Boracay, la Ibiza filipina
Esta pequeña isla a 300 km de Manila es famosa por su trepidante vida nocturna
Boracay es una pequeña isla situada a unos 300 kilómetros al sur de Manila (35 minutos en avión) y es hoy en día el principal reclamo turístico de Filipinas y destino internacional de renombre, atrayendo multitud de turistas. Su playa principal es White Beach y como su nombre bien indica, consta de cuatro inolvidables kilómetros de una arena extremadamente fina y blanca, bañada de aguas colosalmente cristalinas y rodeadas por arrecifes de coral. La misma playa es, además, el principal pulmón turístico, abarrotado de centros de masaje, tiendas de recuerdos, restaurantes y hoteles.
El turismo comenzó durante la época de los años 80 y era por entonces una tranquila isla relativamente popular entre los mochileros, quienes hoy en día no la reconocerían. La isla ha sufrido una evidente transformación debido al implacable crecimiento del turismo y los casi 400 hoteles instalados desde entonces. Actualmente, centenares de hoteles y selectos restaurantes se expanden por toda la isla, creando un evidente daño ecológico. La sostenibilidad de la isla debido a la mala gestión de los residuos está en juego, así como la progresiva destrucción de los corales. Pero a pesar de la masificación de la playa principal, todavía se puede huir a decenas de diminutas y aisladas calas esparcidas por la ínsula.
Su éxito ha sido sencillo y bien repetido en otros lugares: se ha combinado un espacio idílico, con un turismo familiar de sol y playa, ofertando numerosas actividades acuáticas y hoteles de alto nivel. Las actividades más destacadas son el submarinismo, el kitebording y, sobre todo, el windsurf; de hecho, Boracay es sede de una competición internacional en los primeros meses del año.
Pero uno de las principales razones de su visita, sobretodo por los manileños mas adinerados es la trepidante vida nocturna de la isla. Alrededor de White Beach se encuentran innumerables bares y discotecas repletas de gente bailando hasta el amanecer. Tan pronto como el sol se despide a las seis de la tarde el happy hour hace su aparición en todas las terrazas y bares para calentar la que será una larga noche de fiesta. Miles de turistas japoneses, chinos y coreanos se adueñan de las pistas de baile donde, al más puro estilo ibicenco, destacados dj´s de renombre internacional suelen pinchar en los diferentes clubes durante la temporada alta. La fiesta se prolonga por todas sus calles, rodeadas de cocoteros y de fuegos malabares, y no termina hasta el amanecer, muchas veces sobre la caliente arena de la playa y contemplando un amanecer de ensueño. El estar en Boracay de fiesta es algo de lo que los habitantes de Manila presumen constantemente: es sinónimo de éxito laboral y social por lo que nadie puede rechazar un ofrecimiento a visitar la isla.
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