Karaoke en Moscú
El diseñador Juan Vidal quedó marcado por una pizzería en la que se podía cantar
Se está convirtiendo casi en un profesional de la recogida de premios. Juan Vidal empezó su carrera como diseñador con el premio de Modafad, se llevó el Who’s on Next de Inditex y Vogue, y le han señalado dos veces como el mejor de Cibeles. Hace unos meses ganó también el Nacional de Moda. Acaba de volver de las ferias de moda de París y le pillamos con las maletas aún sin deshacer.
Recuerde algún viaje memorable.
El destino más estrambótico fue Rusia. En 2013 gané dos premios en la pasarela de Valencia patrocinados por una empresa de la porcelana. La idea es que te ayudan en algo relacionado con tu empresa y se me ocurrió que sería interesante ir a Rusia, porque estaba surgiendo una generación, representada por blogueras de moda como Miroslava Duma, que parecía que abandonaban ese estilo ruso tan recargado y adoptaban otro que casaba más con lo que yo hago. Me informé y allí que nos fuimos, a desfilar en la Moscú Fashion Week…
¿En verano o en invierno?
En pleno febrero. Creo que las temperaturas rondaban los veintitantos grados bajo cero.
¿Qué tal la burocracia rusa?
El principio fue complicado. Para meter la ropa en el país tuvimos que completar un cuaderno complicadísimo que nos obligaba a fotografiar y describir cada prenda. ¡Había que poner cuántos gramos pesaba cada blusa! Aun así, a la ida nos retuvieron cuatro horas en la aduana.
¿Cómo fue su primera impresión de Moscú?
El taxista fumaba. Todo el mundo era hostil. El hotel estaba en una zona extrañísima y tenía un diseño espantoso. En cada planta había una moqueta distinta, de caracolas y olas del mar…
Oiga, con eso Miuccia Prada le hace una colección.
Llegamos al edificio Central Manezh, donde se hacen los desfiles, frente a la Plaza Roja, y a partir de allí nos trataron como reyes.
¿Pudo escaparse tras el desfile?
Sí, vimos sitios increíbles. Recuerdo un restaurante especializado en caza, todo oscuro y con cabezas de ciervos. Y después una pizzería-karaoke en el hotel Izmailovo.
¿Se animaron a cantar?
No, pero lo di todo en la fiesta del desfile. Les encantan los juegos. De repente, llego y hay un presentador ruso con una gran sonrisa y un foco que me ilumina. Todo muy David Lynch. Me tocó hacer cosas que no hago ni en las despedidas de soltero, pero con un par de copas…
¿De vokda?
No, champán.
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