostenerlo y no enmendarlo, como hicieron Francisco, Jacinta y Lucía pese a que el mandamás del pueblo, el republicano Artur de Oliveira, les interrogó durante los tres días que les tuvo alojados en la Casa del Administrador (14); hoy es un museo. Sí hay camas en el castillo (15), y con vistas a España, por si atacan otra vez.
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