Tabaco y humo

Después de tres cosechas, Adaro de Prado Rey se consolida como uno de los grandes en Ribera del Duero, haciendo así realidad el sueño de Javier Cremades de Adaro, fundador de la bodega. Está situada en una impresionante finca de 3.000 hectáreas en la zona más alta y más fría de la denominación de origen, donde se cultivan en 520 hectáreas de viñedo, la mayor extensión de la zona, ocho clones de tempranillo plantados en suelos con alta concentración de arcillas calcáreas.

Allí, en alguno de los siete pagos que componen el patrimonio vitícola de la bodega, conviven cepas muy viejas con otras más jóvenes, lo que obliga a una rigurosa selección para obtener un vino de altísima calidad.

Es lo que hacen para elaborar este soberbio tinto, justo homenaje al fundador. Con las mejores uvas del pago Hoyo Dornajo, seleccionadas manualmente, y tras un cuidado proceso enológico a cargo de Ángel Luis Margüello, que incluye, además de la crianza durante 12 meses en barricas de roble francés, tres meses más en conos de roble francés de Nevers de 20.000 litros, obtienen un vino de intenso y complejo buqué cargado de fruta silvestre bien madura pero fresca, contrapunteada por delicadas notas de especias y finos tonos a tabaco, humo y torrefacto.

Sabroso, amplio, de taninos mórbidos, tapiza la boca de dulce frutosidad, para terminar en un persistente y noble regusto a regaliz. Su equilibrada estructura augura una excelente evolución en botella.