Turín, sorbito a sorbito
El ‘bicerin’, café con chocolate, se toma a sorbos y sin revolver. Y el aperitivo de la tarde es una cita clásica en la Piazza Vittorio Veneto. Dos ritos turineses a los que se suman dos grandes museos: el de Egipto y el del Cine
Con los Alpes siempre presentes y el gran río Po abrazando el centro, Turín, la capital del Piamonte, es cuna del chocolate sólido y de la Fiat (el Lingotto, famosa fábrica de coches del arquitecto Giacomo Mattè-Trucco, fue convertido en centro cultural y de ocio por Renzo Piano). Fue la primera capital de la Italia unificada y guarda la Sábana Santa. Con un centro señorial con calles flanqueadas por kilométricos soportales y palacios, dos importantes museos (el del Cine y el Egipcio) y los barrios del Quadrilatero Romano y de San Salvario (perfectos para la noche turinesa), esta ciudad, que a veces ha quedado ensombrecida por la cercana Milán, tiene suficientes atractivos para brillar con luz propia.
8.30 Dulces del Piamonte
Turín es una de esas ciudades que entran por el paladar. Iniciamos con una especialidad de la ciudad, el bicerin. Esta bebida hecha con chocolate caliente mezclado con café y coronado con leche montada fría debe beberse sin remover, a sorbos pequeños para notar la mezcla de temperaturas y sabores. Así lo cuenta la propietaria del Caffé Confetteria Al Bicerin (1, pinche sobre el mapa para verlo ampliado) (Piazza della Consolata, 5), un local pequeñito con cuatro mesas y una excelente terraza que desde 1763 sirve bicerin, zabaione y otros dulces del Piamonte frente al santuario de la Consolata. En sus mesas se han sentado el conde de Cavour, Nietzsche, Puccini o Italo Calvino.
A cinco minutos por la Via de la Consolatta se llega a la Piazza della Repubblica, donde se encuentra el mercado de Porta Palazzo (2), uno de los más grandes al aire libre en Europa. Estamos en los límites del barrio donde se fundó la ciudad, el Quadrilatero Romano, hoy convertido en una de las zonas de moda, con buenos restaurantes donde sirven auténtica cocina piamontesa como Tre Galline (3) (Via Gian Francesco Bellezia, 37; www.3galline.it). Por pequeñas plazas y callejuelas empedradas se llega a la Porta Palatina (4), el único vestigio que se ha conservado de la colonia Augusta Taurinorum (siglo I antes de Cristo). Antes de llegar al centro neurálgico de Turín, a la Piazza Castello, nos desviamos por la Via Garibaldi, que fuera el decumano de Turín, para seguir rememorando la antigua Roma.
10.30 Los edificios de los Saboya
Al final de la calle se vislumbra la fachada barroca del palacio Madama (5), que esconde en su parte trasera el viejo castillo medieval, y en la misma Piazza Castello se yergue el palacio Real (6) donde residió Víctor Manuel II, primer rey de Italia. Ambos son patrimonio mundial junto a otros edificios de los Saboya, la dinastía que gobernó el Piamonte entre los siglos XII y XIX. Justo detrás de la residencia real encontramos otro de los signos de identidad de Turín, la Sábana Santa, el sudario con el que según la tradición se envolvió a Cristo tras la crucifixión, que se guarda en la catedral de San Giovanni (7), el único edificio renacentista de la ciudad. En realidad el visitante contempla la réplica exacta del sudario, ya que el original solo se ha mostrado en 12 ocasiones desde su traslado a Turín en 1578; la última de ellas fue en 2015. Los más interesados pueden completar la visita en el Museo della Sindone (8), a 10 minutos por la Via San Domenico.
12.00 Fascinación por la egiptología
Dos calles fundamentales salen de la Piazza Castello, la Via Roma y la Via Po. Ambas flanqueadas por soportales —Turín se jacta de ser la ciudad que tiene más kilómetros de vías porticadas, más de veinte—, conducen a dos de los mejores espacios de la ciudad, la Piazza San Carlo y la Piazza Vittorio Veneto, respectivamente. Tomamos la Via Roma, con sus tiendas exclusivas y la delicada Galleria Subalpina (del 1800), y nos desviamos para visitar el imperdible Museo Egipcio (9) (www.museoegizio.it; Via Academia delle Scienze, 6), uno de los mejores del mundo en su categoría, inaugurado en 1824.
Próxima al museo se abre la Piazza San Carlo (10), presidida por las iglesias gemelas de San Carlo y de Santa Cristina (siglo XVII) y rodeada de soportales que albergan tiendas y cafés como San Carlos y Torino, de estilo art nouveau. Se impone un alto para un tramezzino (tentempié) acompañado de una copa de Barolo o Nebbiolo, los espesos tintos del Piamonte.
13.30 La sala del Risorgimento
Volvemos sobre nuestros pasos por la peatonal Via Lagrange y llegamos a la Piazza de Carignano, con el teatro Carignano (11), sede del teatro Stabille de Torino, y, delante, el restaurante Del Cambio (Piazza Carignano, 2; www.delcambio.it). Orquestado por el chef Mateo Baronetto y con una estrella Michelin, es un local mítico en cuyas mesas dicen que se gestó la unificación italiana. Aunque su fecha de inauguración se remonta a 1757, la carta apuesta por la revisión de la cocina piamontesa, con platos como el vitello tonnato, l’agnello farcito alla piemontese o el arroz Cavour. Si el bolsillo no da para comer en la espectacular sala del Risorgimento, en la planta baja se puede probar alguna de sus especialidades a un precio módico.
En la Via Po (12), la gran arteria de Turín, hay que comprar giuanduiotti, chocolate mezclado con pasta de avellanas. La tradición chocolatera de la ciudad se remonta al siglo XVII, y en 1865 el maestro chocolatero turinés Michel Prochet encontró la forma de convertir la bebida líquida en materia sólida mezclando las preciadas avellanas de la cercana comarca de Langhe.
18.00 Molle Antonelliana y los Alpes
La excepcional Piazza Vittorio Veneto (13)—excepcional por sus dimensiones y por el cúmulo de cafés históricos— cierra la avenida Po frente al río. Llegamos allí a una hora mágica, la del aperitivo. Entre las 18.00 y las 21.00, los turineses se entregan a este rito en el que se pide un vermú, cóctel o copa de vino local acompañado de una deliciosa bandeja de emparedados, tablas de embutidos, quesos y tapas.
El Museo Nacional del Cine (14) (Via Montebello, 20) no cierra hasta las 20.00 (los sábados, incluso hasta las 23.00). Por la Via Massimo nos acercamos hasta el edificio donde está situado, la Molle Antonelliana, símbolo de Turín. Rematado con una aguja de 16 metros, fue proyectado en el siglo XIX como sinagoga y desde el año 2000 acoge la gran colección de la cinéfila Maria Adriana Prolo. Vale la pena pagar el suplemento para subir a la terraza y contemplar la sensacional vista. Desde allí, al otro lado del Po, se ve el monte dei Capuccini (15), a unos veinte minutos andando del centro, donde se obtienen las mejores fotos de Turín, con la gran cúpula de la Molle Antonelliana y los Alpes al fondo.
23.00 Noches junto al Po
La noche tiene nombre propio en Turín: el barrio de San Salvario, entre la estación de tren de Porta Nuova (16) y el Po. Proliferan los pequeños restaurantes con cocina orgánica y apuestas gastronómicas atrevidas, junto a otros que reinterpretan la cocina clásica piamontesa como el Dai Saletta (17) (Via Belfiore, 37; www.ristorantedaisaletta.com). Desde aquí se accede al parque dei Valentino (18), a orillas del Po y a dos pasos de los Murazzi (19), antiguos almacenes portuarios reconvertidos en animada zona de bares.
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