Palacio de la serna, momentos de boda ‘instagram’

"La aventura nos cambió tanto la vida que hasta dejé de fumar", confiesa la propietaria del hotel, Ascensión Espinosa. Su marido, Eugenio S. Bermejo, había tenido éxito como diseñador de interiores en Madrid, y llegó a pensar incluso en abrir una delegación en Nueva York. Al final se impuso la introspección del retiro y la tranquilidad de la vida campestre en este rincón de la provincia de Ciudad Real, a escasos tres kilómetros de donde hoy languidece el aeropuerto sin aviones que produjo los años de la burbuja inmobiliaria.

El lugar escogido era una granja neoclásica del siglo XVIII cuyas ruinas alentaron en el artista una incursión en el arte povera y un ejercicio de experimentación que hoy continúa en los territorios de la arqueología industrial. Su imaginario personal no se detiene en lo inmueble, dadas las posibilidades que ofrecen unos muros siempre a medio vestir, unas ventanas a medio cerrar, unas líneas de fuga indomables. La apertura de un spa que juega con las distorsiones constituye toda una invitación a los sentidos de una clientela subyugada por el reclamo museístico del establecimiento.

Bermejo prosigue en su creación de un universo onírico y turístico difícil de definir, con piezas mobiliarias escultóricas en su relación con el entorno: templetes, bóvedas, marquesinas, esculturas de vidrio y de forja, escaleras que ascienden a ninguna parte, avenidas de acero corten iluminadas por leds y un laberinto volcánico de proporciones colosales vaciado de las entrañas mismas de la tierra.

Un itinerario conceptual que conduce al espectador hacia el verdadero destino de toda experiencia vacacional: el recuerdo. Con razón muchos jóvenes manchegos aspiran hoy a casarse en este jardín de esculturas donde cada objeto es en sí mismo el fondo soñado para un momento Instagram. Qué mejor, tras celebrar la boda, que recorrer el horizonte ilimitado de La Mancha a bordo de un Aston Martin o de cualquiera de los coches clásicos que forman parte de la colección privada del hotel, con pícnic incluido en el escenario natural escogido.

Semejantes alicientes casi dejan eclipsadas las habitaciones, a cual más original, más excitante. Con nombres como Almanzor, Alquimia, Aguagria, Malta D, Pozuelo, Santiago I, Templarios o Torre de San Juan. Todas acompañadas de unos detalles tan cotidianos como mundanos.