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Al sol

Sol y mar en ‘Cadizfornia’

Quince lugares donde recuperar la magia ‘hippie’. De Conil a Tarifa, buenos precios, una naturaleza irresistible y restaurantes y chiringuitos donde triunfan los pescados

Terraza del hotel V... de Vejer de la Frontera (Cádiz).
Terraza del hotel V... de Vejer de la Frontera (Cádiz).

Al sur del sur existe una esquina donde el tiempo se alarga. El tramo del océano Atlántico entre Conil y Tarifa ha sobrevivido lo mejor que ha podido a los años de implacable destrucción de la costa y conserva su naturaleza vigorosa y una atmósfera tranquila y sin pretensiones. Y encima, el carácter despreocupado de sus habitantes. Ya desde los años sesenta la zona era conocida por hippies de medio mundo, pero ahora modernos, ejecutivos y urbanitas estresados acuden a Cádiz a encontrar una paz que en sus ciudades se les niega. Pero ¿qué poder tiene esta zona de costa? Pues, aparte del poso de culturas milenarias, playas salvajes, una gastronomía que funde la huerta, el mar y la ganadería, tres parques naturales —el de La Breña, Los Alcornocales y el del Estrecho—, unos atardeceres que emocionan, olas para practicar surf, precios asequibles, el poder paranormal del viento de Levante y las montañas de Marruecos a 14 kilómetros. Proponemos 15 paradas para disfrutar. Hay quien llama a la zona Cadizfornia en un símil con el Estado estadounidense del sol y el relax. Puede que el neologismo se le quede pequeño.

01 Hotel V...

VEJER DE LA FRONTERA

Hotel V... de Vejer de la Frontera (Cádiz).
Hotel V... de Vejer de la Frontera (Cádiz).

En medio de un laberíntico trazado de fachadas blancas fluorescentes, emerge el Hotel V de Vejer de la Frontera. Este pueblo encaramado en lo alto de un cerro y de profundos aires moriscos encandila al que lo visita. Se puede obtener una perspectiva distinta del caserío desde la terraza de este hotel boutique de 12 habitaciones: la iglesia, el castillo, la Laguna de La Janda, las playas de Los Caños de Meca y Marruecos. Una estampa idílica mientras uno se moja en el jacuzzi, desayuna o se toma una copa por la noche. El resto del hotel también tiene su punto. “Entre nosotros nunca lo llamamos hotel, sino la casa”, dice Oliva Reyes, una de las gerentes. “Éste es un entorno para desconectar y cuidamos al máximo los detalles, como la calidad de las sábanas”. O como la estancia del antiguo aljibe, reconvertida en sala de masaje. Detalles como ése enamoraron a Jean Van Gysel, el belga que compró la vivienda para construir el hotel, con cinco años de vida. Él no se deja caer mucho por Vejer porque vive en París. Le deja el placer a usted.

02 Prismáticos en mano
Una de las rutas de avistamiento de aves en Cádiz de White Hawk Birding.
Una de las rutas de avistamiento de aves en Cádiz de White Hawk Birding.

Contemplar las bandadas de miles de cigüeñas saliendo de Europa y llegando a África es un espectáculo. Es como ver una bola blanca enorme en el cielo. Rutas para avistar aves como éstas se pueden hacer de la mano de White Hawk Birding, una empresa cuyos tres socios viven en una parte distinta del mundo. Yeray Seminario está en Tarifa y organiza paseos a medida de los viajeros, pero él recomienda contemplar las migraciones desde finales de agosto. “El estrecho es uno de los puntos más importantes del mundo, junto con el Bósforo, Panamá y Veracruz. Y donde en otros lugares ves una decena de ejemplares, aquí te encuentras con miles”, sintetiza. Además de las cigüeñas, se ven sobrevolando el cielo rapaces como el águila culebrera, el halcón abejero, el milano negro o el gavilán. El visitante alucina también con los parajes de los parques naturales del Estrecho y de los Alcornocales, donde se pasa de las dunas a los bosques húmedos. Algunos de los puntos más relevantes son el Observatorio de Cazalla, cerca de Tarifa, y el sendero del Tiradero, para ver ya no migraciones, sino aves forestales como el buitre leonado y el alimoche. Por supuesto, hay que ir bien equipado: los prismáticos son fundamentales.

03 Fundación NMAC

MONTENMEDIO

Obra de Olafur Eliasson expuesta en la Fundación NMAC, en Montenmedio (Cádiz).
Obra de Olafur Eliasson expuesta en la Fundación NMAC, en Montenmedio (Cádiz).

Miles de flamencos pueden sobrevolar su cabeza mientras usted contempla una imagen/performance de Marina Abramovic. En la Fundación NMAC-Montenmedio, abierta desde 2001 para impulsar la cultura más vanguardista en una zona periférica, el arte no puede entenderse sin la ubicación paisajística. Situada en un pinar junto al Parque Natural de La Breña, este centro de arte contemporáneo permite conocer obras de artistas como Maurizio Catellan, Olafur Eliasson y Sol Lewitt mientras usted se encuentra con animales como perdices o faisanes y plantas aromáticas como el tomillo y la mandrágora. “Invitamos a artistas a que dialoguen con el contexto social, cultural, paisajístico e histórico en el que nos encontramos”, cuenta Jimena Blázquez, la directora. “Estamos en un museo mediador. Nuestro compromiso es apoyar a los creadores contemporáneos en proyectos que fomenten el diálogo y el entendimiento de la sociedad a través del arte”. No es el único aliciente de la Fundación NMAC, ya que muchos de los artistas son reconocidos internacionalmente pero no han expuesto nunca en España, más que en esta dehesa de pinos y acebuches.

04 La Cabaña

BOLONIA

La Cabaña de Bolonia, en la playa gaditana de Bolonia.
La Cabaña de Bolonia, en la playa gaditana de Bolonia.

Tomarse un cóctel y ver el ocaso en La Cabaña de Bolonia es para muchos sinónimo de felicidad. También lo es para una gran cantidad de famosos patrios que se pasean por aquí cada verano en busca de alegría para el corazón. Sheila Santana, una brasileña de 43 años, es su gerente y conoce a la perfección la magia del lugar, cuya fuerza natural le enamoró desde el momento en que lo pisó, hace ya 18 años. La Cabaña abre a las once de la mañana para ofrecer desayunos y cierra a las dos o las tres de la madrugada con música en vivo. En medio, cocina mediterránea, brasileña y mezcla de ambas, como el atún encebollado con un toque del Amazonas, la moqueca (pescado en salsa con aceite de coco), el bobó (crema de gambas) y la carne de picanha. La puesta de sol y los ritmos brasileiros, blues o flamenco fusión caldean el ambiente. Uno se olvida hasta de sí mismo tumbado en la hierba, en las tumbonas o en la cama balinesa de este chiringuito construido a base de madera y cañizo. África nos mira de frente.

05 El Campero

BARBATE

Restaurante El Campero, en Barbate (Cádiz).
Restaurante El Campero, en Barbate (Cádiz).

El atún rojo atrapa a quien lo prueba por primera vez. No se parece a ningún otro pescado. Este animal, capturado por el milenario arte de la almadraba, es uno de los bienes más preciados en el restaurante El Campero, en Barbate, convertido ya en una institución. Pepe Melero, su dueño, iba para controlador aéreo pero en 1978 se tuvo que hacer cargo de la pequeña tasca que regentaba su padre. “Y allí empecé a servir guisos de pescado y las partes supuestamente menos nobles del atún, como el morrillo, y también salazones”, recuerda Pepe. Desde 1994 regenta El Campero, donde la carta cambia cada año y donde se aprovecha cada una de las partes de este pescado. Ya sea en la barra o sentado, el local se llena siempre de gente pidiendo atún encebollado, morrillo y sashimi. La influencia del país nipón viene de los lazos que se crean con los japoneses que llegan hasta Barbate para exportar el atún. “Mezclamos la tradicional cocina marinera y la innovación. Aunque esto no es una cocina de autor. Yo me considero un artesano”. Es tal la fama de El Campero que recientemente ha abierto una tasca, La Taberna de El Campero, en Zahara de los Atunes. “Es una taberna marinera y sencilla con algunos toques creativos”. Uno puede pasear por el mundo en 10 minutos cuando prueba el tataki y luego los fideos con pez limón.

06 Hotel Arte y Vida

TARIFA

Jardín y terraza del hotel Arte y Vida, en la ensenada de Los Lances, en Tarifa.
Jardín y terraza del hotel Arte y Vida, en la ensenada de Los Lances, en Tarifa.

Darse un baño en la playa, tumbarse en la hierba, tomarse un cóctel, bailar un rato, darse otro baño, pedirse otro cóctel… Y así en bucle. Es lo que hay que hacer en el hotel Arte y Vida, a las afueras de Tarifa, en la Ensenada de Los Lances. El chiringuito, abierto a todo el público y ubicado en la misma playa, es uno de los reclamos de este pequeño alojamiento con 11 habitaciones. A Nicolás Torreño, su encargado, no es fácil pillarle en un momento de respiro, pero cuando por fin se puede hablar con él presume de la atmósfera desenfadada y tranquila del lugar: “En todo momento suena una música chill-out que invita a estar de buen humor, a lo que ayudan los mojitos de fresa y regaliz y las caipiriñas”. Quien se quiera quedar a dormir ha de saber que la decoración es cosmopolita, a medio camino entre los colores intensos de la arquitectura latinoamericana y los detalles africanos y asiáticos. Y sobre todo hay que destacar la luz. Nos podemos fundir con ella almorzando justo delante del ventanal del restaurante, que se llama Miramar, con mucha variedad de platos, para que todos queden contentos, según Nicolás. “Puedes probar desde marisco o pescado de la zona hasta platos de pasta o tartar de atún”. La mayoría de los visitantes vienen a Arte y Vida a recargar pilas y disfrutar del entorno natural. Por eso el hotel tiene una pequeña escuela de surf y kitesurf y ofrece servicio de masajes. Sus mascotas también podrán disfrutar de este sentimiento de paz interior porque son más que bienvenidas.

07 Hostal Reyes

EL PALMAR

Los toques naranjas del restaurante del Hostal Reyes tienen el mismo tono que los atardeceres de El Palmar. Uno los puede comparar desde la terraza, al pie de la carretera y la playa, mientras cena. Pero hay que coger mesa pronto. Rosa Guerrero nació y vive en El Palmar y lleva 26 años cocinando para los demás. “Yo lo hago como si fuera para mí”, dice. “Como me enseñó mi madre”. Cada día está pendiente del pescadero, que va a la lonja de Conil y lleva luego a El Palmar todo el género fresco. La paella, el arroz con bogavante, el pescado como la dorada, la carne al toro, las croquetas de atún o corvina y las albóndigas son algunos de los platos más pedidos. Al igual que el flan y la tarta de queso. Antes Rosa pasaba mucho tiempo en la cocina, pero ahora le gusta pasearse por las mesas y ver las caras de felicidad de los comensales: “Y casi todo el mundo me dice lo mismo: qué buenas están las papas fritas. El secreto es papas de aquí, aceite de oliva virgen y sartén, nada de freidoras”.

08 Casas Karen

LOS CAÑOS DE MECA

Chozas con todas las comodidades en Casas Karen, en Los Caños de Meca (Cádiz).
Chozas con todas las comodidades en Casas Karen, en Los Caños de Meca (Cádiz).

En Casas Karen, en Los Caños pero al resguardo del bullicio, uno se reencuentra consigo mismo. Este complejo de 8.000 metros cuadrados y con 9 alojamientos defiende la naturaleza y un ritmo de vida slow. Su artífice es la belga Karen Abrahams, que conoció la zona cuando tenía 20 años y en 1988 compró una parcela a 800 pesetas el metro cuadrado. Allí recuperó las antiguas chozas, unas tradicionales viviendas construidas con paja, madera, cañas y cuerdas, que existieron en la zona hasta bien entrado el siglo XX. Uno se espera un alojamiento humilde, pero estas tres chozas tienen todas las comodidades y levantarlas cuesta casi lo mismo que una casa de ladrillos. “Son frescas en verano y muy fuertes. Antes teníamos la oficina allí, con los ordenadores, y no se cuela agua ni nada. Imagínate que aguantan hasta el viento de Levante”, matiza con una sonrisa Juani, una de las encargadas del complejo. A Casas Karen se viene a estar tranquilo y a disfrutar de la naturaleza, tanto de la playa como de los senderos por el Parque Natural de La Breña. Por supuesto los perros son bienvenidos. “Nuestra filosofía es de respeto por el medio ambiente”, continúa Juani. “Desde la pintura hasta el lavavajillas son ecológicos. Y no tenemos césped, sino el terreno natural”. Todo ello se completa con los mercadillos que se organizan los miércoles, donde uno puede comprar legumbres, verduras y frutas cultivadas de manera orgánica.

09 Restaurante Las Rejas

BOLONIA

No pasan ni 10 minutos y uno ya quiere ser amigo para toda la vida de Carlos, uno de los propietarios del restaurante Las Rejas, en la Playa de Bolonia (Tarifa), libre de construcciones, rodeada de vegetación y con una duna gigante. Carlos gana al personal con su gracia sin pretensiones y el pescado fresquísimo que sirve: “Aquí todo es grande: borriquetes, hurtas, salmonetes… Y las tortillitas de camarones son de verdad, no de las que te deprimen”. Junto a sus hermanos José y Cuqui regenta este local previo a la fiebre de lo vintage y han recogido el testigo de sus padres, que lo abrieron en 1986 con el mismo arte. “Predicamos el churrepeteo y el mojar pan. Aquí no utilizamos nitrógeno ni nada. Cómetelo todo como quieras, incluso te puedes manchar”. En la carta se llevan la palma el atún en manteca y encebollado (con tomate) y las croquetas de chocos, “pero con la tinta de verdad, no congelada, si no hay chocos del día no hay croquetas”. El menú también pasa por el arroz de marisco y de carabineros y las ortiguillas, con vinos ricos pero “a un precio para beberlo, no para guardarlo”. Las horas pasan mientras uno se recrea en la comida o en las vacas que pastan fuera, con los restos de la ciudad romana de Baelo Claudia como telón de fondo. Y con una buena selección de música, porque como asegura Carlos, “la tierra es redonda y un día nos vamos a Cuba, otro a Brasil y otro a Andalucía, porque ya que masajeamos bien el estómago, hagamos lo mismo con el cerebro”.

10 Hoteles Arohaz y La Breña

ZAHORA Y LOS CAÑOS DE MECA

Hotel Arohaz, en Zahora (Cádiz).
Hotel Arohaz, en Zahora (Cádiz).

Los bosques de pinos y el Cabo de Trafalgar protegen a estos dos hotelitos con encanto, de idéntica filosofía y mismos dueños. El hotel La Breña se ubica al final de Los Caños, protegido por los montes del parque natural homónimo. José Manuel Morillo fue el motor de este establecimiento, hace ahora diez años, donde uno puede descansar en alguna de sus siete habitaciones. Dormir y comer bien son las prioridades. “Nuestro cocinero, Ciprián Iordan, crea platos diferentes como el tataki y el sashimi de atún o el arroz y las croquetas a base de plancton marino, un ingrediente que ha puesto de moda el chef Ángel León, de Aponiente, en El Puerto de Santa María, del que somos amigos”, relata Morillo. Y como este hotel se queda pequeño cada año desde finales de mayo, sus gerentes decidieron abrir otro, Arohaz. Se encuentra a pocos kilómetros, en Zahora, con seis habitaciones y un gastrobar cuya carta ha sido elaborada por Mauro Martínez Barreiro, otro chef gaditano que ha conseguido una estrella Michelin. La pizza de calamares y la ensalada con pera y gorgonzola ya les suena a muchos. Y para bajar la comida, ambos hoteles ofrecen actividades como buceo, surf, paseos a caballo y la gimnasia energética de tradición china llamada Qi Gong.

11 An Ca Curro

TARIFA

Cerca de la robusta Puerta de Jerez en Tarifa, en una callecita, aparece un templo de las tapas que no pasa desapercibido por las multitudes que congrega. Curro Santos tiene 54 años y lleva desde 1987 detrás de la barra de este bar pequeño y decorado con motivos taurinos y flamencos. Un bar de los de siempre donde lo que importa es la comida, y en concreto, el cerdo ibérico y la verdurita ecológica. “Aunque estemos en Tarifa, el pescado de aquí es de monte”, ríe Curro. En pleno Parque Natural de Los Alcornocales, en la Dehesa de la Peña, tiene una finca con unos 90 cerdos. “Y hago las matanzas y se aprovecha todo”. An Ca Curro abre de lunes a sábado de 19 a 24 horas, pero hay que llegar antes de las 21 para hacerse con un poco de sitio. Las estrellas de la casa son el jamón (cómo no), el salchichón, la caña de lomo, los chicharrones, el lomo en manteca, las costillas asadas, el solomillo, el secreto ibérico y los revueltos de tagarninas, quesillos (una especie de alcachofas) y berenjenas. Si viene de una gran ciudad, lo primero que ha de probar es el tomate con roquefort. Muchos se reencuentran con su infancia al saborear esta verdura roja como no hay otra. Y es inevitable la nostalgia.

12 El Dorado

EL PALMAR

Chiringuito 'chill-out' El Dorado, en El Palmar (Cádiz).
Chiringuito 'chill-out' El Dorado, en El Palmar (Cádiz).

El atardecer es el momento clave. Justo cuando el sol se está poniendo por el horizonte de El Palmar parece que el tiempo se detiene. Son sólo unos segundos. Luego se escuchan aplausos. Así es cada día. Santiago Saborido decidió abrir hace cinco años El Dorado para satisfacer a las hordas de urbanitas ansiosos por tomarse un cóctel en un chiringuito chill-out mientras el cielo se tiñe de naranja y rosa. La puesta de sol incluye todos los días banda sonora, con grupos en directo hasta las 3 de la madrugada que tocan desde reggae hasta flamenco, pasando por electro. Y si por estar tumbado en la arena se le ha montado algún músculo, se puede dar un masaje tailandés o de reiki. Paz no falta en El Dorado, que este año abre oficialmente el 14 de junio, aunque también estará operativo un par de fines de semana antes. “Nosotros lo denominamos un chiringuito de bienestar”, ríe Saborido, que también hace gala de la comida fusión que ofrecen. “Hamburguesas con carne de retinto (la ternera autóctona), sushi, burritos, nachos y ensaladas”. Para llenar el estómago entre daiquiri y gin tonic.

13 El Mirlo

PUNTA PALOMA, TARIFA

Llegar hasta el chiringuito de El Mirlo, en Punta Paloma (Tarifa), es una aventura pero tiene su encanto. Desde Tarifa, hay que tomar la N-340 en dirección Cádiz. A unos 8 kilómetros se verá un desvío a la izquierda y luego habrá que seguir por la carreterita que serpentea a la duna. Al llegar a una zona militar, cuya barrera ya está levantada, se ha de seguir por el carril. La recompensa es una comida que no defrauda, un paisaje virgen y las vistas de África. Juan Chico y sus tres hermanos gestionan este chiringuito con decoración de cañas y aperos de labranza. Juan trabaja en la almadraba, así que es él quien trae el atún, y también tienen primos pescadores. “Por eso nuestro pescado es fresco. Tenemos una carta pero cada día ofrecemos lo que se ha capturado”, cuenta. Dejando a un lado el atún, el resto del pescado es blanco, de escama, como el borriquete -“no tiene mucha fama fuera de Cádiz pero a todo el mundo le sorprende su sabor”-, el pargo o la hurta. Los gambones, las cigalas y la albacora (una especie de túnido) alegran la mesa de un almuerzo o cena que puede salir a 20 euros por cabeza. Tranquilidad entre los carnívoros, porque también disponen de carne de la campiña gaditana. Y después del festín, lo mejor es bajar la cuesta e irse a caminar por la playa, donde se mezclan la arena, las rocas, los acantilados y alguna barca que espera para salir a la mar al día siguiente.

14 Hotel Casa Blanco

TARIFA

Hotel Casa Blanco, en Tarifa (Cádiz).
Hotel Casa Blanco, en Tarifa (Cádiz).

Su clientela es gente joven que aprecia el diseño. Casa Blanco es un hotelito de siete habitaciones con una decoración elegante sin resultar fría. Entre las fachadas blancas, de piedra y azulejos de Tarifa, surge este remanso de paz conocido como el Palacete de las Sendas, que hace años fue propiedad de la cantante Ana Torroja, pero que ahora gestiona la empresa Charming Places junto con el contiguo Hotel Misiana. De Casa Blanco los clientes destacan la comodidad de sus camas y el patio con lucernario donde poder tomar un café gratis o navegar por Internet. “Éste no es el típico hotelazo que te ofrece todos los servicios que quieras, pero sí es un hotel de autor, rodeado de historia y perfecto para escapadas románticas”, explica uno de sus responsables, José Luis Sánchez. Parte del encanto radica en la sugerente mezcla: los elementos mozárabes de la arquitectura palaciega, como la escalera y algunas ventanas, combinan con el diseño de vanguardia, como el cubo de cristal que hace las veces de baño en la suite premium. Desde el solárium se ven las azoteas y antenas de Tarifa. Para ver el perfil imponente de África hay que ir a la playa, pero tan sólo se encuentra a cinco minutos.

15 Rutarifa
La asociación Ruralia de Tarifa (Cádiz) propone rutas senderistas para descubrir la naturaleza del Estrecho.
La asociación Ruralia de Tarifa (Cádiz) propone rutas senderistas para descubrir la naturaleza del Estrecho.

La playa no debería eclipsar la naturaleza del Estrecho porque es aún más espectacular. Detrás del mar empiezan los montes no sospechados y en Tarifa existe una asociación dispuesta a darlos a conocer. La crearon el año pasado un grupo de amigos treintañeros que trabajan en otros menesteres y a los que les gusta el senderismo. “Queremos que se valore este entorno y por eso organizamos rutas por caminos desconocidos incluso para los locales”, señala Diego Herrera, uno de los integrantes de Rutarifa. Alternan los recorridos para adultos con los destinados a familias con niños y cuestan 3 euros por persona, dinero que se destina a los carteles de cada excursión y al documento con información sobre la historia, la flora y la fauna que ofrecen a cada uno al final de la jornada. Hay muchos paisajes por descubrir pero dos de los más sugerentes son el del Pinar del Guijuelo, cerca de Punta Paloma, con unas canteras romanas y formas rocosas misteriosas, y el Tajo de las Escobas, verdísimo incluso en verano por el Pico Luna, el punto más alto del Estrecho, con el llamado bosque de nieblas y la faz del Yebel Musa en Marruecos, donde supuestamente descansa una de las dos columnas de Hércules.

Para más información: 628 77 65 02, rutarifa@gmail.com.

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