Essentia, un hotel con interiorismo escultórico

Al husmo del buen jamón, los vinos del Condado y las excursiones por las dehesas que tapizan el parque natural de la sierra de Aracena y Picos de Aroche, el empresario onubense Luis García acaba de abrir un hotelito de nueve habitaciones dentro del casco urbano de Aracena. Las dos estrellas otorgadas por el genuino sistema de clasificación de la Administración regional no le hace justicia al edificio, ni a su interiorismo, ni a sus servicios. Mercedes Eirín ha gastado en el proyecto decorativo algo más que tiempo y talento. Sus inclinaciones artísticas han sellado las paredes y dispuesto sobre el pavimento algunas piezas de verdadera retórica escultórica. Muebles que antes de usarlos invitan a mirarlos. Relieves y penumbras que realzan un objeto a tener en cuenta por los huéspedes. O el alvéolo corporativo de hierro y microcemento retroiluminado en el vestíbulo.

Podría parecer algo impostada toda esta retórica si no fuera porque Eirín hace fluir el efectismo visual de su obra hacia el utilitarismo, la comodidad y el bienestar de los transeúntes. Su mejor ocurrencia estilística es la pasarela que enlaza el aparcamiento y la zona alta del edificio con el resto de las instalaciones. No en vano, la artista empieza a recibir encargos de diversos centros de arte. Poderosos son los sillones de la entrada, en hierro revestido de material plástico. También las tallas del distribuidor de las habitaciones principales. O los cabeceros ovoides de las camas, que en otras estancias se convierten en un grafito indescifrable.

Seguramente hay detalles mejorables. Por ejemplo, el caudal de la ducha merece ser revisado, pues se alternan sin aviso un hilillo de agua fría y un torrente que escalda. El sobrecama metálico actúa como un cuchillo en las piernas. Y el desayuno, dentro de lo correcto, adolece de cierta impersonalidad. Tampoco se siente mucha definición en las elaboraciones del restaurante, salvo la carta de vinos, muy bien ordenada y con una bodega extensa en referencias andaluzas. ¡Nada menos que 150 marcas!

Luis García y Mercedes Eirín han coincidido en la piedra filosofal del hotel, que es su gastrobar, aderezado de alusiones al papel de Huelva en el Descubrimiento de América. Un lugar tan animado, de día y de noche, como la zona ajardinada trasera con piscina y recovecos que juegan a tula con los sentidos. Aquí y allá exponen sus obras algunos creadores onubenses. El huésped, de vuelta a casa, guarda en la memoria la atmósfera artística de este hotel.

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