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24 horas en... Groninga

El urinario de Rem Koolhaas

El famoso arquitecto y el fotógrafo Erwin Olaf diseñaron los baños públicos de esta ciudad universitaria holandesa donde más del 50% de sus habitantes son menores de 35 años

Baños públicos proyectados por el arquitecto Rem Koolhaas en colaboración con el fotógrafo Erwin Olaf en Groninga (Holanda).
Baños públicos proyectados por el arquitecto Rem Koolhaas en colaboración con el fotógrafo Erwin Olaf en Groninga (Holanda). Fabian Berthold

Berg mide más de 1,92. Es alto y rubio. Muy rubio. Su sonrisa es perfecta. Atiende con educación en la mesa. Le gusta su trabajo de camarero, o eso parece. Y siempre termina con una discreta broma a los comensales. Berg es un ejemplo, pero como él hay muchos más, pues dicen que en Groninga es donde están los holandeses más guapos, más altos y más abiertos de todo el país. Berg nos atendió de manera exquisita en la cena en el hotel NH Hotel De Ville (1) (Oude Boteringestraat 43-45), donde hemos pasado la noche. Ha sido el mejor anfitrión que pudiéramos tener para conocer una de las ciudades del norte de los Países Bajos (unos 190.000 habitantes) con una arquitectura joven y una población casi perfecta.

9.30 ‘Rubias’ en Grote Markt

Salimos con pantalón pitillo, mocasín estilo años setenta y camisa estampada camino de Grote Markt (2). La plaza central de la ciudad es el lugar habitual de quedada de la gente joven de Groninga, y para ambientarnos nos hemos vestido tan modernos y estilosos como van siempre los holandeses del norte. Esta plaza ha visto en su suelo batallas desde la Edad Media y un enfrentamiento atroz entre aliados y nazis durante la II Guerra Mundial. Si tuviéramos 20 años esta plaza sería el punto de encuentro para tomar una cerveza rubia en cualquiera de sus terrazas, como por ejemplo Drie Gezusters (Grote Markt 36-39), que en su interior acoge restaurante a un lado y, al otro, pub.

10.30 Espacio azul

Vista del museo de Groninga, compuesto por edificios proyectados por diferentes arquitectos.
Vista del museo de Groninga, compuesto por edificios proyectados por diferentes arquitectos.Annet van der Voort

Desde Grote Markt, como si fuésemos un stadjer más —es el término como se llaman entre sí los habitantes de Groninga, significa gente de ciudad—, bajamos la calle Vismarkt (3) hasta Folkingestraat, allí nos encontramos con una explosión de geometrías y formas surrealistas. Estamos en el Groningen Museum (4) (Museumeiland 1), un espacio que el director del museo nos define como “un lugar para la emoción y la formación de opiniones”. Aunque lo cierto es que lo que encontramos aquí no es más que una locura repleta de nombres de la arquitectura. Philippe Starck diseñó un edificio cilíndrico en uno de los laterales; Alessandro Mendini, una torre amarilla central, y el colectivo Coop Himmelb (I), un geométrico espacio azul. Y todo se funde sobre un puente sobre el que las bicicletas vuelan y que une dos partes de la ciudad, obligando a los stadjers a cruzar cada día frente a su centro artístico seudofuturista más importante.

12.00 Jaime Hayón en la recepción

El artista chino Ai Weiwei es un habitual de este museo. No solo ha expuesto varias veces, sino que rara es la vez que no hay algo suyo en alguna de sus salas. La conversación que tuvo vía Skype con los periodistas holandeses desde el mismo museo es un documento artístico en toda regla. Pero además de arte contemporáneo de Weiwei y otras exposiciones comisariadas por uno de los comisarios de moda, el chino Feng Boyi, también hay arte holandés del siglo XX. El sello español lo pone el diseñador Jaime Hayón, que ha creado el centro de información del museo con inspiración mediterránea y ordenadores táctiles que funcionan como una instalación artística. Con hambre en el cuerpo entramos en el propio restaurante del museo, el Mendini Restaurant (Museum Island, 1), cuyo interior ha sido diseñado por el holandés Maarten Baas. Pasta, ensaladas y vistas al río es lo que nos espera.

14.00 Un lugar público especial

Vista de la ciudad de Groninga, al norte de Holanda.
Vista de la ciudad de Groninga, al norte de Holanda.Frans Lemmens

Con el horario y los hábitos centroeuropeos en el cuerpo, nos levantamos de un espacio precioso y nos disponemos a seguir descubriendo por qué en esta ciudad las líneas horizontales son las predominantes, por qué todo es un cruce de geometrías perfectas, sin alturas que distorsionen ni fachadas que molesten. Aquí el 50% de la población tiene menos de 35 años, y se nota en cada esquina, en cada café, incluso en la manera municipal de acercarse a los jóvenes. Hace unos años el Ayuntamiento de la ciudad encargó al arquitecto Rem Koolhaas diseñar los baños públicos de Groninga, y al holandés no se le ocurrió otra cosa que llenarlos de fotografías del famoso y transgresor Erwin Olaf. Si te encuentras con alguno de ellos, podrás fotografiarte a su lado sin llamar la atención, el más visitado (por necesidad o sin ella) está en el cruce de Schuitemarkersstraat (5) con Kleine der A.

15.30 Meriendas pop

Volvemos a coger Folkingestraat (6), una calle peatonal que acoge multitud de tiendas de autor y en cuyo pavimento hay 11 lunas metálicas incrustadas entre los adoquines, en homenaje a los judíos que de allí se llevaron y asesinaron los nazis. Hoy es un espacio creativo con nuevos negocios y teterías para merendar dulces de canela. Pero nos vamos hasta PS! (7) (Oude Kijk in ‘t Jatstraat 24), doblando la esquina, para introducirnos en una cafetería de estética pop y ambiente joven y universitario. Tartas de limón y café rico para todos, entre exposiciones temporales de artistas jóvenes locales. De ahí vamos a Black & Bloom (8) (Oude Kijk In T Jatstraat, 32), otro café de moda.

18.00 Quesos y mariscos

Javier Belloso

Empezamos a prepararnos para ver cómo se ilumina Groninga por la noche. Con la oscuridad la ciudad suma puntos. Hasta el restaurante ‘tFeithhuis (9) (Martinikerkhof 10) nos acercamos. Allí encontramos un moderno local donde chatean con su iPad jóvenes de pelo rasta junto a matrimonios holandeses de más de sesenta años. Pero subimos a la primera planta de uno de los restaurantes de moda de la ciudad y, tras tomarnos un aperitivo en su terraza, empezamos a degustar quesos holandeses y marisco en un ambiente relajado y de estética vintage. La camarera se acerca y nos ofrece más vino, sonríe y volvemos a pensar a Berg, el impoluto camarero de dentadura hollywoodense de la noche anterior. Ella es la pista definitiva para comprender que la perfección física existe, y puede que pase por Groninga.

19.00 Una bella isla

Un plan para salir a última hora o para plantearse de cara al día siguiente. Muy de cerca de Groninga, a una hora en autobús, tomamos el ferry que nos lleva a Schiermonnikoog (10), una de las más bellas islas del mar de Wadden, declarada patrimonio mundial por la Unesco. Aquí, lugar de veraneo de la familia real holandesa, la bicicleta y los coches de caballos son los únicos medios de transporte. Sus paisajes repletos de dunas y bosques salvajes, junto a un pintoresco pueblo con una de las playas más anchas de Europa, convierten a esta isla en ese rincón que te hará preguntarte si estás en Holanda o en alguna playa de Cádiz.

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