Ikea, el museo del diseño democrático
La firma de mobiliario abre un museo en Suecia, su país natal, en el que cuenta la historia y la filosofía de su éxito
Mejorar la vida cotidiana de muchas personas”. Esta frase de Ingvar Kamprad, el fundador de Ikea, da la bienvenida al visitante en el nuevo museo que el fabricante sueco de muebles abrió el 30 de junio en Älmhult, al sur de Suecia. Casi 1.200 personas lo han visitado cada día desde entonces. Y muchos salen con su foto a modo de portada del catálogo de Ikea bajo el brazo, un recuerdo original y gratuito al que pocos se resisten. En el interior, la estética Ikea lo impregna todo: los colores, las grafías en paredes y carteles… Pronto aparecerán, convertidos en piezas de museo, la llave Allen, la estantería Billy, los embalajes de cartón y hasta las köttbullar, las famosas albóndigas sueca.
Älmhult, a 140 kilómetros al norte de Malmö, en la región de Smaland, es el lugar donde todo empezó y donde hoy más de una cuarta parte de los 9.000 habitantes trabaja para la empresa de diseño nórdico con precios asequibles. Algunos vienen cada día de más lejos, pero “en Almhult todo el mundo tiene a algún familiar o amigo trabajando en Ikea”, apunta Carina Kloek-Malmsten, la directora del museo. Aquí se ubica el corazón del grupo (que el año pasado declaró 31.900 millones de euros de ventas mundiales), las oficinas y las sedes de los equipos profesionales, por ejemplo, los 16 diseñadores de nuevos productos. En total, 4.600 personas de 50 nacionalidades. El museo era quizás la guinda, el escaparate que le faltaba a Älmhult para convertirse en lo que ya era, el pueblo de Ikea.
El museo ocupa el edificio de elegante fachada blanca que el arquitecto sueco Claes Knutson proyectó para la primera tienda, abierta el 30 de junio de 1958. Funcionó hasta 2012, cuando arrancó el proyecto para convertirlo en museo con la colaboración del estudio de arquitectura británico Wilkinson Eyre. A su cierre ya funcionaba al otro lado del pueblo una moderna tienda Ikea en uno de sus típicos edificios cúbicos de color azul, como los que alojan muchas de las 328 grandes superficies repartidas por 28 países.
En sus 7.000 metros cuadrados, el museo cuenta con tienda de souvenirs, restaurante y zonas para eventos, además de los espacios de exposición, donde se habla de la filosofía, de las personas y de los muebles que llevaron a Ikea al éxito. Pero más allá de este enfoque promocional también se muestra cómo el fenómeno Ikea se inscribe en una dimensión más profunda: la democratización del diseño en el siglo XX. Conceptos como forma y funcionalidad, colores luminosos, espacios amables para los niños, diseño democrático y trabajo en equipo van apareciendo en un relato cronológico que arranca en el siglo XIX en la entonces humilde región de Smaland. La dura realidad de la subsistencia diaria coexistía aquí con ideas tan modernas como las de Ellen Key, la escritora y feminista sueca que ya por entonces reivindicaba el derecho de todos, adultos y niños, a vivir en una casa bonita.
Portadas de los catálogos
En el museo se exponen unos 20.000 objetos y muebles. Un 80% se recuperó durante más de dos años en subastas y loppis, los típicos mercadillos de muebles y cacharros viejos donde los suecos se deshacen de lo que ya no les es útil. Lámparas de los cincuenta, sillas y sofás de los sesenta, estanterías de pino de los setenta… Y también las portadas de los catálogos publicados desde 1951.
Las fotos históricas en blanco y negro descubren que la peregrinación a Ikea no era muy diferente en los años sesenta que en la actualidad. Mucha gente probando y rebuscando, y llevándose cajas de cartón hasta en el techo de su coche. Pronto hubo además de muebles un restaurante (“Barriga llena, comprador feliz”, apunta la leyenda de una foto). Y en 1964 abrió junto a la tienda incluso un motel. Aunque la idea de exponer los muebles no había sido una invención de Ingvar Kamprad (en Suecia funcionaba ya con el mismo modelo el almacén NK Bo de Estocolmo), Ikea añadía un elemento que la popularizó: los precios asequibles. Tan bajos que causaron rechazo entre los productores suecos de muebles, cuyo boicot inicial fue decisivo para que Ikea internacionalizara su producción desde el comienzo, sobre todo en Polonia y Finlandia.
Ingvar Kamprad (nacido en 1926) es un emprendedor nato. De niño vendía pescado, cerillas y tarjetas postales a sus vecinos. A los 17 años fundó Ikea, cuyo nombre une las primeras letras de su nombre y apellido seguido por las de la granja (Elmtaryd) y la aldea (Agunnaryd) donde creció. Aunque no fue hasta 1948 que Kamprad fabricó sus primeros muebles, dos sillas y una mesa de café. El germen de una historia de éxito. “Cada mañana me levantaba y me preguntaba qué había hecho el día anterior y qué podía hacer mejor”, dice en uno de los vídeos.
En el museo también hay espacio para las historias de los compradores. Por ejemplo, a través de dos de los productos más exitosos y longevos, el sofá Kippan (estrenado en 1980) y la estantería Billy (1979). Descubrimos objetos que llenan las baldas de la Billy en Estados Unidos, España o Finlandia (desde una colección de revistas de moda a otra de muñecas Barbie o de zapatos). “Ikea tiene éxito en países tan diferentes porque ofrece diseño bueno y práctico a precios asequibles. ¿A quién no le interesa el buen diseño si se lo puede permitir?”, dice Carina Kloek-Malmsten. Un gráfico recoge las cinco condiciones que tiene que cumplir actualmente todo producto Ikea, los cinco elementos de su diseño democrático: forma, funcionalidad, calidad, sostenibilidad y bajo precio.
Quien visite el museo Ikea podrá alargar su estancia en este rincón del sur de Suecia para disfrutar de los paisajes de bosques y campos, lagos plateados y casas de madera de vivos colores, y para descubrir otro lugar interesante muy cercano. A diez kilómetros al norte de Älmhult, en Rashult, se puede visitar la casa natal y el jardín de Carlos Linneo (1707-1778), pionero de la ecología y padre de la taxonomía moderna, la clasificación de las especies. Otra historia sueca local de alcance global.
Guía
Información
- Almhult se encuentra a unos 150 kilómetros al norte de Malmo, casi dos horas en coche.
- Ikea Museum (www.ikeamuseum.com). Ikeagatan, 5. Almhult. Entrada, 6 euros (niños de seis a 17 años, 4 euros).
- Linnes Rashult (www.linnesrashult.se). Casa y jardín de Carlos Linneo en Rashult.
- Turismo de Smaland (www.visitsmaland.se/en).
- Turismo de Suecia (www.visitsweden.com).
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