El sector hídrico se sube a la ola de los datos
El abaratamiento de los costes y la mejora de los modelos matemáticos de predicción ofrecen la oportunidad de hacer más eficiente la gestión del agua
En un mundo cada vez más poblado, con riesgos climáticos en aumento e infraestructuras hidráulicas cada vez más antiguas, la digitalización abre una ventana de oportunidad. El abaratamiento de la tecnología y un mejor desarrollo de la ciberseguridad, clave a la hora de gestionar un bien de primera necesidad, llaman al optimismo. "Las infraestructuras requerirán una inversión anual de 18.300 millones de euros en la próxima década, suponiendo el 3% del PIB y creando 500.000 puestos de trabajo", asegura Guillermo Pascual, director de Operaciones y Transformación Digital de Suez en España, que menciona cálculos del Colegio de Ingenieros de Caminos.
"Se ha pasado de la teoría a la práctica en el ciclo del agua, lo que ayuda a enfrentar los riesgos ambientales de los que advierte el Foro Económico Mundial", resume Alejandro Maceira, fundador y director de iAgua. El año 2020 demostró que la previsión es capital; y en esa línea van los proyectos smart water (gestión inteligente del agua), modelos matemáticos de datos interpretables. Algunos ejemplos: en lo ambiental, anticipándose a inundaciones, como hace Suez en la vega del Segura; también sanitario: es posible detectar dónde hay mayor incidencia de covid-19 a través de aguas residuales, y social: una lectura más frecuente —hasta 12 veces al día planea hacerlo el Canal de Isabel II— puede detectar situaciones de peligro en colectivos vulnerables.
"Una gestión inteligente del agua ahorra energía", añade el subdirector de Telecontrol en Canal de Isabel II, Francisco Javier Fernández Delgado, que recuerda que "el ciclo del agua se lleva el 2% de lo que se produce". Optimizarlo puede ahorrar "hasta un 30% de energía", apostilla Xabier Armengol, vicepresidente de Industria de Schneider Electric Iberia. La extracción de datos, empero, no es nueva; hace una década que los sensores arrojan datos, recuerda David J. Vicente, investigador en el Centro Internacional de Métodos Numéricos en Ingeniería (CIMNE, en sus siglas en catalán). Lo que es nuevo son las formas de extracción; lo que no cambia que, en su opinión, "se necesiten expertos que sepan qué tipos de problemas hidráulicos se buscan y cómo resolverlos".
Asignaturas pendientes
La capacitación de trabajadores en activo deja tanto que desear como la resiliencia de los planes de estudios; y su inversión es tan escasa como la de I+D; según datos de 2018 de Eurostat, solo un 0,5% de los esfuerzos empresariales redunda en innovación. Y la inversión pública, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), aún no ha recuperado los niveles de inversión de antes de la crisis. El emprendimiento, sin embargo, innova en este ámbito y, según Maceira, podrían aumentar por los fondos europeos para la recuperación, que combinan sostenibilidad y digitalización. "En Idrica trabajamos mano a mano con GoHub, el hub de innovación abierta de Global Omnium. Las startups juegan un papel clave para nosotros, aportando soluciones de nicho para necesidades puntuales de las empresas", cuenta Francisco Salguero, director de Operaciones de Idrica. "Hasta ahora, las empresas solo veían las infraestructuras como un activo, pero deben empezar a ver el dato, y transformarlo en información que ayude a tomar buenas decisiones", resalta Jorge Helmbrecht, director general de WatEner, vinculado a ICT4Water Cluster, de la UE. Hay también hubs de corte ambiental, como Clean Rivers Hub, que, como explica su fundador, Eugeni Castejón, "aúna y motiva soluciones basadas en la naturaleza con la ingeniería. Robótica, big data, etcétera, para restaurar la salud de los ecosistemas".
El ciclo del agua siempre fue un ámbito para alianzas. "Colaboran el operador de infraestructura, un socio tecnológico que pone las herramientas y una red de partners, las soluciones", explica el portavoz de Schneider Electric. Lo que permite "habilitar nuevos modelos de relación con el cliente y de negocio", apunta Antoni Eroles, jefe de Producto y Smart&IoT de Cellnex, expertos en infraestructuras inalámbricas. Los desarrollos son infinitos: del blockchain al Internet de las cosas; de los gemelos digitales (simuladores) a la realidad virtual y la inteligencia artificial; innovaciones, según Eroles, "basadas en estándares de mercado y lo menos cerradas que sea posible, para evitar estar atado a soluciones ‘monolíticas’"
Pero este planteamiento no es escalable a toda la geografía. De ahí que el smart water sea fuente de desigualdad, lo que se opone a, entre otros, el Objetivo de Desarrollo Sostenible 6: Acceso al agua y saneamiento. Es lo que recuerda Hugo Pagalday Vergara, responsable de Marketing de ActivH2O, una tecnología de tratamiento de agua "para garantizar el acceso al agua, aún inviable para un alto porcentaje de la humanidad". E Israel Guzmán, fundador de Whater: "Lo smart deja fuera a abastecimientos y pequeñas poblaciones porque ahí no está el dinero; el 90% de las redes son para el 40% de la población". Para combatirlo, apunta el creador de la plataforma para localizar puntos de abastecimiento de agua, "cada vez existen más consorcios, muchos entre municipios".
Un ejemplo es Gavà, en Barcelona (46.705 habitantes). "Para acceder a fondos y ayudas no podemos ir solos, hay que aliarse. El trabajo con las empresas del territorio es crucial porque les importa el recurso", apunta Isabel Arnet Vilaseca, responsable de la oficina de ODS e innovación en Gavà. Otros territorios se quedan atrás por falta de conectividad. "Solo el 10% del planeta tiene cobertura, por lo que la penetración de estas soluciones es incipiente", asegura Jaume Sanpera, consejero delegado de Satelliot. En estos casos, una de las soluciones pasa por el 5G y los nanosatélites. "La información satelital es de alto valor científico", insiste Carlos Fernández de la Peña, vicepresidente de datos de Open Cosmos, fabricante de los nanosatélites. Ya trabajan desarrollando modelos hidrológicos a través de la gestión de agua y la monitorización de embalses, canalización de ríos, capas de nieve o acuíferos, entre otros.
Una fuente de vulnerabilidad
La gran cantidad de datos que el sector hídrico puede generar son, además de un activo, un riesgo. El consumidor puede sentirse vulnerable al dar a las compañías el control de los datos de sus consumos. Estas aseguran que trabajarán por la eficiencia y la privacidad, pero ya planean ofrecer tarifas específicas al conocer el comportamiento del consumidor, y esto no siempre beneficia a las familias. También las infraestructuras son vulnerables. Sería peligroso y grave sufrir hackeos, robo o uso ilícito de los datos de los suministros. Sobre ello advierte Alejandro Maceira, de iAgua: "Hay que pensar en la ciberseguridad, porque las infraestructuras se vuelven vulnerables al pasar todo por los datos y el remoto".
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