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Blogs / El Viajero
El blog de viajes
Por Paco Nadal

Getaria espera aún la llegada de Elcano

La localidad natal del navegante que completó la primera vuelta al mundo tiene uno de los cascos antiguos más agradables de la costa guipuzcoana. Y se prepara para celebrar el V centenario de la gesta de su paisano

El faro de San Antón corona el Ratón de Getaria; al fondo, la vista se pierde hasta el cabo Machichaco.
El faro de San Antón corona el Ratón de Getaria; al fondo, la vista se pierde hasta el cabo Machichaco.paco nadal
Paco Nadal

Cuando caminas calle abajo por la arteria principal del casco viejo de Getaria y llegas al recodo donde la fachada de la iglesia te obliga a girar a la derecha y enseguida otra vez a la izquierda para meterte en un pequeño túnel bajo el templo y salir por ahí a la muralla del mar piensas que, si en uno de eso recodos te sale de repente Juan Sebastián Elcano, mozo aún, no te sorprendería lo más mínimo.

Y es que, si un día se inventa el túnel del tiempo, será en este pequeño rincón urbano de una de las villas marineras más célebres de Euskadi que no ha cambiado de fisonomía desde tiempos del navegante (siglo XVI), si exceptuamos que ahora en vez de casas de pescadores con velas y redes remendadas en las puertas hay bares y restaurantes con parrilla de pescado a la vista.

La iglesia de San Salvador de Getaria es un soberbio templo gótico de una altura descomunal para una villa pesquera tan pequeña, lo que delata que hace 500 años había más poderío económico que ahora. Lo que también había —entonces y ahora— es poco espacio para embutir semejante templo dentro de los límites amurallados, así que se optó por soluciones prácticas: la nave principal está en cuesta y además descentrada con respecto al altar mayor y la cabecera. Pero ya se sabe, si un vasco se empeña en meter una catedral en un palmo de terreno, la mete.

Estatua de Juan Sebastián Elcano frente al Ayuntamiento de Getaria
Estatua de Juan Sebastián Elcano frente al Ayuntamiento de Getariapaco nadal

Getaria es junto con Donosti una de las villas más antiguas de Gipuzkoa. Y uno de sus puertos más seguros gracias al abrigo de los temporales de noroeste que ofrece el monte de San Antón —el conocido como Ratón de Getaria—; antes isla y desde el siglo XVI unido a tierra artificialmente. Sin embargo, por lo que se ha hecho más famosa aún es por uno de sus hijos ilustres: Juan Sebastián Elcano, nacido en una familia acomodada de pescadores y marinos getaiarras y que terminó por avatares de la vida comandando la única nao que regresó de la expedición de Magallanes, convirtiéndose junto con otros 17 supervivientes en el primer hombre en dar la vuelta al mundo.

Como aquella gesta duró tres años, de 1519 a 1522, las celebraciones se están estirando en el tiempo. En Sevilla se festejó la salida de la expedición en 2019. En Chile repicaron las campanas para celebrar el descubrimiento y paso del Estrecho de Magallanes en 2020.

Y para no solaparse con tantos fastos, Getaria, su ciudad natal, va a esperar al 6 de septiembre de 2022, cuando se cumplan justo 500 años del regreso de la nao Victoria a Sanlúcar de Barrameda, para echar el resto. Se están preparando celebraciones, exposiciones y actos culturales no solo en Getaria, sino en todo el País Vasco, que culminarán con una gran escenificación del desembarco en su villa natal (festejo que lleva casi un siglo celebrándose cada cuatro años, solo que esta vez será mucho más multitudinario y ambicioso). Incluso el Gobierno vasco ha decretado día festivo para toda la comunidad ese 6 de septiembre del año que viene. Será el Día de Elcano.

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En Getaria están contentos con la llegada de esa fecha, pero se lamentan de que el presupuesto para este V Centenario sea ínfimo y que vaya a suponer poco para el pueblo si se compara con el de 1922, el cuarto centenario de la gesta.

Terrazas en la zona de la muralla que da al puerto; al fondo, la iglesia de San Salvador
Terrazas en la zona de la muralla que da al puerto; al fondo, la iglesia de San SalvadorPaco Nadal

Hace 100 años, en la convulsa y pobre España de la década de los años veinte, se decidió echar la casa por la ventana y levantar un monumento gigantesco en la cumbre del monte San Antón para “honrar la memoria y resaltar la importancia de Elcano en aquella gesta y a la vez impulsar el reconocimiento internacional de la villa”, me cuenta Xabier Alberdi, director del museo Naval de Donosti, mientras paseo con él por el pueblo en busca de las huellas del marino guipuzcoano. El proyecto ganador fue el del arquitecto canario Miguel Martín Fernández de la Torre, que propuso una estatua de piedra tallada de 50 metros de altura con motivos marinos y a mayor gloria de Elcano.

El megaproyecto nunca llegó ni a iniciarse. En su lugar se construyó otro mucho más modesto sobre uno de los baluartes que quedaban de la muralla —y que hoy es uno de los puntos de visitas obligada en Getaria—, pero gracias a todos esos movimientos se hicieron cambios estructurales en la villa, que por aquellos entonces tenía casi el mismo intrincado urbanismo medieval que en época de Elcano. Se le dotó de nuevos viales, carretera de circunvalación y se mejoraron los accesos al puerto. Fue su Expo 92 o sus Olimpiadas. Los fastos que cambiaron la fisonomía de Getaria.

Lugar imprescindible de conocer es también el museo de su otro hijo famoso, el modisto Cristóbal Balenciaga, nacido aquí en 1895. Dicen que empezó su carrera cosiendo un vestido para la marquesa de Casa Torres. Su museo está en un edificio moderno anexo al palacio de Aldamar, la casa de veraneo de esa familia nobiliaria que tanto le ayudó, y en él se puede hacer un recorrido a través de sus creaciones por toda una época de la moda.

Se debe hacer una visita a alguna de sus famosas bodegas de txakoli (Getaria fue la primera denominación de origen de este vino blanco típico de la costa vasca que se elabora con uva hondarribi beltza y hondarribi zuri). Por ejemplo, a Bodegas Txomin Etxaniz, un histórico. O a Bodegas Gaintza, que también tiene visitas guiadas. Y luego subir a pie hasta el Ratón de Getaria, donde hay un faro y unas fantásticas vistas de la costa vasca desde el cabo Machichoco, por el oeste, hasta el cabo Higuer, frontera con Francia por el este.

Pero no nos engañemos, la inmensa mayoría de viajeros que recalan en Getaria —y son muchos— viene en busca de otra cosa muy concreta: el buen yantar y sus parrillas de pescado. Es un destino gastronómico de primer orden en Gipuzkoa y los fines de semana sus restaurantes, donde miman los pescados hechos siempre en parrilla de carbón y a la vista de la clientela, se ponen a reventar y cuesta encontrar mesa (mejor reservar, ¡el que avisa no es traidor!). Estos son mis cuatro favoritos:

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