Juego dulce y amargo

En su día ya hablé de la nueva bodega Dominio de Bibei, impulsada por dos jóvenes enólogos de estirpe y raza: Sara Pérez y René Barbier, y de su tinto Lalana, un mencía de casta borgoñona, de apariencia ligera, pero de grandes profundidades. Una experiencia parecida, algo menos arriesgada, es la que se puede experimentar con el blanco Lapola, elaborado con la misma filosofía y rigor, a base de la excelente variedad godello, con ligeros añadidos de albariño y un toque casi simbólico de doña Blanca.

El año 2010 fue cálido, neutralizando en parte el carácter brumal y refulgente de la Ribeira Sacra, lo que se refleja en el vino y justifica la prudente utilización de los distintos tipos de uva y viñas para compensar los desequilibrios de una maduración irregular.

Pese a todo, Lapola 2010 ofrece un aroma exquisito, lleno de encanto y sugerencias, que seduce con sus notas de fruta carnosa algo madura, el tenue perfume de las flores silvestres, un recuerdo otoñal de hojarasca, y los delicados matices de las especias dulces. Sensaciones que se expanden por la boca con su tacto mórbido, para acabar en el juego dulce/amargo de los blancos tiernos que se hacen grandes.

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