Häb Urban Hostel, renovado concepto de pensión

Richard Schirrmann fue el alter ego alemán de Cesar Ritz, pero en versión juvenil y pobre. En la misma época que el hotelero suizo, creó en el castillo de Altena el primer hostel para jóvenes que se recuerda y dio impulso a un concepto de alojamiento que tiempo después se expandiría en red por más de 80 países bajo el nombre de International Youth Hostel Federation (IYHF) o Federación Internacional de Albergues para Jóvenes. Mientras los hoteles Ritz se cuentan con los dedos de una mano y los frecuenta una clientela muy exclusiva, los hostels atraen por su bajo coste a viajeros de todo el mundo, de toda condición social y ahora también de todas las edades. Tras la idea de compartir habitación subyace el éxito de nuevas formas de alojamientos en viviendas privadas, como las que propone la plataforma tecnológica Airbnb.

Sin espacios masivos

Ninguna ciudad escapa a la lógica del alojamiento compartido, por lo que Segovia difícilmente iba a ser una excepción. A solo 100 metros del acueducto, Andrés Domingo Requero y Blanca López Cuerdo han abierto un hostel urbano de líneas puras y funcionamiento esencial. Sin literas ni espacios masivos, pero con los fundamentos mínimos para pasar la noche en el víacrucis turístico segoviano por escasos 45 euros. El aparcamiento se resuelve por otros 15 euros en dos garajes públicos concertados.

Tras franquear la fachada minimalista de la calle Cervantes, el establecimiento se reduce a una escalera de forja con volutas y dos plantas con nueve habitaciones sin ascensor. Dos de ellas, marcadas como familiares, son buhardillas con altillos y capacidad para hasta cinco personas. Otras tres matrimoniales incluyen acceso a una terraza individual, insólito incluso en un hostel de lujo. Las demás no se diferencian mucho de lo habitual en un hotel-hotel, es decir, tienen cuarto de baño propio, cosméticos de calidad aceptable, un buen chorro de ducha y los preceptivos añadidos de calefacción, aire acondicionado e insonorización a prueba de noches sabatinas.

Se echa en falta el servicio de desayuno, aunque haya multitud de cafeterías en los alrededores y el edificio carezca de un salón para ello. A veces, un canasto o un bento japonés (caja compartimentada) se han visto como soluciones originales a esta carencia en otros alojamientos menos postineros.

Lo mejor de esta Häb Urban Hostel, aparte el precio, es que el común de la clientela regala piropos a los dueños por su excelente disposición con los huéspedes. En especial, cuando se trata de descubrir la ciudad y sus señas menos conocidas.

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