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El domingo, crucero gay

Un recorrido en barco por el bajo Manhattan con música en directo y espectáculo de 'drags queens'

Uno de los reclamos de este crucero gay son sus vistas de la ciudad.
Uno de los reclamos de este crucero gay son sus vistas de la ciudad.

Desde que en 1880 se crearan las Tea Dance Party, donde los marineros de la Royal Navy de las fuerzas armadas británicas invitaban a pasar las tardes de los domingos entre té, pastas y baile a los habitantes de aquellas ciudades donde amarraban, el concepto se ha exportado a todo el mundo, ya sea en barco o en sala de fiestas. En Nueva York lo han reinterpretado a su manera, y llevan más de 15 años celebrando las Sea Tea, unas fiestas en barco para el público gay sobre las aguas del río Hudson que son un clásico en los veranos de la Gran Manzana. Teniendo en cuenta que, según The Observer, viven 600.000 homosexuales en la ciudad el negocio se mantiene a flote sin problema.

A las 6 de la tarde se abren las puertas de este entretenido crucero que promete cena gratis (sin bebida), actuaciones de drag queens, sesiones de DJ y unas vistas de llorar por unos 30 dólares. En el interior de un barco de estilo Nueva Orleans, pero sin vapor, la música disco de los años ochenta y noventa suena con fuerza mientras los asistentes suben y bajan por sus escaleras metálicas y entre sus sillones aterciopelados y de madera. La fiesta se promete, cuanto menos, distinta a cualquier otra gay party de Nueva York. Turistas, jóvenes habituales del barrio de Christopher, latinos musculados, maduros clásicos… la variedad de público es amplia. “Es una buena experiencia tanto si vives en Nueva York como si eres de fuera, pues conoces gente nueva al aire libre, muy distinto a un club normal de noche”, cuenta Lady Godiva, una transformista de Brooklyn habitual de estas fiestas de domingo.

Durante cerca de tres horas, la Sea Tea recorre el río Hudson ofreciéndote las mejores vistas de la ciudad desde el agua, empezando en el barrio de Hell’s Kitchen hasta la estatua de la Libertad. El recorrido mejora cuando anochece y te diriges de nuevo al puerto. Entonces la fiesta ya está en su máximo apogeo, el leve contoneo del barco ha ayudado a que los cócteles y las cervezas animen aún más la pista de baile, donde un grupo de chicos negros sin camiseta se mueven desaforadamente al ritmo de James Brown. Es otro tipo de fiesta, otro Nueva York más desinhibido y la sin pose de West Village.

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