Grand Central cumple 100
Para celebrarlo, pasamos el día sin salir de la estación neoyorquina
Grand Central cumple 100 años en Nueva York, una excelente ocasión para descubrir algunos secretos de esta icónica estación, como la constelación mediterránea que decora su techo o la escalera que se esconde detrás del reloj del vestíbulo. Desde su concepción, siempre se pensó en esta terminal como una extensión de la propia calle que ofrecería atajos y una ruta alternativa cuando la nieve o el húmedo calor apretaban afuera. Con su apabullante estilo palaciego diseñado por dos firmas de arquitectos que colaboraron en el proyecto, Reed & Stem y Warren & Wetmore, lleno de sus pasadizos y recovecos, este punto neurálgico de Manhattan, por cuyos pasillos y andenes transita una multitud a diario, ofrece un Nueva York en miniatura.
El glamour y los martinis se encuentran en Campbell’s Apartment, el salón y la oficina que el magnate John W Campbell montó dentro de la estación para recibir a sus clientes. Lujosamente diseñado, como si de un palacio florentino se tratase, hoy tiene sus puertas abiertas al público y una excelente carta de cócteles que sirven a diario desde por la mañana hasta medianoche.
Otro de los locales con más solera de la terminal es el Oyster Bar, un peculiar bar de estación donde se mezclan oficinistas de la zona y viajeros. Situado en el semisótano, las bóvedas catalanas fueron diseñadas por el valenciano Rafael Guastavino. Las barras blancas con taburetes fijos o las mesas distribuidas por tres salones, son el lugar perfecto para degustar en lugar de un bocadillo, unas ostras o su famosa sopa de pescado Manhattan Clam Chowder.
Si el día en la estación arranca temprano mejor dirigirse a jornada puede empezar en la pastelería Magnolia, la misma cuyos cupcakes en el West Village atraen interminables colas. En Hudson News se encuentra la prensa internacional y la librería independiente Posman Books, con una excelente selección de libros, es un buen lugar para arrancar el paseo de tiendas. Los comercios en la estación incluye desde una tienda de Apple hasta la exclusiva sucursal de reparación de calzado Leather Spa (la más cotizada de la ciudad donde el remiendo tiene glamour y las plantillas son casi joyas), pasando por la boutique de afeitado The Art of Shaving.
El tour que arranca cada día a las 12.30 –las entradas cuestan 20 dólares y se compran en una de las taquillas del lobby central–, es una buena forma de acercarse a la historia de la terminal y de no perder el norte por este inmenso edificio, pero no es la única opción: hay también auditours disponibles en varios idiomas y una aplicación para teléfonos.
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