Ciencia y arte en un pub londinense
Entre pintas de cerveza y hamburguesas, uno puede asistir a una conferencia sobre computación cuántica en el local The Deveroux de Temple
Arte gig, ciencia arty... Hablo de una corriente, muy común en ciertos círculos londinenses, que intenta relacionar y poner en la misma sala la creatividad caprichosa del arte y la naturaleza pulcra de la ciencia. ¿De verdad es tan contemporáneo? Quizá no tanto: las pirámides mayas, incluso las primeras pinturas rupestres, el arte como consecuencia del progreso tecnológico, la música electrónica, el videoarte, el bioarte, hay ejemplos para aburrir.
Lo que suena a futuro lejano se le puede a uno presentar en forma de proyecto artístico-científico en el pub The Deveroux, cerca de la estación de metro de Temple (20 Devereux Court, Temple, 0044 20 35 824 602). Allí, la asociación de artistas Ideas Matter Sphere organiza charlas regulares impartidas por jóvenes creadores, frikis de la tecnología y el arte, de la ciencia, de las nuevas formas de entender la innovación, un soplo de aire estético para la ciencia y ciertos rudimentos de erudición para el arte. Para resumir la computación cuántica, base del proyecto que el físico Bobby Antonio presentó hace ya tiempo en The Deveroux, el joven científico hacía uso de una frase que alguien soltó allá por 1949: “Las computadoras del futuro podrían llegar a pesar menos de 1,5 toneladas”. Nos podemos imaginar de qué iba eso de la computación cuántica, en contraposición a la computación clásica, que es la que usamos hoy. A su lado, la artista Elizabeth Murton explicó su proyecto conjunto Comunicación cuántica a través de una cadena de espín.
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Hace unas semanas, el neurocientífico Hugo Spiers, el diseñador de sonido Tom Simmons y la artista Michaella Nettel explicaron, también en The Deveroux, su proyecto conjunto sobre las formas en que la memoria trabaja en nuestro cerebro. Una pantalla de proyector sobre el suelo de madera, cuatro pequeños altavoces y, sobre la mesa de los conferenciantes, mezclada con las de los asistentes, unos platos con hamburguesas a medio comer y un par de pintas de cerveza. El científico comenzó dando una charla sobre la forma en que procesamos los recuerdos y cómo nos es posible acceder a ellos, con datos sobre nuevas teorías y emocionantes descubrimientos que tuvo a toda la sala con la boca abierta, mientras en el proyector bailaban esquemas cerebrales, impulsos neuronales y cuadros de celdas sobre la representación de los recuerdos. Luego, Simmons y Nettell relataron cómo habían aplicado ciertas teorías sobre la asociación y percepción de recuerdos a una serie de grabaciones sonoras e imágenes de paisajes naturales editadas con ordenador. Es mucho más difícil explicar una obra de arte que una teoría científica, por eso existe el arte, la charla se volvió menos interesante a medida que se iba tornando más artística, más abstracta e imprecisa, pero Spiers subrayó que muchas de las aplicaciones, incluso de los razonamientos, de sus teorías se explicaban mejor por medio de una idealización artística.
Aquí, en The Deveroux, los que dan las charlas y explican sus proyectos suelen ser jóvenes de no más de 30 años, con la mente abierta, sin prejuicios y con cierta humildad de novatos que deja mucho espacio para la interacción con los oyente. Ideas Matter no es un caso extraño, estos afectuosos tocamientos entre arte y ciencia se dan en muchas otras asociaciones, organizaciones y estudios de artistas por todo Londres.
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