Un detalle que lleva a la gloria
Todo es normal y muy lógico hasta que Zvjáginsev aprovecha un pormenor para ganar la inmortalidad
"Las cosas pequeñas causan las grandes”. Esa frase del legendario entrenador de baloncesto estadounidense John Wooden tiene una gran aplicación en el ajedrez. Siempre fue así, desde su invención hace más de 1.500 años, pero más aún ahora cuando, por la gran influencia del entrenamiento con computadoras, la precisión y el juego concreto presiden las partidas de élite.
Esta se jugó en vísperas de que los mejores ajedrecistas del mundo fueran inhumanos, lo que aumenta el gran mérito del ganador, Vadim Zvjáginsev, frente a Roberto Cifuentes en el famoso festival anual del pueblo neerlandés de Wijk aan Zee, en 1995. El juego del chileno-español es impecable hasta que comete una pequeña inexactitud, casi imperceptible. Y el ruso crea entonces la gran obra de arte que le hará inmortal.
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