20 fotosGuerra en SiriaLas heridas de la guerra en Siria perviven en una ciudad turcaEn Reyhanli, Turquía, viven miles de sirios huidos de la guerra en su país. Entre ellos abundan quienes sufren discapacidades permanentes a causa de la violencia del conflictoJ. I. MotaEl PaísTurquía - 09 may 2022 - 07:41CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceRaya, de 13 años, perdió una pierna y parte de la otra en 2013, cuando detonó mientras jugaba un coche bomba con ella dentro en Damasco. Más de tres millones de sirios han quedado discapacitados a causa de la guerra, según un informe de 2017 de la Organización Mundial de la Salud y Handicap International.Cristina CascajoLos cuadros, bandejas y muñecas que hace a mano la siria Raya, de 13 años, junto a sus prótesis de las piernas. Raya sobrevivió a un coche bomba en Damasco, su ciudad natal, en 2014, pero perdió una pierna y la otra quedó destrozada.Cristina CascajoA Raya le encanta pintar y quiere ser arquitecta. Su familia la observa dibujando en su domicilio actual, en la ciudad turca de Reyhanli, fronteriza con Siria.Cristina CascajoRaya sonríe mientras realiza uno de los dibujos con los que luego hace sus cuadros y bandejas a mano. Vive en Reyhanli, ciudad turca fronteriza con Siria, con su familia desde octubre de 2016, cuando huyeron de su hogar.Cristina CascajoMuafak es uno de los fundadores de la ONG Rasul, con sede en Reyhanli y que proporciona ayuda a los sirios heridos de guerra tanto en Siria como en esta ciudad turca. Quedó paralítico después de un ataque aéreo en su país hace ya nueve años. En la imagen, está trabajando en su casa haciendo cuadros con hilo y que luego vende.Cristina CascajoMuafak, en su casa, sostiene un cuadro con la bandera de la oposición siria. La organización Rasul ayudó en 2021 a más de 2.500 víctimas de la guerra tanto en Siria como en Reyhanli, proporcionando muletas, sillas de ruedas eléctricas y manuales, y financiando el desplazamiento de estas víctimas a otras ciudades para someterse a intervenciones quirúrgicas, según cuentan sus fundadores.Cristina CascajoEl despacho de Abu Ismail, un sirio que vive en Reyhanli y que alquiló este lugar hace siete años para albergar a mujeres sirias con cáncer y que no tienen recursos para sobrevivir. Abu Ismail no quiso salir en la fotografía porque este centro es ilegal de cara al Estado turco y no está registrado como organización.Cristina CascajoAbdalá, de 10 años, ríe tímidamente en su cama. Está paralítico desde los siete años, cuando un ataque aéreo en su ciudad natal de Siria, Homs, en 2018 destrozó su hogar, mató a su hermano Hasán, de entonces 16 años, y dejó a este niño en una silla de ruedas para siempre.Cristina CascajoAbdalá con su teléfono, del que no se despega y con el que puede pasar horas, junto a dos chocolatinas. Llegó a Reyhanli con su madre, Nishreen, en 2018. Viven ambos en la casa alquilada por Abu Ismail para ayudar a mujeres sirias que padecen cáncer y no tienen recursos. No recuerda la última vez que jugó con un chico de su edad. De mayor le gustaría ser doctor.Cristina CascajoNishreen Qash junto a Abdalá en su habitación de Reyhanli. Pasan aquí los días, ya que tienen pocos recursos y en todas las escuelas que hay cerca enseñan en turco. Nishreen asegura que reciben 120 euros al mes, pero que envía la mitad a Siria, donde aún viven su marido y padre de Abdalá, Abu Hasan, y sus demás hijos, Mohamed y Asma, de 14 y 17 años.Cristina CascajoEntrada a la casa alquilada por Abu Ismail donde vive Abdalá con su madre junto a otras mujeres sirias. A la izquierda se aprecia el pequeño coche que un donante privado regaló a Abdalá para que pueda pasearse junto a su madre por Reyhanli. Nishreen asegura que lo hacen poco, ya que las calles de la ciudad no están bien asfaltadas y es peligroso.Cristina CascajoAhmed, sirio de 37 años, en el despacho de la ONG clandestina Casa para el Bienestar de los Heridos. Esta organización ilegal de cara al Estado turco, alquila una casa que alberga a 22 sirios heridos de guerra. El proceso para hacer la organización legal, asegura Ahmed, es “demasiado costoso”.Cristina CascajoRashed Al Masri en su cama de la casa que renta la organización Casa para el Bienestar de los Heridos. Nació hace 32 años en Homs, Siria. En 2015, asegura, un francotirador le disparó en la espalda y se quedó paralítico.Cristina CascajosAhmed, de 26 años, es de Idlib (Siria). Está sentado en su cama de la vivienda que les proporciona la organización clandestina Casa para el Bienestar de los Heridos, donde viven 22 sirios discapacitados a causa de la guerra.Cristina CascajoMahmoud, de 26 años, en una sesión con un fisioterapeuta voluntario en su habitación proporcionada por la ONG Casa para el Bienestar de los Heridos. Era taxista en Homs, Siria, cuando un ataque aéreo en el año 2015 lo dejó en silla de ruedas. Lleva cinco años en esta casa y está a la espera de una operación que no se puede permitir porque cuesta 700 euros. En la pared se observa la imagen de Ibrahim Qashoush, uno de los símbolos de las protestas que empezaron en Siria en 2011 contra el Gobierno de Bashar al Asad.Cristina CascajoRashed Al Masri (izquierda) y Mahmoud (derecha) en su habitación de la vivienda clandestina donde viven en Reyhanli junto a sus sillas de ruedas.Cristina CascajoWaleed Mansur, de 29 años, junto a Anas Salilo, de 35, en la habitación que comparten con otros dos compañeros en la vivienda que gestiona la organización Casa para el Bienestar de los Heridos. Son de Damasco y ambos tienen graves quemaduras, por lo que están a la espera de poder costearse las intervenciones. Waleed las tiene porque quedó atrapado en un bombardeo; a Anas le alcanzó un barril de explosivos lanzado desde un helicóptero.Cristina CascajoWaleed, apoyado en la puerta de una habitación. En su brazo derecho se pueden apreciar las quemaduras que le invaden también gran parte del cuerpo.Cristina CascajoVarios voluntarios preparan la comida para los 22 heridos de guerra que residen en la casa. Uno de ellos añade agua en un recipiente para hacer café turco.Cristina CascajoWaleed fuma en el patio de la casa donde vive desde hace años gratis gracias al apoyo de la ONG clandestina Casa para el Bienestar de los Heridos. Ahmed, el fundador de la organización, asegura que no tienen fondos ni donantes, y que si no consiguen dinero pronto, tendrán que dejar la casa y decenas de heridos no tendrán un techo para dormir. En Reyhanli hay decenas de organizaciones encubiertas que ayudan a sirios y sirias heridas de guerra, pero que no están registradas por no poder asumir el coste de formalizarse.Cristina Cascajo