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Alterconsumismo
Coordinado por Anna Argemí

Cómo arrancó la moneda social jurupi en plena pandemia

Esta iniciativa ecuatoriana revela la importancia de reunirnos aunque sea de forma virtual

Parte del cartel anunciador de la feria virtual de la Comunidad Jurupi, de Cuenca (Ecuador), que se celebra cada domingo.
Parte del cartel anunciador de la feria virtual de la Comunidad Jurupi, de Cuenca (Ecuador), que se celebra cada domingo.

Ya hemos vivido cómo el confinamiento, introducido por causa de la pandemia, restringe gravemente nuestra vida social, pero también es verdad que una moneda social ha conseguido superar esta dificultad que vivió durante su gestación: se trata de la jurupi, que nació el 22 de mayo en Cuenca (Ecuador), y sus socios cuentan (ver debajo) cuáles son sus secretos para que la Covid-19 no sea el obstáculo que les impida lograr sus sueños.

La base de jurupi, cuyo nombre proviene de una semilla criolla para producir jabones, era un grupo de vegetarianos que aprendían distintas alternativas. Se les ocurrió la idea de implementar una moneda social en el propio contexto de la pandemia y las reuniones frecuentes, celebradas virtualmente, fueron suficientes para seguir tejiendo el nivel crítico de la cohesión social, un elemento imprescindible para el arranque de tales proyectos.

La base de jurupi, cuyo nombre proviene de una semilla criolla para producir jabones, era un grupo de vegetarianos que aprendían distintas alternativas. Se les ocurrió la idea de implementar una moneda social en el propio contexto de la pandemia y las reuniones frecuentes, celebradas virtualmente, fueron suficientes para seguir tejiendo el nivel crítico de la cohesión social, un elemento imprescindible para el arranque de tales proyectos.

Varias monedas sociales no han conseguido la masa crítica necesaria por la insuficiencia de actividades

Esos pioneros lograron integrar a artesanos de distintas índoles al grupo, y también les ayudó el hecho de que no es una ciudad demasiado grande como Quito o Guayaquil. Cuenca cuenta con unos 660.000 habitantes, casi igual que la de Murcia, y la cercanía al campo les permitió acceder a las hortalizas.

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Esta moneda es completamente virtual, o sea, carece de billetes físicos o de sus equivalentes metálicos. Se gestiona a través del programa Cyclos, el mismo que usa la moneda catalana la turuta.

Una actividad relevante que quisiera destacar es la feria virtual que se organiza los domingos entre las 10h y las 12h, dedicada a que se conozcan los socios, evitando que el proyecto degenere en un mero mecanismo de transacción sin generar la interacción humana. En esas ferias dominicales la gente se pone de acuerdo para realizar compraventas; los vendedores depositan los productos en el centro de acopio por la mañana y los compradores los recogen por la tarde. Se usan horarios distintos para evitar el posible contagio. Además, se organizan varias charlas para que los socios de la moneda compartan e intercambien sobre distintos temas.

Otro punto importante sobre la feria virtual es su periodicidad. Me parece muy importante que sea semanal, porque la moneda social se convierte en una parte de nuestra rutina, en vez de convertirse sólo en eventos puntuales sin relevancia para nuestra vida cotidiana. He conocido varias monedas sociales que no han conseguido la masa crítica por la insuficiencia de actividades, pues las ferias quincenales o mensuales no pueden satisfacer nuestras necesidades diarias. Es cierto que requiere muchos esfuerzos para que haya actividades cada ocho días, pero yo diría que merece la pena, en baso no sólo a esta experiencia ecuatoriana sino también a las de otras prácticas históricas en Argentina.

Por otra parte, hay que resaltar el peso que tiene el centro de acopio, independientemente de la emergencia de la crisis sanitaria. Los encuentros dominicales sirven para cerrar pedidos y encargos mientras que el uso del almacén comunitario ayuda a que los socios entreguen y obtengan distintos productos en sólo un lugar, en vez de que un vendedor tenga que visitar a todos sus cinco o diez clientes esparcidos en toda la zona metropolitana. La combinación de eficacia y la amistad que ofrece este centro puede ser otro elemento importante para el éxito de esta iniciativa andina.

Los cuencanos ya han empezado a interaccionar con sus paisanos de distintas ciudades, formando paulatinamente una red nacional, y posiblemente sus vínculos con otros países permitan que sus experiencias sean compartidas más allá de la frontera nacional. Habría que prestar más atención a la evolución social que se está produciendo en Ecuador.

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