Esquiar en Canadá entre alces, ciervos y caribús
El albergue de montaña de las Chic-Chocs permite realizar rutas fuera de pista sin renunciar a una sauna o un jacuzzi
Cuando parece que ya hemos alcanzado nuestro destino todavía quedan tres horas de viaje. Llegar al albergue canadiense de las Chic-Chocs no es fácil, aunque nadie dijo que lo fuera. Después de seis horas de conducción desde Quebec hay que dejar el coche en Cap-Chat, un pueblo situado en la península de Gaspesie. A partir de ahí, de las tres horas restantes de viaje se ocupan la gente de este albergue de montaña: la primera mitad a bordo de un minibús y la segunda parte subidos a un vehículo oruga. Nada más llegar se nos equipa con una radio y un beeper para poder ser localizados en el hipotético caso de ser sepultados por la nieve, aunque aseguran que es poco probable. “¿Avalanchas? De momento no ha fallecido nadie, así que tranquila”.
Sustos aparte, el albergue de las Chic-Chocs es una instalación única en el Este de Canadá. Situado a 615 metros de altitud en la antigua cadena de los Apalaches, dentro de la Reserva Natural de Matane, cuenta con 18 habitaciones que garantizan una inmersión total en la naturaleza: no tienen televisor, ni radio, ni teléfono, ni, por supuesto, wifi. La idea de construir aquí este este eco-lodge fue de un loco del esquí y la naturaleza llamado Gilbert Rioux, quien para impulsar el turismo de Gaspesie decidió levantar este refugio para practicar el esquí fuera de pista con todas las comodidades necesarias.
Las instalaciones son amplias y cuentan con un comedor abierto que incluye bar y sala con chimenea central, dos terrazas exteriores, un salón de reuniones, una sauna y un jacuzzi exterior.Las comidas se realizan en grupo, en un ambiente que invita a la conversación, si es que nos queda energía para abrir la boca.
Pero lo realmente sorprendente está fuera. En estas montañas hay más alces que humanos, con una media de 33 ejemplares por cada 10 kilómetros cuadrados. Además, también se pueden encontrar ciervos de Virginia y caribús. De la mano de los guías del albergue, tenemos a nuestra disposición 60 kilómetros cuadrados para explorar de la forma que queramos: esquí de travesía, raquetas o esquí nórdico, abriendo huella en un manto de nieve virgen que puede alcanzar los siete metros de grosor. Todo ello rodeados de un paisaje espectacular.
Hay rutas para todos los niveles y todos los gustos, y los guías son muy flexibles a la hora de proponer planes. El día termina con la cena. Uno podría pensar que en un alojamiento tan remoto la comida pasa a segundo plano, por eso la carta del albergue de las Chic-Chocs sorprende: ingredientes sencillos y propios de la región, como el salmón ahumado y carne de caza, acompañados de ensalada de apio, setas, quinoa o risotto. Después de la cena el salón queda desierto. Son las ocho de la tarde, hora de irse a la cama.
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