Un ‘gelato’ con ‘Los Soprano’
El guía del recorrido por Nueva Jersey para ver las localizaciones de rodaje fue uno de los gánsteres de la serie. Paisajes de tragedia suburbana para recordar a Tony y Carmela
Son las 9.30 de un sábado. El punto de encuentro es la Calle 39 con la Séptima Avenida en Manhattan. El guía, Marc Baron, advierte de que hoy el tour estará lleno. Baron es italoamericano y actor. La combinación perfecta para guiarnos a través de las localizaciones de Los Soprano en Nueva Jersey. Una serie que ha marcado su vida y no solo porque lleve 13 años trabajando aquí. “Salí en 13 episodios y en varios me liquidaban”, cuenta.
Antes de subir al autobús, alguien grita: “Ha venido un actor de la serie”. Un remolino de turistas se forma ante un coche blanco con la puerta del maletero levantado. Delante de él, Joseph R. Gannascoli, el actor que encarnó a Vito, el gánster gay. “Espera un momento, colega”, dice Gannascoli con la mano levantada y ojos inquietos mientras se hace fotos con sus fans. “Nada de lo que hay aquí se puede fotografiar, ¿entiendes?”, advierte en voz baja. Fotos de rodaje, carteles… ¿Mercancía pirata? “Tengo que pagar facturas”, explica sonriente.
Realidad o ficción, David Chase, creador de las seis temporadas de Los Soprano, siempre lo dijo: “No hice nada más que recoger lo que vi, lo que ya estaba allí”. En el Nueva Jersey en el que creció Chase, sus primos se dedicaban a cosas que él nunca supo, había tiroteos donde vivía su abuela, bodas con fuentes de champán… “Sabías que había casas con más ladrillos que otras, y tus padres te decían que no les gustaba que jugaras ahí… La gente sabía, pero no sabía”, relata Bob Shaw, diseñador de producción de la serie, al final de la visita. Él fue el encargado de buscar y modificar todas las localizaciones que se visitan en el tour. “Nuestro trabajo era hacer algo extraordinario para que pareciera ordinario”, dice. Convertir esos barrios industriales de clase trabajadora en lugares más industriales aún, más ordinarios.
Una vez en el autobús, Marc Baron comienza a soltar datos de la serie y preguntas que responden al unísono los fans venidos desde Irlanda, Australia o Alemania. “¿Cómo se llamaba la canción de los títulos de crédito?”. “Woke up this morning”, grita alguien al fondo. Y empieza a sonar en los altavoces cuando cruzamos el túnel Lincoln que conecta Manhattan con Nueva Jersey, como hacía Tony Soprano al inicio de cada capítulo.
Carretera sobreelevada
La primera parada es el New Skyway Diner, en South Kearney, debajo del Pulaski Skyway, la impresionante carretera sobreelevada de los años treinta que fue testigo de muchas liquidaciones. “Nueva Jersey es la capital mundial de los diners”, dice el guía. Bob Shaw escogió este restaurante popular para el capítulo en el que disparaban a Christopher Moltisanti. El autobús sigue hacia Jersey City. “Cámaras a su derecha”. Pasamos por Barone Sanitation, la empresa de basuras de Tony, la tapadera sucia de sus negocios aún más sucios. Camino a Kearney se ven los juzgados de Harrison, el instituto de Anthony Junior y Pizzaland, donde aún tienen un menú Soprano. En Kearney Avenue, un pequeño paseo para ver el solar donde construyeron Satriale’s Pork Store, otra tapadera de la famiglia; la iglesia en la que Chris se rehabilitó y los callejones en los que Big Pussy informaba al FBI.
En cada localización, Baron recuerda la escena al detalle y después la proyecta. En Bloomfield se encuentra Holsten’s, el diner donde se despidió la serie. “Cuando lo rodamos, pensábamos que nos estaban engañando, que ese no era el final real”, se ríe Shaw, a quien le mandaron buscar un sitio con gramolas y “los mejores aros de cebolla de Nueva Jersey”. Holsten’s no tenía ni lo uno ni lo otro. “Tuvimos que llevar gramolas y freír nosotros los aros”, añade. Ahora Holsten’s recibe al tour con una bandeja llena y la mesa en la que se sentaron los protagonistas, aún con la gramola, libre para hacerse fotos.
Guía
Información:
On Location Tours: Sopranos Sites Tour (http://onlocationtours.com/tour/sopranos). 47 dólares por persona, 4 horas de duración.
La casa de Tony: 633 Stay Hill Road, North Caldwell, Nueva Jersey.
Holsten's: 1063 Broad Street, Bloomfield, Nueva Jersey.
Bada Bing! (Satin Dolls): 230 Road 17 South, Lodi, Nueva Jersey.
Pizzaland: 260 Belleville Turnpike, North Arlington, Nueva Jersey (http://orderpizzaland.com).
El club de striptease Satin Dolls (muñecas de satén), la tapadera favorita de Tony, es otro lugar que supera a la ficción y la última parada de la visita. A las dos de la tarde está abierto. Las chicas en lencería bailan en la plataforma detrás de una barra en la que se apoya algún cliente. Los visitantes desfilan por la esquina donde se sentaba Tony hasta que abren la tienda de merchandising que vende tangas, camisetas y vasos de chupito. “Nada de fotos, ni subir escaleras”. Son las reglas del dueño, firmadas antes de entrar. Un dueño que fue descubierto como informante del FBI para librarse de la condena por una red de control del negocio de basuras. Otra vez la realidad.
No hay tiempo para visitar la casa de Tony y Carmela. “Está demasiado lejos y sus dueños están cansados de los curiosos”, dice Baron, que da la dirección por si alguien se aventura. Es hora de volver a Manhattan y de una última pregunta: “¿Qué canción suena en el Holsten’s en el último capítulo?”. “Don’t Stop”, responden. Suena la canción. Entramos en el Lincoln Tunnel. Fundido a negro.
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