La vuelta al mundo en piano
Toronto se une a las urbes que sacan pianos a la calle dentro de la iniciativa 'Play me, I'm yours'
Hay una fecha, julio de 2015, que en Toronto está sonando con fuerza. Aunque todavía faltan tres años, la ciudad ya se prepara para acoger los Juegos Panamericanos. Se trata de un evento que apenas empieza a despuntar en el horizonte, pero en torno al cual se empiezan a realizar ya muy diversas actividades, como “Play me, I’m yours” (Tócame, soy tuyo).
Esta es una iniciativa musical y artística que va cambiando de país: son pianos colocados en la calle para que cualquiera pueda tocarlos. En el caso de Toronto, han sido 41 pianos que representan a los 41 países participantes en los Juegos. Y que se han puesto en diferentes puntos de la ciudad, como el Ayuntamiento, la Torre CN, el aeropuerto Pearson, bocas de metro, parques e incluso hay uno en el ferry que llega hasta la islas de Toronto, en el lago Ontario.
Hacerse con ellos fue toda una odisea. Don Shipley, el director creativo de Pan Am 2015, auspició el arduo proceso que incluía, primero, localizar los instrumentos en tiendas de segunda mano o a través de páginas web como Facebook o Kijiji, y segundo, encontrar 41 artistas locales, afiliados culturalmente con los países participantes (o directamente nacidos allí), para que los decorasen. “Pasamos semanas en contacto con las embajadas y consulados para dar con los candidatos idóneos”, apunta Shipley.
La mayoría de los pianos tienen entre 80 y 100 años y han quedado cubiertos por llamativos colores y duros contrastes, muy a lo Gauguin, muy a lo Macondo. “A los artistas se les ha dado rienda suelta”, puntualiza el creativo, “solo les pedimos que fuesen fieles a la cultura de su país”. Shipley, orgulloso por el resultado cosechado, reconoce que se trata de un proyecto fuera de lo normal porque “de verdad involucra a la gente”.
El proyecto “Play me, I’m yours” fue ideado hace unos años por el artista inglés, Luke Jerram, cuando al salir de la lavandería a la que acudía normalmente y comprobar que, pese a verse a diario, ninguno de los usuarios entablaba conversación, tuvo una revelación. “Aquí hace falta un piano”, resolvió. Lo siguiente que hizo fue ubicar 15 de los mismos alrededor de la ciudad de Birmingham. La idea funcionó.
Desde entonces este terremoto musical ha tomado vuelo y ha dejado sentir sus replicas en ciudades como Sao Paolo, París, Londres, Nueva York, Sídney o Barcelona. Éxito rotundo en todas. En la mayoría de ellas se ha usado, precisamente, con el mismo objetivo que en Toronto, promocionar algún evento destacado, aunque la idea principal, mantiene Jerram, es que cualquier persona pueda expresarse y conocer a otras personas a través de la música.
Antes de desperdigarse por Toronto, los pianos se reunieron en la plaza David Pécault, en el corazón de la ciudad, y brindaron, con orquesta incluida y a manos de varios niños, un concierto a toda la ciudad.
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