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Migrados
Coordinado por Lola Hierro

Caiga la noche sobre los CIE

No es tiempo de pensar en políticas migratorias represivas y en el internamiento como demostración de fuerza, basta con sancionar la estancia irregular con la multa que prevé la ley de extranjería

Fachada del Centro de Internamiento de Extranjeros de Tarifa, Cádiz.
Fachada del Centro de Internamiento de Extranjeros de Tarifa, Cádiz.Kristóf Hölvényi (SJM)

La foto muestra un barracón del cuartel de la Isla de las Palomas (Tarifa) reciclado como Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE). Un sol poniente de diciembre lo dora sin fuerza, confiriéndole un aire melancólico, que invita a la despedida. Tras un crepúsculo prolongado cayó la noche. Caiga así la noche sobre todos los CIE.

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En aquel momento, estaba lejos de imaginar que la covid-19 nos golpearía. Mucho menos, que llegaría a ver los CIE vaciados como consecuencia de la pandemia. Vuelvo sobre aquella imagen, y me parece que expresa bien esta situación insospechada: un crepúsculo que se prolonga sobre la institución del internamiento cautelar de personas extranjeras pendientes de expulsión o devolución.

Cuando los equipos del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) no pudimos visitar los CIE de Madrid, Barcelona, Valencia y Algeciras-Tarifa, seguimos la situación a distancia. Manteníamos contacto con directores de los centros, jueces de control y con otras organizaciones. A mediados de marzo la situación era confusa: altercados en Madrid y Barcelona, el pronto cierre de Tarifa y Barcelona, el goteo de puestas en libertad y derivaciones a recursos de ayuda humanitaria en los demás. Con el correr del tiempo, accediendo a documentación de los jueces de control, del Defensor del Pueblo y del Fiscal de Extranjería, quedó patente que Interior había hecho una interpretación correcta de la ley: con las fronteras cerradas, y siendo imposible ejecutar las órdenes de expulsión y devolución, el internamiento dejaba de tener sentido como medida cautelar.

Además, la concentración humana en espacios exiguos multiplicaba las ocasiones de contagio entre población interna y personal de servicio. De hecho, hubo contagios en el CIE de Las Palmas. La orden era no internar a más personas extranjeras en situación irregular y poner en libertad a las que estaban, con la precaución de buscar plazas de acogida humanitaria para quien no tuviera domicilio propio ni redes de apoyo. Así llegamos al 6 de mayo, fecha en la que fueron puestos en libertad los tres últimos internos que quedaban en Algeciras.

España ha podido vivir dos semanas con los CIE vacíos. La juez de control ha dictado un auto para limitar la ocupación del centro de Murcia cuando se retome el internamiento para prevenir contagios. El ministro del Interior ha declarado que retomará los internamientos, no cuando remita la pandemia, sino cuando se abran las fronteras exteriores y vuelva a poder ejecutar las órdenes de expulsión y de devolución. No parece que sea inminente, pero nunca se sabe. Si la interpretación de la ley fue correcta y justa a la hora de vaciar los CIE, es preciso pararse a pensar un poco más cuándo anhela retomar el internamiento.

Nos queda la impresión de que la covid-19 seguirá constituyendo una amenaza real mientras no se extienda una vacuna eficaz. La adaptación de los CIE a un internamiento en condiciones de seguridad para las personas internas y el personal de servicio sería muy costosa: desmesuradamente en tiempos de crisis.

Vemos que la presión migratoria ha disminuido en 2020: 6.498 personas han entrado irregularmente hasta el 15 de mayo (1.299 desde el estado de alarma); un 30% menos que en 2019. Canarias es la excepción: aumentan las entradas, 2.113 hasta el 15 de mayo (883 desde el 15 de marzo). Se están enviando a dispositivos de acogida humanitaria a quienes entran irregularmente. Es evidente que la pandemia condiciona los movimientos migratorios. Es plausible que la crisis económica que le sigue los condicione durante algunos años, como sucedió en la crisis anterior. Este horizonte debería alertarnos contra la tentación de generar angustia y xenofobia entre la población.

La adaptación de los CIE a un internamiento en condiciones de seguridad tras la pandemia puede salir muy costosa

En un horizonte de crisis económica, plausible disminución de la presión migratoria… Es sensato y justo plantear que caiga definitivamente la noche sobre los CIE. Con la ley en la mano, basta con sancionar la mera estancia irregular con la multa que prevé la ley de extranjería (LOEX), y no con la expulsión. Con la misma ley en la mano, basta con valerse de las medidas cautelares que prevé la LOEX para asegurar la expulsión, dejando el internamiento como último recurso en casos realmente excepcionales. En cambio, es preciso modificar la norma que regula los procedimientos de devolución. La ley de extranjería ordena solicitar autorización de internamiento para las personas a las que no se pueda devolver en 72 horas. Sin embargo, solo una minoría entra en un CIE. Quién es internado y quién no, en gran medida es fruto del azar: lo cual entraña una profunda injusticia.

Con todo, el SJM ha reclamado al Comisario General de Extranjería y Fronteras, al Fiscal de Extranjería y a los jueces de instrucción que pongan de su parte para no internar a más personas en CIE. Pero sé que la respuesta exige mucha clarividencia y coraje político. Por eso, tratamos de asegurar un mínimo: que no se interne a jóvenes con mayoría de edad dudosa, con indicios de dolencias físicas o mentales, o de haber sido objeto de trata, a quienes tengan redes de apoyo o domicilio propio; que se facilite la solicitud efectiva de protección internacional en las primeras 72 horas de detención para no ser encerrado. Invito a quien quiera, a firmar la causa abierta en VISIBLES.ORG por el cierre de los CIE, a adherirse como organización. Ya hay más de 2.000 firmas y 130 entidades adheridas.

Es tiempo de diseñar y aplicar políticas que amortigüen el impacto de la crisis y que impidan la irregularidad sobrevenida, tal y como ha expresado SJM en un decálogo de propuestas administrativas. No es tiempo de pensar en políticas migratorias represivas y en el internamiento como demostración de fuerza que solo tranquiliza a la opinión pública en el país. Los nuevos tiempos demandan que caiga definitivamente la noche sobre todos los CIE.

Josep Buades Fuster es director de la Asociación Claver-Servicio Jesuita Migrante (SJM) y responsable de la elaboración de los informes CIE del SJM.

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