Verano sueco con ‘spritz’

Al actor Alfonso Arranz la primavera le ha traído el estreno, hoy, de su primer drama cinematográfico como protagonista: Todo mujer, dirigido por Rafael Gordon. El verano pasado, en cambio, le trajo un estupendo viaje con amigos a Estocolmo.

¿Cómo eligieron el destino?

Queríamos hacer un viaje corto, de cinco días, y aunque dudamos entre Estocolmo y el sur de Francia al final ganó Suecia, especialmente para escaparnos de los calores de por aquí.

¿El sol de medianoche le afectó?

No, porque al estar pocos días mi cuerpo mantuvo los horarios de España. Al hilo de eso me dijeron que los países escandinavos eran los que más consumían café, que estaba delicioso. Además, tienen una palabra para el concepto de “café de las cinco”: lo llaman fika, e incluye un bufé con pastelitos. Es todo un ritual.

Disfrutaría las largas noches estivales...

Mucho. En la ciudad hay una ruta importante de jazz, así que fui a un concierto en el Glenn Miller Café. Esa noche tocaba el trío de Hanna Elmquist, que me cautivó. Los fines de semana había mucha vida nocturna. Con mis amigos fuimos a la discoteca que hay dentro del edificio de la Ópera; es espectacular: con frescos en el techo, decoración rococó y lámparas de araña. Se llama Café Ópera.

¿Y durante el día?

Fui a la Filmoteca, que tiene el mayor archivo documental de Bergman que existe. Y recomiendo dar un paseo en barco por el archipiélago de Estocolmo y acercarse a la pequeña isla de Grinda. Allí está el hotel Wärdshus, en cuyo bar me tomé el mejor spritz [bebida alcohólica con gas] de mi vida.

¿El bar estaba decorado con muebles de Ikea?

Qué va. En muchos locales pude ver una ornamentación tradicional sueca, con elementos antiguos. En los cafés sí que había un aire un poco ikeiko.

¿Cómo le cayeron los lugareños?

Los holmienses —que ese es el gentilicio de Estocolmo— me parecieron vanguardistas, muy educados y responsables, pero vi que también saben divertirse.