La escalera del desencuentro
El caos arquitectónico de esta iglesia refleja la enorme complejidad de las relaciones entre los diferentes cultos cristianos y, en cierta medida, entre todo Jerusalén. Fue construida por Elena, la madre de Constantino, 300 años después de la muerte de Jesucristo en el lugar donde los cristianos creen que fue crucificado, murió y resucitó. Junto a la de la Natividad en Belén, es la iglesia que lleva más tiempo abierta al culto, desde los tiempos en que los paganos empezaron a perder la batalla en defensa de sus viejos dioses. Destruida y reconstruida a lo largo de los siglos, recuperada y perdida durante las cruzadas, desde los tiempos de Saladino las llaves están en manos de la misma familia musulmana, Judeh al Gudiah, a causa de la incapacidad de las diferentes confesiones para entenderse. El estatuto establecido en 1853 no ha evitado que de vez en cuando los sacerdotes lleguen a las manos y que cualquier cambio represente subir un Himalaya (una escalera de madera, situada en la fachada principal desde hace años, que nadie quiere mover, resume la situación). Sobre este caos y estas diferencias se fue edificando la iglesia más sagrada del mundo.
