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Nueve castillos magníficos del Loira

Del esplendor de Chambord al retiro de Leonardo da Vinci, ruta por los 'châteaux' del valle francés

Château Royal de Amboise, en el Valle del Loira (Francia), castillo fortificado del siglo XV.
Château Royal de Amboise, en el Valle del Loira (Francia), castillo fortificado del siglo XV.Ellen van Bodegom

En las listas de los destinos más deseados por los viajeros, siempre figuran, y en un puesto destacado, los castillos del Loira. Están llenos de turistas, sí, pero nunca defraudan. Espectaculares y grandiosos, por algo la flor y nata de la sociedad francesa lleva casi mil años escapándose a este edén creado alrededor de sus elegantes y finos châteaux.

Entre fortalezas medievales y joyas del Renacimiento, la región del Loira tiene tantos castillos que haría falta una vida entera para visitarlos todos; desde la joya de la corona, Chambord, a los elegantes castillos de Chenonceau o de Cheverny, deteniéndose en el histórico palacio real de Blois o construcciones más discretas (y con menos turistas), como el fortín de Montresor.

01 Langeais, castillo en versión original

Una de las habitaciones del castillo de Langeais, en el valle del Loira (Francia).
Una de las habitaciones del castillo de Langeais, en el valle del Loira (Francia).Peter Langer

Comenzaremos por uno de los menos conocidos, Langeais, pero también uno de los pocos castillos que conservan en buen estado el interior original, con suelos de mosaico y muebles auténticos del siglo XV. Este château fue construido como una fortaleza en la década de 1460 para frustrar una posible invasión desde Bretaña. Desde las torres defensivas que despuntan por encima de los tejados podemos ver el pueblo tal y cómo lo veían los soldados. Unos agujeros en el suelo de las almenas permitían arrojar aceite hirviendo, piedras y excrementos a los atacantes. Al otro lado del patio, la torre del homenaje, del año 992 y en ruinas, es la más antigua de Francia.

02 Villandry, jardín renacentista

Jardines renacentistas del castillo de Villandry, en el Loira, declarados patrimonio mundial.
Jardines renacentistas del castillo de Villandry, en el Loira, declarados patrimonio mundial.Marc Dozier

La parada en Villandry es inevitable por sus famosos jardines, posiblemente, los más elegantes del Loira. Los creó Juan el Bretón, ministro de Finanzas y embajador en Italia de Francisco I, gracias a quien podemos pasear actualmente por los magníficos senderos de guijarros que recorren las seis hectáreas de jardines acuáticos, un laberinto, viñedos y numerosos vergeles temáticos, como el fabuloso potager (huerto) del siglo XVI, donde incluso las hortalizas están plantadas en función de sus color. Los jardines florecen entre abril y octubre, aunque son más espectaculares en pleno verano.

Para disfrutar de una panorámica de los jardines y de los ríos Loira y Cher, se puede subir al donjon (torre del homenaje), único vestigio medieval de este castillo renacentista.

03 Azay-le-Rideau, el más romántico

Interior del castillo de Azay-le-Rideau, en el valle del Loira.
Interior del castillo de Azay-le-Rideau, en el valle del Loira.Emilie chaix

Rodeado por un foso, el romántico Azay-le- Rideau es una de las grandes joyas de Francia. Con sus esbeltos torreones, sus ventanas geométricas y su mampostería, es la imagen que resume el esplendor del Loria, rodeado de jardines que cubren una isla natural en medio del río Indre. Lo más famoso del castillo es su escalera de honor, de estilo italiano, con vistas al patio central. En verano, cada noche se proyecta en sus muros uno de los mejores y más antiguos espectáculos de son et lumière (luz y sonido) de la región.

Si desde Azay vamos hacia Chenonceu, podremos desviarnos hacia Saché, donde nos espera otro châteu menos conocido y el Museo de Balzac.

04 Chenonceau, el castillo de las damas

Visitantes en la Gran Galería del castillo de Chenonceau.
Visitantes en la Gran Galería del castillo de Chenonceau.Jon Boyes

A esta elegante fortaleza sobre el río Cher se la conoce como el castillo de las damas porque fueron varias las mujeres que marcaron su historia: Diana de Poitiers, amante del rey Enrique II, añadió sus característicos arcos; la viuda de Enrique, Catalina de Médici, incorporó el laberinto de tejos y la rosaleda del ala oeste, y en el siglo XVIII, la aristócrata Madame Dupin convirtió Chenonceau en un lugar de encuentro de la alta sociedad, con invitados como Voltaire y Rousseau. La leyenda cuenta que consiguió salvar el castillo de la destrucción durante la Revolución francesa gracias a su popularidad entre los lugareños.

Chenonceau es un monumento a la elegancia, visible en su arquitectura, sus jardines y su mobiliario. Solo hay que fijarse en la Grande Gallerie sobre el Cher, de 60 metros de largo y escenario de muchas fiestas locas durante siglos. También sirvió de ruta de escape a los refugiados que huían de la ocupación nazi durante la II Guerra Mundial, cuando el río delimitaba la frontera entre la Francia libre y la ocupada.

En verano se recomienda un paseo nocturno por su recinto iluminado durante la Promenade Nocturne.Un consejo: si viajamos con niños podemos visitar también el cercano parque temático Mini-Châteaux, con reproducciones a escala de 44 castillos del Loira.

05 Amboise, el refugio de Leonardo

En los jardines de la Clos Luce, en Amboise, se exponen réplicas de algunos de los artilugios diseñados por Leonardo da Vinci.
En los jardines de la Clos Luce, en Amboise, se exponen réplicas de algunos de los artilugios diseñados por Leonardo da Vinci.David Brabyn

El pueblo de Amboise se alza sobre la ribera sur del Loira, dominado por el Château Royal, un castillo fortificado del siglo XV fácil de defender, por lo que los reyes debían encontrar aquí poca acción y sirvió más bien de residencia de fin de semana de la corte, con sede en el cercano Blois. Carlos VIII se crió aquí y encargó su remodelación, de estilo italiano, en 1492.

En la misma calle está la otra atracción de Amboise, Le Clos Lucé, la espléndida casa señorial en la que se instaló Leonardo da Vinci en 1516 y donde pasó los últimos días de su vida, invitado por Francisco I. Da Vinci, que ya tenía 64 años cuando llegó a Le Clos, se dedicó a realizar bocetos e inventar nuevos artilugios, cuyas maquetas se exhiben en la vivienda y sus amplios jardines.

06 Asesinatos e intrigas en Blois

Escalera interior en el castillo de Blois, patrimonio mundial, en la región del Loira.
Escalera interior en el castillo de Blois, patrimonio mundial, en la región del Loira.G. Sioen

El Château Royal de Blois es una obra de arte, pero también un bastión militar. Sus cuatro grandes alas son un estupendo resumen de los estilos arquitectónicos presentes en el valle de Loira, con elementos clásicos, del gótico, del gótico flamígero y de Renacimiento temprano. Para entender el esplendor que representa Blois solo hay que fijarse en la escalera de honor, decorada con salamandras y efes ensortijadas. O en el studiolo, en cuyas paredes se decía que Catalina de Médici tenía alacenas secretas con venenos. También en los aposentos reales del segundo piso, donde tuvo lugar uno de los episodios más sangrientos de la historia de la monarquía francesa: en 1588, Enrique III ordenó a sus guardaespaldas asesinar aquí a su gran enemigo, el duque Enrique I de Guise, mientras él mismo se ocultaba tras un tapiz. Unas pinturas de la época describen el truculento suceso.

07 Cheverny, el castillo del capitán Haddock

Fachada principal del castillo de Cheverny, en el valle del Loira.
Fachada principal del castillo de Cheverny, en el valle del Loira.Lionel Lourdel

Los fans de Tintín quizá reconozcan la fachada del castillo de Cheverny, en la que está inspirada la residencia del capitán Haddock, el castillo de Moulinsart. En realidad, fue construido entre 1625 y 1634 por Jacques Hurault, un intendant (administrador) de Luis XII, y ha estado habitado por la misma familia durante cuatro siglos. En su interior, lujosamente amueblado, destacan un comedor formal, decorado con escenas de Don Quijote,así como una sala de juegos infantil llena de juguetes de la época de Napoleón III. En los jardines se encuentran las perreras, que alojan a perros de caza cuya hora de la comida, conocida como Soupe des Chiens, son las 17.00.

Detrás del castillo, la Orangerie del siglo XVIII que albergó durante la II Guerra Mundial valiosísimas obras de arte, como La Gioconda, es ahora un salón de té.

08 Chambord, el magnífico

Vista del castillo de Chambord, en el valle del Loira, que tiene 440 habitaciones en su interior.
Vista del castillo de Chambord, en el valle del Loira, que tiene 440 habitaciones en su interior.Marc Dozier

Si solo da tiempo a visitar un château del Loira, que sea el de Chambord. El pabellón de caza de Francisco I es el auténtico rey de los castillos, una maravilla extravagante e insólita con cientos de habitaciones, secretos arquitectónicos por doquier y una escalera de doble hélice que, según dicen, fue diseñada por Leonardo da Vinci. Tiene 440 habitaciones, 365 chimeneas y 84 escaleras, todo ello alrededor de una torre del homenaje rectangular, atravesada por cuatro grandes corredores y flanqueada por bastiones circulares en las esquinas. En el centro se halla la famosa escalera de Leonardo, con dos tramos que conducen a la gran linterna y al tejado, desde donde se puede admirar el recinto ajardinado y la maraña de cúpulas, torrecillas, chimeneas y pararrayos. Impresionante.

09 Los somnolientos castillos del sur

Castillo de Montresor, villa ubicada junto al río Indre, en el valle del Loira.
Castillo de Montresor, villa ubicada junto al río Indre, en el valle del Loira.Philippe BODY

Si las multitudes de los châteux más famosos nos echan para atrás, basta apartarse un poco de la ruta principal para encontrar otros más modestos y menos conocidos, pero que pueden sorprendernos tanto como los anteriores.

Entre Azay-le-Rideau y Chenonceau, la primera parada es en Loches, donde, tras su victoria en Orleans en 1429, Juana de Arco convenció a Carlos VII para que marchara sobre Reims y reclamara la Corona francesa. Su Cité Royale es una ciudadela real que reúne 500 años de arquitectura en un solo espacio.

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Más adelante, merece la pena detenerse en el extravagante Château de Montrésor, decorado hace más de un siglo, cuando perteneció a un conde polaco, Xavier Branicki, financiero y magnate de los ferrocarriles. La ecléctica decoración incluye una escalera en espiral de caoba cubana, un piano en el que tocó Chopin, una sala con narguiles turcos y piezas de la batalla de Viena del siglo XVII.

Unos 20 kilómetros hacia el norte se llega al Château de Montpoupon, situado en plena campiña, y posteriormente a la última parada de esta mini ruta, Château de Montrichard, del siglo XI, en ruinas. El final perfecto puede ser una visita al castillo, un pic-nic en el parque junto al río Cher o una degustación de los vinos de las Caves Monmousseau.

Más información en las guías En ruta por los castillos del Loira y Lo mejor de Francia, de Lonely Planet, y en www.lonelyplanet.es

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