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Para estar en Babia

La comarca leonesa ofrece mucha tranquilidad e imponentes peñas rodeadas de verdes valles

Manuel Morales
Paisaje babiano.
Paisaje babiano.M. MORALES

Para estar en Babia y olvidarse de las prisas de la urbe solo hace falta acercarse a esta comarca del noroeste de la provincia de León y contemplar sus peñas, valles, bosques de robles y ríos trucheros como el Luna; caminar con calma por sus pequeños pueblos de casonas sólidas, de piedra y tejados de pizarra, como Torre de Babia, Vega de Viejos y La Cueta, donde nace el río Sil. También, probar la tradicional caldereta de cordero, como la que comían antiguamente los pastores, y tomar de postre una tarta babiana (a base de miga de pan) o unos frisuelos, con su forma de rosca, para mojar en chocolate.

Si queremos conocer mejor cómo se formaron cumbres de la zona como Peña Ubiña (2.417 metros de altitud), que linda con Asturias, y qué animales y plantas habitan estos valles, se puede visitar desde finales de junio en Riolago —uno de los pueblos más bonitos y cuidados del lugar— la Casa del Parque Natural de Babia y Luna (dependiente de la Fundación Patrimonio Natural, entidad de la Consejería de Fomento y Medio Ambiente, de la Junta de Castilla y León). La Casa del Parque se encuentra en el rehabilitado palacio renacentista de los Quiñones, del siglo XVI, con su muralla del XIV. Su recuperación y reapertura ha supuesto una inversión de 1,6 millones.

Uno de los paneles explicativos de la Casa del Parque Natural de Babia y Luna.
Uno de los paneles explicativos de la Casa del Parque Natural de Babia y Luna.M. Morales

En el interior del palacio, recibe a los visitantes una breve película animada en la que, con un delicioso texto del escritor Pablo Andrés Escapa, dos viejos lugareños hablan en torno a la lumbre de la paz babiana y de la dureza de su clima. Esa charla después de la cena es conocida en la zona como filandón. En el recorrido por los paneles expositivos de la Casa del Parque, se pueden aprender palabras del pachuezu, el dialecto asturleonés, en el que el lobo es chobu y las grosellas, gurrubillas.

Si subimos a la primera planta, nos recibe el "espacio herbario", en el que se muestran especies vegetales de la zona que podemos oler y encontrar en los senderos, como el té de roca genciana, cuyas raíces se utilizan para elaborar vermú por su amargor. Más adelante se explica la historia geológica de las altas montañas babianas, que coronan terrenos duros y pedregosos. La anchura de sus valles se debe a la época de los glaciares, cuando estas moles de hielo se abrieron paso entre las laderas. Después, el hombre con la tala de bosques, el fuego y la ganadería transformó el paisaje. Un ejemplo de la huella humana en este entorno es el impresionante embalse de Los Barrios de Luna, con su club náutico, que en época de escasez de lluvias deja ver en su fondo la torre de la iglesia del pueblo sacrificado para almacenar el agua.

La laguna de Las Verdes.
La laguna de Las Verdes.Fundación parque natural

La gran tradición trashumante de la zona merece en la Casa del Parque un apartado en el que se cuenta el peso que tuvo el Concejo de la Mesta, que controlaba la actividad ganadera en Castilla desde su creación en el siglo XIII. Si hablamos de ovejas merinas y vacas no pueden faltar los grandes mastines, de enorme papada y andar aparentemente lento pero ágiles cuando se los necesita. Estos perros son imprescindibles para proteger al ganado de enemigos como el lobo. De este temido animal se explica como curiosidad que en la nana Cinco lobitos, la parte que reza "detrás de una escoba" se refiere al nombre con el que también se conoce a los piornos, los arbustos que abundan en la zona.

Las 57.628 hectáreas del parque natural de Babia y Luna, que albergan parajes espectaculares como el sabinar de Mirantes de Luna, son el hogar de golondrinas, zorzales, alimoches y, en zonas más altas, rebecos, además de ser área de paso del oso pardo. Menos fieros son los bellos caballos babianos, de pequeña alzada y que uno puede ver trotar por los praos. En los meses de invierno todo se cubrirá de nieve, el elemento que torna blanco el paisaje babiano, del que el escritor leonés Luis Mateo Díez escribió: "Hay como una huella de nieve en el recuerdo primitivo de esta tierra".

Guía

Cómo ir

Para alojarse y comer

Compras

El Parque natural de Babia y Luna se asienta sobre territorios de los municipios leoneses de San Emiliano, Cabrillanes, Sena de Luna y Los Barrios de Luna. Se puede acceder por la AP-66 León-Asturias, que lo cruza de norte a sur.

  • Panadería Alonso, en Riolago (pan, empanadas y pastas tradicionales).

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Sobre la firma

Manuel Morales
Periodista de la sección de Cultura, está especializado en información sobre fotografía, historia y lengua española. Antes trabajó en la cadena SER, Efe y el gabinete de prensa del CSIC. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y máster de Periodismo de EL PAÍS, en el que fue profesor entre 2007 y 2014.

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