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Rutas urbanas

Una ciudad rendida al arte

En la actual temporada madrileña caben los surrealistas, los creadores de los ochenta y los noventa, y el esplendor velazqueño de la corte

Exposición temporal 'Mínima resistencia', con obras de los años ochenta y noventa, que se puede ver en el Museo Reina Sofía hasta el 5 de enero.
Exposición temporal 'Mínima resistencia', con obras de los años ochenta y noventa, que se puede ver en el Museo Reina Sofía hasta el 5 de enero.Alfredo Arias

Para el artista Mateo Maté los museos madrileños son una extensión de su casa y, a partir del 22 de noviembre, algunos de esos centros que visita desde que era un niño -el Museo Lázaro Galdiano, el Museo Nacional de Artes Decorativas, el Museo de la Biblioteca Nacional, el Museo del Romanticismo y el Museo Cerralbo- le permitirán entrometerse en sus colecciones para escenificar El eterno retorno, un proyecto por el que instalará una obra en cada uno de ellos. Esta exposición dispersa nos servirá para conocer y/o revisitar la obra de Maté, un creador interesado en conocer sus geografías más próximas -ha realizado mapas reales de su cama y sobrevolado con un avión con microcámara mesas de trabajo propias y ajenas-, pero, además, nos ofrecerá un buen pretexto para visitar secundarios del circuito artístico de la capital.

El recorrido puede comenzar -en realidad, el orden no importa- en la sala de armas del Museo Lázaro Galdiano, donde Maté ha colocado Delirios de grandeza, un peculiar escudo fabricado con una paella, dos escobas y dos fregonas. Antes de dar por terminada la visita conviene admirar las obras maestras reunidas por el coleccionista José Lázaro Galdiano, entre ellas El aquelarre de Goya, Cabeza de muchacha de Velázquez, San Francisco en éxtasis de El Greco o El camino de East Bergholt a Flatford de Constable. En el Museo Nacional de Artes Decorativas, una institución que busca que comprendamos -y valoremos- mejor los objetos cotidianos, el madrileño instalará Viajo para conocer tu geografía, una pieza compuesta por una cama, un despertador y un vídeo que convivirá con porcelanas de Limoges, colgantes renacentistas y abanicos orientales. Para detenerse a estudiar la orografía de Arqueología del saber, una montaña de periódicos en la que Maté se interroga sobre la memoria, la información y los conocimientos que adquirimos cada día, tendremos que desplazarnos hasta el Museo de la Biblioteca Nacional, donde hasta el 26 de enero permanecerá abierta la exposición temporal Arquitectos españoles del siglo XX , lo que nos permitirá asomarnos a los planos de profesionales como Secundino Zuazo, Miguel Fisac, Antonio Fernández Alba o Joan Margarit i Consarnau.

El Museo de Artes Decorativas, en Madrid.
El Museo de Artes Decorativas, en Madrid.Alfredo arias

Seguimos el recorrido por algunas de las más interesantes exposiciones madrileñas. En su cuaderno, la joven Tomasa Bretón de los Herreros atesoró 36 poesías manuscritas y 17 dibujos que le dedicaron su marido, el poeta Manuel Bretón de los Herreros, Julián Romea o el duque de Rivas, entre otros. Ese álbum de señoritas -un artefacto muy común en el siglo XIX- es la pieza del mes en el Museo del Romanticismo y con ella compartirá protagonismo Shipwreck , de Maté, una pintura romántica, al menos en su origen, que el artista ha convertido en una obra surrealista (y política). Puede recorrerse el resto del edificio de 1776 escuchando las playlists pop-rockmánticas creadas por el equipo del museo y, antes de abandonarlo, tomar un té y probar la tarta del día -la de zanahoria es una apuesta segura- en el Café del Jardín.

Al llegar al Museo Cerralbo nos encontraremos con una alfombra que nos indicará las coordenadas exactas del punto geográfico en el que nos hallamos, una pieza reciente de Maté que dejaremos atrás para adentrarnos en la exposición Toilette. La higiene a finales del siglo XIX, que repasa ese fin de siècle en el que aparecieron las primeras marcas cosméticas y los salones de belleza. Terminado (o no) el recorrido, se puede reponer fuerzas en el barrio Conde Duque, que en los últimos meses ha visto ampliada su oferta gastronómica con propuestas como la de Crumb, restaurante de sándwiches de autor elaborados con pan de masa madre tan tentadores como el de sardinas al sumak con tapenade, el de roast beef oriental o el de carrilleras con queso de tetilla; la de la taberna La Lata de Sardinas, donde pueden degustarse platos con un punto innovador como la hamburguesa de rabo de buey o las gyozas japonesas con salsa brava; o la del recién llegado desde Barcelona Café Federal, donde puede empezarse temprano el día con un café, croissants, tostadas de pan de centeno con aguacate, lima y cilantro o una morning burger, y terminarse con un mojito Sailor -la cocina no cierra-.

Mateo Maté ha intervenido en cinco de los museos que marcaron su niñez, y el artista Miguel Ángel Blanco se ha consagrado a uno: el Museo del Prado. Desde el 19 de noviembre el visitante se topará con Historias Naturales, un proyecto que perturbará la calma de la colección permanente de la pinacoteca con la instalación de 150 cuerpos extraños: los animales, minerales y vegetales que Blanco ha seleccionado minuciosamente durante tres años de trabajo. Por ejemplo, a los pies de La osa hormiguera de su majestad de Goya veremos el esqueleto de un oso hormiguero, junto a Las Meninas de Velázquez, un gorrión albino. Todo esto para recordarnos, ahora, que se celebra el 194º aniversario de la inauguración del centro, que en sus orígenes el Museo del Prado fue concebido como un Gabinete de Ciencias Naturales por Carlos III. Otra alternativa es visitar Velázquez y la familia de Felipe IV, exposición que por primera vez analiza la faceta de retratista cortesano de Velázquez. La muestra quiere enfrentar al espectador con uno de los momentos más brillantes de la trayectoria del pintor español y, también, con un excepcional álbum de familia: 26 de los 30 cuadros de la exposición son retratos del monarca -quizás el rey con mayor conocimiento en pintura que haya conocido la Historia, señalan en el Prado-, su mujer, Mariana de Austria, y sus hijos, las infantas María Teresa -retratada desde los tres años hasta los 15, cuando parte a Viena para contraer matrimonio con el emperador-, Margarita, Felipe Próspero y Carlos II.

Un espíritu de rebelión

Con El surrealismo y el sueño, una de las exposiciones de la temporada, el Museo Thyssen reivindica estar explorando un territorio en el que se ha indagado poco: se han organizado incontables muestras en torno al movimiento, pero hasta ahora, repiten, no se había prestado demasiada atención a esos sueños que sirvieron a los surrealistas para rebelarse contra un mundo que, a su entender, estaba mal hecho. El arte de la conversación de Magritte, Ojos cerrados de Odilon Redon, Treinta y tres chiquillas salen a cazar la mariposa blanca de Max Ernst -quien en un texto de 1934 rebatió el tópico de que los surrealistas se limitaban a "copiar" sus sueños en las obras- o Desnuda dormida de Dorothea Tanning son tan solo cuatro de las 163 obras y siete vídeo-instalaciones que integran la exposición. Si lo que se busca es una visita a la colección permanente y, además, el tiempo es escaso, la solución puede estar en el libro Thyssen#140, guía esencial del museo firmada por su director artístico, Guillermo Solana. Hace unos meses Solana se autoimpuso el reto de convertir Twitter en un aula virtual para repasar las mejores obras de los fondos del Thyssen en breves 140 caracteres y la hazaña le ha valido un premio al mejor tuitero cultural en los Tweet Awards 2013.

'Plaza (Madrid)', obra de Juan Muñoz de 1996, que forma parte de la colección del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en Madrid.
'Plaza (Madrid)', obra de Juan Muñoz de 1996, que forma parte de la colección del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en Madrid.

Si en cambio lo que se prefiere es seguir indagando en el surrealismo, lo mejor es dirigirse a la Fundación Juan March para conocer los antecedentes del movimiento en Surrealistas antes del surrealismo, una exposición para la que se han reunido 200 dibujos, estampas y fotografías fechadas entre mediados del siglo XV y 1945 -hay obras de Alberto Durero, Paul Klee, Man Ray...- y que remite a otra legendaria muestra que ha hecho las veces de inspiración y modelo: Fantastic Art, Dada, Surrealism, en la que en 1936 el fundador del MoMA, Alfred H. Barr, enfrentó obras de artistas contemporáneos con trabajos de Arcimboldo, Piranesi o Goya para proporcionar al surrealismo "un árbol genealógico histórico".

La mayoría de las obras de la exposición Mínima resistencia. Entre el tardofranquismo y la globalización: prácticas artísticas durante las décadas de los ochenta y noventa se exponen por primera vez en las salas del Museo Reina Sofía. Ese es, por sí solo, un buen reclamo para visitar esta muestra comisariada por Manuel Borja-Villel, director del centro, junto a Rosario Peiró y Beatriz Herráez. En ella podremos ver piezas de una larga lista de artistas tan diversos como Candida Höfer, Cindy Sherman, Marlene Dumas, Raymond Pettibon, Fischli & Weiss, Pepe Espaliú, Guerrilla Girls, Pedro G. Romero... ¿El segundo reclamo? En esas dos décadas de los ochenta y los noventa se sentaron las bases del momento artístico actual, así que la visita nos permitirá entender de dónde venimos, dónde estamos y quizás también vislumbrar hacia dónde vamos. Al salir, merece la pena pasarse por La Central del Reina Sofía: tienen una cuidada selección de libros de arte y de vez en cuando hacen ventas especiales de catálogos del museo -informan puntualmente en su perfil de Facebook-.

El multiespacio La Fábrica, en Madrid.
El multiespacio La Fábrica, en Madrid.Alfredo Arias

Cerca del Reina Sofía está el renovado espacio de La Fábrica, donde se puede seguir hojeando libros -los de su propia editorial o de otras casas ilustres como Taschen o Phaidon; presumen de un fondo de más de 2.000 títulos-, visitar exposiciones en su galería -a partir del 22 de noviembre, Celebrities de la fotógrafa estadounidense Mary Ellen Mark-, comprar flores frescas u objetos de autor -joyas de porcelana de Andrés Gallardo, cámaras lomo, chocolates artesanos...- en su tienda de creadores y desayunar, comer, merendar o cenar en su bistró de carta mediterránea. Aunque, en realidad, lo ideal sería reservar la cena para otra propuesta interesante y cercana: la Vinoteca Moratín. ¿Sus grandes éxitos? El salmón marinado, el steak tartar y el mi-cuit de rape.

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