
Paola vuelve a caminar sobre el salar de Uyuni
A los 16 años y siendo madre de un bebé, una adolescente boliviana sufrió la amputación de una pierna a causa de un cáncer. Esta es la historia, documentada a lo largo de más de dos años, de la lucha de Paola Cruz por recibir tratamiento, ponerse en pie y comenzar una nueva vida en Uyuni, uno de los lugares más pobres de Bolivia

La Paz, Bolivia, 3 de junio de 2019: Paola Cruz, de 15 años, descansa en una cama del Hospital de Clínicas después de que le amputaran la pierna derecha a causa de un cáncer. La enfermedad le fue diagnosticada cuando cursaba cuarto de Secundaria en la escuela Gregorio Pacheco, en las afueras del pueblo de Uyuni. La adolescente, madre de un niño de un año, creció en esta localidad pegada al salar que ha dado fama a este rincón del país: pese a ser uno de los grandes atractivos turísticos de Bolivia y la mayor reserva de litio del mundo, la mayoría de la población de la zona vive sumida en la pobreza.
Míriam, la madre de Paola, cuenta que el problema de su hija empezó por una caída en el colegio: se golpeó la rodilla y se hizo un pequeño corte. Llevaron a la niña a un médico de Uyuni, que le dijo que no tenía nada grave y le hizo una curación sencilla. Pasaron varios meses. Un día, Paola se encontraba en casa cuando de pronto la pierna le falló y se fue directa al suelo. La llevaron a un hospital en el pueblo, donde detectaron un tumor en el lugar donde se había golpeado tiempo atrás y le dijeron que era necesario hacer una biopsia.
Gastón Brito
Para realizar una biopsia del tumor de Paola, hubo que trasladarla al vecino departamento de Oruro: allí, un grupo de médicos le informó de que debía ir de urgencia a La Paz, la capital. Le dieron el número telefónico del doctor que les debía atender allí, pero una vez consiguieron llegar, el médico nunca respondió. Finalmente, gracias a la mediación de una asociación de pacientes de cáncer, lograron que se le hiciera la biopsia. Era enero de 2019 y el diagnóstico llegó como un mazazo: el tumor era maligno.
En la imagen, tomada ya en La Paz el 4 de julio de 2019, una voluntaria de Testigos de Jehová pone una mano en la cabeza de Paola y ora por su salud en la entrada del Hospital de Clínicas. El sistema público de salud de Bolivia sufre un grave problema de precariedad —que ha quedado aún más expuesto con la crisis sanitaria por la pandemia de covid-19—. Las personas con pocos recursos a menudo deben guardar fila desde la madrugada ante los hospitales para conseguir una ficha que les da derecho a tener una consulta con un especialista. Esto ocurre en ciudades donde hay una mayor infraestructura hospitalaria; en las localidades más pequeñas la atención sanitaria ni siquiera es una opción. En el sistema privado hay mejor infraestructura y equipos, pero los precios son inalcanzables para la inmensa mayoría de los bolivianos.
Gastón Brito
Durante cerca de dos meses, Míriam, su pareja y el hijo de Paola vivieron en un alojamiento en La Paz, gastando el poco dinero que tenían ahorrado. Cuando los médicos informaron a Paola de que debían amputarle la pierna, la adolescente se asustó y se negó. "Los médicos a veces no saben hablar —cuenta su madre—; le dijeron que hacía unos días habían amputado la pierna de un hombre que habría fallecido a los pocos días”. "Prefiero morir con mis dos pies", dijo entonces la niña. Así que pidieron el alta y regresaron a Uyuni, sin saber aún que la amputación iba a ser, al final, la única solución a la que podrían asirse para que la niña sobreviviera.
La imagen está tomada en Uyuni el 11 de julio de 2019: Paola sostiene a su hijo en el interior de su casa. La adolescente conoció a Samuel, quien ahora es su esposo, en 2018 a través de uno de sus tíos. Samuel trabajaba en un centro de lavado de coches y como mecánico cuando empezaron a salir. Al poco tuvieron al pequeño Joel.
Bolivia es uno de los países con mayor cantidad de embarazos prematuros en Latinoamérica. Según datos del Ministerio de Salud y Deportes recogidos por Unicef, representan un 16,5% del total en el país, lo que significa que al menos 104 adolescentes por día quedan embarazadas. De esa cantidad, seis son niñas menores de 15 años.
Gastón Brito
En los meses posteriores, el tumor continuó creciendo y Paola empeoró. En un entorno de creencias tradicionales y espirituales fuertemente arraigadas, familiares y amigos le instaron a aplicar todo tipo de remedios naturales que no lograron ninguna mejoría. Llegó un punto en que la joven dejó de comer y beber. Su madre quiso llevarla de nuevo al hospital, pero ella se negaba: "No quiero ir, por culpa de los doctores de aquí estoy mal. Si me hubieran atendido a tiempo nada de esto habría pasado".
La imagen está tomada en La Paz el 30 de agosto de 2019: Paola, con un gorro en la cabeza, durante una sesión de quimioterapia en el Hospital de Clínicas, ya después de la amputación de su pierna. Cada viaje a la capital boliviana desde Uyuni para someterse al tratamiento le suponía invertir casi diez horas de autobús en condiciones muy difíciles. En dos ocasiones tuvo que hacer varios kilómetros del trayecto caminando a causa de los cortes de carreteras.
Gastón Brito
La Paz, Bolivia, 20 de diciembre de 2019: La madre de Paola, Míriam, ayuda a su hija a levantarse después de su última sesión de quimioterapia y en su primer día de pruebas para la fabricación de la prótesis. Míriam acompañó a su hija a lo largo de toda la enfermedad. Su marido, padrastro de Paola, no quiso hacerse cargo del problema de una hija que no era suya y abandonó el hogar cuando la adolescente enfermó.
Entre los peores momentos antes de la amputación, Míriam recuerda que un día entró a la habitación de Paola y esta no la reconoció. Al revisar su pierna, vio un hueco a la altura de la rótula; la pierna estaba morada y con ampollas, y la adolescente gritaba de dolor. La mujer avisó entonces al hermano de Paola, que vivía en la ciudad de Cochabamba. Fue él quien, tras viajar a Uyuni, logró convencer a su hermana de que permitiera que le amputaran la pierna: debía lucha por su hijo, le insistió él.
Gastón Brito
El 24 de mayo de 2019, Paola Cruz recorrió en autobús el trayecto de casi diez horas a La Paz para ser internada en el área de oncología del Hospital de Clínicas. Después de tres días de exámenes, su estado empeoró y los médicos dijeron que había que operarla de inmediato. El doctor Quiroga fue el encargado de la amputación: entró a quirófano a las cuatro de la tarde y terminó pasadas las nueve de la noche.
Esta imagen está tomada en La Paz nueve meses después de aquella intervención, el 20 de diciembre de 2019: El ortopedista Ronald Cameo toma medidas para realizar el molde para la prótesis de Paola. El coste de la pierna artificial asciende a unos 5.000 euros, una cantidad fuera del alcance de la familia Cruz. La nueva pierna de la joven se logró costear gracias a una telemaratón organizada por la Defensoría de la Niñez y Adolescencia de Uyuni y el apoyo del Colegio Gregorio Pacheco, donde Paola estudiaba.
Gastón Brito
La Paz, Bolivia, 19 de noviembre de 2020: El ortopedista Ronald Cameo sostiene la prótesis de la pierna derecha de Paola. Al margen del coste de este tipo de piezas, el servicio oncológico en Bolivia es gratuito, según estipula una ley dictada por el Gobierno en agosto de 2019. Sin embargo, los pacientes afrontan la falta estructural de recursos de los hospitales públicos. Además, los enfermos aún deben costear el gasto de las evaluaciones preliminares y de las medicinas.
La de Paola, que se graduó del colegio casi a un año de su boda un 19 de diciembre del 2020, esta es una historia de superación y resiliencia en un entorno con muchas barreras para acceder a servicios sanitarios, a tratamientos oncológicos o a una prótesis como la que la adolescente necesitaba. Su último día de quimioterapia fue también el día en que le hicieron el molde de yeso para fabricar la prótesis. Lo pasó muy mal, porque acababa de recibir la sesión y, pese a la debilidad y los vómitos, debía estar de pie sobre el yeso alrededor de una hora.
Gastón Brito








