Trucos para seis paraísos playeros
De la murciana Calblanque a Ses Illetes, en Formentera, playas que tienen tanta afluencia en verano que conviene llegar pronto y aprovechar el transporte público
Los arenales volcados al imperio de los sentidos soportan en verano masivas afluencias que han exigido aplicar restricciones. Madrugar o usar transporte público son los mantras más recurrentes si queremos pasar el día en escenarios de excepción.
01 MICROBÚS AL NATURISMO
Cantarriján. Almuñécar, Granada
Cantarriján hay que buscarla en el paraje natural Acantilados de Maro-Cerro Gordo. De ahí la limitación de acceso a sus arenas y gravillas grises, a sus aguas transparentes. Límpidas. Dos euros cuesta el microbús que, hasta las 21.00 horas, lleva y trae cada 15 minutos a los bañistas por un barranco arbolado que, más que un don natural, es un logro estético. El parkin está en el punto kilométrico 303,8 de la N-340a Costa.
Una pared rocosa separa los textiles de los que se bañan sin que el sol les deje marca alguna (la mayoría). Se alquilan hamacas y sombrillas, y se afanan las manos expertas de la masajista. El restaurante La Barraca (www.restaurantelabarraca.es) ofrece sabrosas paellas y pescados al horno, además de un servicio de alquiler zodiak service a las embarcaciones, tal que en Ibiza. Al lado abre la empresa de alquiler de kayak y surf de remo 18 Nudos Surf Club (www.18nudos.com) con los que acercarse a la cueva de las Palomas y a la caleta de las Doncellas. Todos los miércoles, en La Barraca organiza un fiestón con el grupo cubano Son del Caribe.
02 MADRUGAR O ESPERAR
Playas de Calblanque. Cartagena, Murcia
El parque regional de Calblanque constituye uno de los ecosistemas más valiosos del Levante hispano por su milagrosa virginidad a escasos kilómetros del mar Menor. Resguardadas por sierras semiáridas tapizadas por vegetación iberoafricana, dunas fósiles y salinas se extienden estos nueve kilómetros de litoral portentoso. Hasta el 6 de septiembre, en cuanto los aparcamientos se llenan, ya no es posible acceder hasta tanto no queden plazas desocupadas (las bicicletas entran libremente). Moraleja: a madrugar se ha dicho. Los lunes de septiembre, además, no se admite el acceso con vehículos de motor.
El parkin del Atochar, a la altura de playa Larga (3 kilómetros de arena fina y color pajizo) es el único que dispone de techado (de brezo). Del área de Negrete (zona naturista) nos separan 600 metros. Dejar el coche protegido del sol justiciero; se cobra por aparcar, al igual que en el tercer aparcamiento, el área de Las Salinas, el más cercano a la cala de los Déntoles. Calblanque es genéricamente arriesgado para el baño, en buena medida por sus corrientes (no llevar flotadores). El viento nunca es cortante; la arena se sacude a pedir de boca y no resulta pegajosa.
Punto de Información Las Cobaticas (649 22 75 82; www.murcianatural.carm.es).
03 ‘COOL’ DESDE HACE DÉCADAS
Playa de Ses Salines. Sant Josep de Sa Talaia, Ibiza
Los hay que vuelan a Ibiza solo para codearse en estos chiringuitos con la clientela guapa y famosona… reparando apenas en el estupendo porte de las dunas. Cuando en verdad este arenal forma parte del parque natural de las Salinas de Ibiza y Formentera. La platja arranca en el pantalán de Salinera Española, dueña de los terrenos. A eso de la una de la tarde empieza a caldearse el ambiente. Y no precisamente por las tormentas solares: desembarca la fauna discotequera. Y lo hace en terrazas como Malibú (www.ibizamalibu.es), Jockey Club (www.jockeyclubibiza.com) o Guaraná (www.guarana-salinas.com) donde lucen los biquinis a la última, con tops en forma de banda. Reservan tumbonas con sabanitas de quitaipón juerguistas venidos de medio mundo, cuerpos esculturales rivalizando con futbolistas de élite y patrones de yates. Por la cantidad de zumos y aguas, se diría que Las Salinas fuese un balneario. En el Sa Trinxa (www.satrinxa.com), de aire más juvenil y desenfadado, con pinchadiscos a diario, la arena deja paso a las canteras de piedra arenisca. Ses Salines es segura, manteniendo la profundidad hasta 25 metros mar adentro. Para desplazarse, siempre es buena idea usar el autobús público que parte de Ibiza capital.
04 SOBRADA DE ÉXITO
Playa de Ses Illetes. Formentera
La quinta mejor playa del mundo, según el portal Tripadvisor, es un compendio de finos arenales bañados por aguas de vidrio, templadas al tacto. Enfrente: una alineación de illetes (islotes) que otorgan personalidad a la playa junto a infinidad de embarcaciones de recreo como suspendidos en la transparente lámina de agua. Esta iconografía del parque natural de las Salinas de Ibiza y Formentera se la debemos a nuestra amiga la posidonia, planta acuática que con el poder oxigenante de sus praderas genera un hábitat que nunca se cansan de ponderar los fotógrafos submarinistas; solo pervive en zonas vírgenes.
La enorme afluencia de bañistas ha hecho necesaria la implantación de un peaje (3 euros en el caso de las motos; las bicicletas no pagan). Mejor ir en autobús público o en la barca que sale de La Savina.
Tanto la algarabía y la presencia de textiles (hace tiempo que dejó de ser naturista), así como el elevado precio de los chiringuitos, hamacas y sombrillas hace que la sensación paradisiaca se difumine. Un consejo: acudir en septiembre.
05 TRÍO DE ASES
Calas de Algaiarens. Ciutadella/Ciudadela, Menorca
La conjunción de pinares, encinas, arenas rosadas y aguas mansas presta a la ensenada de Algaiarens un carácter ciertamente insólito en el norte menorquín, esa costa de Tramuntana caracterizada por fisonomías abruptas cinceladas por vendavales. A diferencia de las calas icónicas del Sur –Macarella, Son Saura, En Turqueta- no necesitaremos estar al tanto de los paneles que advierten en Ciudadela de las plazas libres de aparcamiento. Eso sí, conviene no llegar tarde, porque también se masifica.
Del aparcamiento arranca la subida (15 minutos) al mirador, momento de gozar con estas playas familiares que invitan al buceo. El barronal lo plantó el dueño de la finca en el siglo XIX a fin de contener el avance de las dunas, y su dorso está cubierto por un excelente pinar. A este lado, los dos abanicos de arena de Es Tancats, que a la luz del sol deja escapar reflejos rosáceos; al otro, Es Bot, una recóndita cala con refugio de pescadores a la que se accede rodeando por la parte trasera del peñón alfombrado de pinos, bordeando el prat (humedal) que irriga las aguas de La Vall y por donde no es raro observar el lento pasar de alguna tortuga mediterránea.
06 LA GRAN DAMA
La Concha, San Sebastián, Gipuzkoa
No solo es modelo urbano donde se mantiene el fuego sagrado del turismo playero; es además referencia televisiva en lo que al tiempo meteorológico del norte peninsular se refiere. La Concha exterioriza su cualidad lisa y brillante de plato sopero (cubre paulatinamente), a la luz de lo cual fue elegida en 1845 por esa mayoría de veraneantes que a duras penas sabía mantenerse a flote, y que tomaban las aguas -lo mismo que la reina Isabel II- por prescripción facultativa.
Qué decir de ese glamur de farolas y blancos forjados floreados no exento de sabor afrancesado. Eso sí, la orla arenosa reduce notablemente su presencia durante las pleamares. Mientras unos nadan hasta los gabarrones dotados con tobogán, otros alquilan kayaks de mar o tablas de paddle surf en el Club Fortuna (www.cdfortunake.com), situado a la altura de los relojes. En los voladizos, hay locales donde abrevar. Olvidarse del coche es complicado: la Zona OTA tiene distintos precios y tiempos máximos de estacionamiento. Hay aparcamientos en las afueras, que también suelen cobrar, pero menos. Por si fuera poco, los parkin privados del centro resultan bastante caros, lo mismo que los taxis.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.