Jo Cox, la insuperable fuerza del amor
Al cumplirse cinco años de su asesinato, recordamos el legado de la parlamentaria laborista británica, una importante figura de la cooperación internacional
Jo Cox (Reino Unido, 1974 - 2016) ha dejado un legado importante. La frase “es mucho más lo que nos une que lo que nos separa”, pronunciada al inicio de su periodo como parlamentaria, refleja una parte esencial de su identidad. Cox fue una persona que, poniendo en valor la diversidad, priorizó siempre la búsqueda de aquellos elementos que permiten conectar a todas las personas. De aquello que evita la deshumanización. Sin exclusiones.
Estos días recordamos la continuación de la lucha de Jo por la tolerancia. La inabarcable intensidad del sufrimiento posterior a aquel asesinato cometido hace cinco años. Se recuerda la unión de miles de personas tras su muerte. Los actos conmemorativos, las llamadas de teléfono, el duelo. Y la invitación a amar como Jo en los días anteriores. Un recordatorio emocionado y emocionante de la vida de una persona que, como el escritor Jack London, quería vivir y no solo existir. De una persona que vivió intensamente.
Nacida y crecida en el norte de Inglaterra, fue la primera persona en su familia en llegar a la universidad. Su llegada a un espacio de élite, la Universidad de Cambridge, fue difícil para ella: sentimiento de soledad, de no encajar entre personas con trayectorias familiares, económicas y geográficas más predecibles. En esos días ya demostró su capacidad de resistencia y, finalizando con éxito académico, terminó su etapa convencida de su capacidad para conseguir tener un impacto positivo en un mundo injusto.
Encuentros en los años posteriores reforzaron sus convicciones. Trazando hilos conductores entre realidades diferentes. Compatibilizando la conciencia de tener como origen una región perjudicada por las desigualdades dentro del país, con la conciencia vertiginosa que representan las desigualdades entre personas a escala planetaria. Trabajando apasionadamente en Bruselas y dejándose transformar por la pobreza de un barrio empobrecido de Ciudad del Cabo.
Siendo capaz de empatizar con diferentes partes en un conflicto, de escuchar. Entendiendo la historia contada por militares y políticos israelíes, sin dejar de sentir la injusticia sufrida por la población palestina. Sus experiencias en lugares como Gaza y Darfur aportaron una sensación de urgencia, un punto de impaciencia, a su carácter luminoso y optimista.
Jo fue una persona que, poniendo en valor la diversidad, priorizó siempre la búsqueda de aquellos elementos que permiten conectar a todas las personas. De aquello que evita la deshumanización. Sin exclusiones.
Jo es recordada entre muchas cosas por su trabajo como directiva de la ONG Oxfam, con quienes impulsó diversas causas humanitarias como la adopción del Tratado sobre Comercio de Armas. Asímismo, desde 2015 participó activamente como parlamentaria en actos para la continuación del Reino Unido en Europa.
Ella fue madre, siendo esta su tarea prioritaria aún durante su etapa como representante política. Su llegada al parlamento está conectada con sus orígenes, con su familia. Se mantuvo anclada a tierra, a un territorio y a una familia concretos, a la vez que su empatía se extendía globalmente.
En su trabajo parlamentario priorizó lo importante, frente a la posibilidad de ser reelegida unos años después. Destacó por su trabajo, dialogó con quien fuera conveniente relacionado con el conflicto en Siria que fue el tema principal de uno de sus discursos más destacados. Su sensibilidad le permitió, a partir de experiencias personales en su circunscripción electoral, liderar un trabajo contra la soledad que ha llevado a Reino Unido a ser un país pionero en ese ámbito. La Comisión sobre Soledad que impulsó conecta con su compromiso para conectar con la humanidad de todas las personas.
Es frecuente arrepentirse por aquello que no se pudo, o ya no se puede decir. En el juicio posterior al asesinato de Jo, se recordó que ella no era perfecta, que podía, por cosas como su inevitable impuntualidad, llegar a ser una de las personas más frustrantes del mundo. Que ella era poderosa por la intensidad de su pasión y el compromiso con sus valores. Que su amor, su ejemplo y sus valores siguen vivos.
Diego Escribano es jurista y experto en derechos humanos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.