_
_
_
_

Chico Blanco: “Cadillac solitario’ me toca la fibra. Es un temazo y esa melodía llega en cualquier estilo”

La misma Granada que nos dio a 091 o Lagartija Nick produce ahora artistas que mezclan ‘trap’, ‘house’ y versiones de loquillo con respeto pero sin pudor. Entre ellos, Chico Blanco

Abraham Rivera
Pablo Cobo, más conocido como Chico Blanco, posa para ICON entre las flores del madrileño parque de El Retiro.
Pablo Cobo, más conocido como Chico Blanco, posa para ICON entre las flores del madrileño parque de El Retiro.Yago Castromil

Granada siempre ha sido conocida por su estrecha relación con la música. Enrique Morente, Los Planetas, Lagartija Nick, 091 o Napoleón Solo son algunos de los nombres que resuenan cuando se habla de la ciudad andaluza en términos sonoros. Pero entre las nuevas generaciones hay otras figuras que llaman la atención, más cercanas a movimientos como el trap, la música urbana, el reguetón o la electrónica. La Zowi, Yung Beef, Dellafuente o Chico Blanco se han erigido ídolos de los nacidos a finales de los noventa en adelante. Pablo Cobo, el último de ellos, es también el más joven, tiene 22 años, y lleva subido a un escenario desde los 14.

“Granada es una ciudad muy especial. Muy universitaria. Todos los años hay gente nueva que le da un montón de vida a la parte más creativa. Creo que, de las ciudades pequeñas, es la que más a la vanguardia está”, cuenta sentado delante de una botella de agua en una cafetería frente al parque de El Retiro. Ha venido a Madrid a pasar unos días y, ya de paso, a dejarse caer por la Mercedes-Benz Fashion Week, invitado por el diseñador Robber Rodríguez, flamante ganador este año del premio a mejor joven talento. Chico Blanco, con solo dos EP autoproducidos y publicados de forma independiente, se ha convertido en una de las sensaciones del momento.

Su último trabajo, Gominola, bebe de multitud de estilos y referentes. Lo mismo utiliza para la portada de un sencillo una imagen de James Patrick Dawson (aparecida originalmente en 1997 en la mítica revista californiana de temática gay XY), que samplea el Saturday night de Whigfield o intercala trozos del primer corto de Sofia Coppola, Lick the star, para un videoclip. “Mi mundo es el de las imágenes. Me tiro todo el día haciendo scroll en Instagram. Me gustaría leer más, pero ahora mismo soy incapaz de dedicarle a un libro el tiempo necesario. En todo caso, no me tomo muy en serio lo de consumir cultura”, comenta el joven granadino.

“Mi mundo es el de las imágenes. Me tiro todo el día haciendo scroll en Instagram. Me gustaría leer más, pero ahora mismo soy incapaz de dedicarle a un libro el tiempo necesario".
“Mi mundo es el de las imágenes. Me tiro todo el día haciendo scroll en Instagram. Me gustaría leer más, pero ahora mismo soy incapaz de dedicarle a un libro el tiempo necesario".Yago Castromil

Como apunte manifiesto de ese totum revolutum en el que, al igual que gran parte de su generación, está envuelto, se encuentra su fiesta Mareo, ahora mismo parada por el coronavirus. “Es una party que hacíamos en el Planta Baja, una de las mejores salas de Granada. Le llamamos Mareo porque nos gusta pensar que mareamos a la gente con todos los estilos diferentes que ponemos. Me rallan las fiestas de electrónica que solo pinchan un género”, comenta. “Hace unos meses pude ver a Héctor Oaks en la Industrial Copera y se puso hasta OBK en una discoteca eminentemente de techno. Eso es lo que a mí me gusta”.

Gominola –al igual que su anterior disco, Life after house– ha roto de algún modo la fina barrera entre géneros como el pop, el house, el hip hop o la música urbana. Ha llegado a versionar el Lullaby de los Cure y no ve raro acercarse a tótems del rock como Loquillo y su Cadillac solitario. “Le encantaba a mi padre y a mí también me toca la fibra. Es un temazo y creo que esas melodías llegan en cualquier estilo”, indica, mientras se le comenta la bellísima versión al piano que han hecho Hidrogenesse de su Caramelo house (Otro lado). Y todo ello, con una actitud desenfadada ante las drogas y el sexo. Cobo habla en sus letras de “comerte un rabo”, “gastarlo por la nariz” y “follarte en el colegio” con una normalidad muy apegada a los estándares juveniles de hoy, en los que fluido, no normativo y abierto son parte de su vocabulario.

En su órbita se encuentran otros chavales de su generación como su inseparable dj, 8Kitoo, Rusowsky, Mori o La Francesssa, a los que recomienda móvil en mano. En camino tiene un álbum de remezclas dedicado a Gominola y dos o tres sencillos más. “Me gustaría cerrar esta etapa de deep house y letras facilonas antes de final de año. Necesito evolucionar. Hacer cosas nuevas”, reflexiona. “Creo que lo que me pasa es que me ralla el pasado”.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Sobre la firma

Abraham Rivera
Escribe desde 2015 para EL PAÍS sobre gastronomía, buen beber, música y cultura. Antes ha sido comisario de diversos festivales, entre ellos Electrónica en Abril para La Casa Encendida, y ha colaborado con Museo Reina Sofía, CA2M y Matadero. También ha presentado el programa Retromanía, en Radio 3, durante una década.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_