De terror en el plató a amistad eterna: así fue el paso de estas estrellas de Hollywood por un rodaje español
De Sharon Stone a Anthony Perkins, de Klaus Kinski a Iggy Pop: todos estos mitos pasaron por España, rodaron con nuestros equipos y dejaron diferentes anécdotas y sabores de boca, que van del extradulce al más amargo
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Sharon Stone, un dolor de cabeza para José Frade
La película: En 1988 Javier Elorrieta y el productor José Frade decidieron actualizar el clásico de Vicente Blasco Ibáñez, Sangre y Arena, que ya había sido llevado a la pantalla tres veces. Conservaron la esencia (el triángulo amoroso entre un aspirante a torero, su novia de toda la vida y una dama rica que se interpone entre ambos) pero remozado al gusto de la época: el thriller erótico desacomplejado. Con el mercado extranjero en mente se rodó en inglés y con actores norteamericanos, entre ellos Sharon Stone (Pensilvania, 1955). La norteamericana estaba a menos de un lustro de convertirse en la sex symbol por antonomasia gracias a su papel en Instinto básico, pero en aquel momento sólo era una rubia guapísima que habíamos visto en películas como Loca Academia de Policía 4, Por encima de la ley o Acción Jackson y tenía como mayor mérito en su curriculum un breve paso por el cine de Woody Allen –tan breve que su papel en Recuerdos se denominó simplemente "Chica guapa en el tren"–. A su lado, el casi desconocido Christopher Rydell, Ana Torrent, Antonio Flores y José Luis de Vilallonga rodaron entre Madrid y Sevilla un guión firmado por el mismísimo Rafael Azcona.
¿Cómo resultó la experiencia? A tenor de las historias que han trascendido, parece que resultó mejor para ella que para los que la sufrieron. Según reconoció el propio Elorrieta, Stone se limitó a relacionarse con él y con Rydell aislándose del resto excepto para quejarse de casi todo, desde la tapicería hasta la colonia que usaba algún miembro del equipo, lo que llevó a la actriz a mantener más de un pulso con el productor José Frade. Una actitud que encaja con ls historia recogida en Los Angeles Times que la ha perseguido siempre y según la cual su actitud en el rodaje de Las minas del rey Salomón había sido tan inaguantable que antes de que filmara una escena de baño algunos miembros del equipo técnico se habían orinado en el agua. A pesar de ello, no todo fue negativo: la inmensa popularidad que la actriz consiguió gracias a Instinto Básico provocó que en 1992 uno de los vestidos que había lucido en la película se subastara para recoger fondos destinados a luchar contra el sida junto a dos raquetas de Arancha Sánchez Vicario y un pony de Bertín Osborne.
Viggo Mortensen, el colega de todos
La película: En 2006, Alatriste, la adaptación de la novela superventas de Pérez Reverte, se convirtió en uno de los proyectos más ambiciosos el cine español. Con un presupuesto récord y muchas expectativas, su director, Agustín Díaz Yanes, tuvo claro desde el principio que ese proyecto sólo se podría sustentar sobre el carisma de una estrella internacional y nadie encajaba mejor con el papel del espadachín que Viggo Mortensen (Nueva York, 1958). Tras el éxito de El señor de los anillos el neoyorquino se había convertido en un rostro conocido a nivel planetario y además contaba con una ventaja adicional: hablaba perfectamente español y ya conocía el cine patrio. Había trabajado en la adaptación del debut de Ray Loriga, La pistola de mi hermano, y en el thriller de José Luis Acosta Gimlet. ¿Aceptaría Mortensen volver al cine español ahora que era una megaestrella? “Me ha gustado mucho el guión, y si de verdad quieres que haga yo este personaje, y resulta que se puede, sería un honor para mí, me gustaría". Esa fue su respuesta según se recogió en un reportaje de Rocío García para EL PAÍS en el que Díaz Yanes destacó las facilidades que puso desde el principio el actor.
¿Cómo resultó la experiencia? Es de sobra conocido que para introducirse en el papel de Aragorn en El señor de los anillos, Mortensen dormía al raso e incluso se cosía su propia ropa, con lo cual no sorprende descubrir que para meterse en la piel de Diego Alatriste se recorriera León de punta a cabo para satisfacción de Pérez Reverte, que se sintió fascinado por la intensidad del actor. Sus compañeros de rodaje también se quedaron encandilados con la estrella, que no solo se tomó la molestia de ver sus películas para conocer su trabajo, sino que cada día llevaba al rodaje una bolsa de chucherías y dulces y bebidas típicas argentinas (el actor vivió varios años en Argentina, de ahí su perfecto español). En el mismo reportaje, Unax Ugalde, el más fiel compañero de Alatriste en pantalla, contó una anécdota que refleja perfectamente el carácter detallista del neoyorquino: "Cuando conoció mi gran afición infantil por los caramelos Sugus, me encontré un día en mi camerino la silueta con mi nombre en el suelo realizada toda con Sugus". Al margen de sus intervenciones en el cine patrio, hay otra buena razón para que el actor se sienta muy vinculado a España: desde hace varios años reside en Madrid con su pareja, la actriz Ariadna Gil.
Nicole Kidman, la estrella en un caserón
La película: Con tan sólo 30 años Alejandro Amenábar se enfrentó en Los otros a su primer proyecto en inglés y también a su primera gran superproducción, con un mareante presupuesto de 21 millones de dólares. Tom Cruise, que había comprado los derechos de su anterior película, Abre los ojos, se embarcó en la producción ejecutiva y la primera consecuencia fue que su por entonces mujer Nicole Kidman (Hawái, 1967), rebajando notablemente su caché, acabó interpretando el papel en el que el director había imaginado a Emily Watson.
¿Cómo resultó la experiencia? Tanto el rodaje como la estancia de la actriz y las visitas de Tom Cruise y sus hijos se produjeron en el más absoluto secretismo, lo que se garantizó alquilando al completo una casona montañesa rodeada de árboles centenarios. El único inconveniente que trascendió fue la lesión que la actriz sufrió durante el rodaje de Moulin Rouge y que obligó a retrasar cuatro meses la producción. El verdadero drama llegó cuando, tras el último golpe de claqueta, Cruise y Kidman anunciaron su separación y el nombre del actor empezó a relacionarse con el de su compañera en Vanilla Sky, Penélope Cruz, algo que de alguna manera sirvió para que la prensa internacional le dedicase más espacio a una cinta que acabó convirtiéndose en la más taquillera del cine español hasta la irrupción del fenómeno Ocho apellidos vascos.
Calista Flockhart, la musa por Toledo
La película: Tras el éxito de Los sin nombre y Darkness, Jaume Balagueró volvió a apostar por el cine de terror con una historia sobre un hospital infantil en el que empiezan a manifestarse fuerzas oscuras. Para el papel de la enfermera protagonista contó con la actriz Calista Flockhart (Illinois, 1964). "Era perfecta para encarnar al personaje” declaró en EL PAÍS. “Tiene un aspecto frágil, porque es muy menudita, y al mismo tiempo posee una fuerza inusitada que transmite con la mirada. Es capaz de evocar una intensidad incontrolable".
¿Cómo resultó la experiencia? Balagueró ya había trabajado con estrellas internacionales. Su anterior película, Darkness, estaba protagonizada por la oscarizada Anna Paquin, Ian Glenn (unos cuantos años antes de ser el fiel Jorah Mormont) y Lena Olin, pero la presencia de estos intérpretes en España no había despertado tanta expectación como la de Flockhart, popular no sólo por su papel en Ally McBeal sino también por su relación con Harrison Ford, de la que evitó hablar a pesar de la insistencia de los periodistas. Las visitas del actor, que en aquellos momentos preparaba el rodaje de Indiana Jones y la calavera de cristal, hicieron las delicias de la prensa. Ambos fueron vistos en el Museo del Prado, degustando cochinillo en Segovia y haciendo turismo por Toledo, donde no tuvieron problemas en dejarse fotografiar. Y Ford se quedó tan entusiasmado con la gastronomía toledana que incluso posó con una chaqueta de cocina.
David Hasselhoff, aprendiendo lo peor del castellano
La película: El inesperado éxito de Fuga de cerebros tuvo como consecuencia una secuela ya sin Mario Casas y Amaia Salamanca, pero con parte del elenco original y con la universidad de Harvard (que realmente era la cántabra Universidad de Comillas) en lugar de Oxford. Con Estados Unidos como telón de fondo, la comedia viró hacia el humor de las comedias ochenteras tipo Porkys, lo que se reforzó con la presencia de una de las figuras más reconocibles de la década, el cantante y actor David Hasselhoff (Baltimore, 1952). "Fuga de cerebros 2 acerca la cultura americana a la española y creyeron que yo era representante de esa cultura", declaró el actor en la rueda de prensa de presentación de la película. El protagonista de El coche fantástico fue la estrella absoluta del tráiler, que mostraba a los protagonistas enseñándole el arte del piropo con lindezas como "cuando te miro el escote, me pongo palote" o "tienes un polvo que no lo limpia ni el Centella".
¿Cómo resultó la experiencia? Hasselhoff, que ya había dado rienda suelta a su gusto por el humor escatológico en comedias como Cuestión de pelotas, se mostró encantado con su participación en la película y la correspondiente promoción. Llegó a su inevitable visita a El hormiguero conduciendo el emblemático Kitt, cantó a dúo con Pablo Motos y conoció a un fan que llevaba su imagen tatuada en el trasero. Algo que no debió de asustarle, mucho porque ha seguido viniendo a España de vacaciones regularmente.
Leslie Nielsen: entre ídolos y flatulencias
La película: Con sus homenajes a Los otros, Mar adentro o El laberinto de fauno, Spanish Movie, de Javier Ruiz Caldera, supuso en 2009 la primera apuesta del cine español por la parodia al estilo Top Secret o Aterriza como puedas y nadie mejor para dar el pistoletazo de salida al género que Leslie Nielsen (Regina, Canadá, 1928-Florida, 2010), el teniente Frank Drebin de la saga Agárralo como puedas y uno de los rostros esenciales del humor americano, a pesar de haber pasado más de la mitad de su carrera entre el drama, el terror y la ciencia ficción.
¿Cómo resultó la experiencia? “Tener a Leslie Nielsen en Spanish Movie era obligatorio”, declaró Ruiz Caldera a Cinemanía tras la muerte del actor en 2010. El director recalcó lo fácil que había sido trabajar con el actor y destacó su afición a improvisar y gastar bromas. Según él, Nielsen solía llevar encima una maquinita que imitaba el sonido de los pedos y la ponía en marcha en los momentos más inesperados. No era una afición novedosa: durante el rodaje de Aterriza como puedas le regaló una a cada miembro del equipo y tal era su devoción por las flatulencias que en su lápida puede leerse la frase "Let'er rip", un juego de palabras con las siglas RIP y "rip a fart" (tirarse un pedo). Pero sin duda el punto álgido de la película, que acabó siendo una de las más taquilleras del año, fue su reunión con otro genio del humor inclasificable: Chiquito de la Calzada. La confluencia de ambos en el teaser tuvo que hacerse de manera improvisada y en muy poco tiempo, pero los genios se entendieron a la perfección, el resultado puede verse aquí.
Iggy Pop, el rockero al que no le importaba el dinero
La película: En el año 95 Óscar Aibar pergeñó Atolladero, una de las películas más extrañas del cine español: un melancólico spaghetti western de ciencia ficción rodado en el desierto de los Monegros y basado en una historieta del propio director. Mezclando dinosaurios, vaqueros y asesinos despiadados y con un reparto que reunía a Iggy Pop (Míchigan,1947) con Pere Ponce y Félix Rotaeta (que falleció durante el rodaje), Atolladero, que nació maldita, ha acabado convirtiéndose en una obra de culto. Cuando Aibar contactó con el cantante, que ya había interpretados papeles en películas como Cry Baby de John Waters, este se apuntó encantado, fascinado por la posibilidad de interpretar a un asesino implacable y también interpretó el tema principal de la película (que no tiene desperdicio).
¿Cómo resultó la experiencia? Digna de una novela. Y por ello Aibar la narró en el libro Making Of (Mondadori), en el que utilizaba nombres falsos, pero tras los cuales era fácil vislumbrar a los personajes verdaderos como ese Jim Rock en el que se atisba claramente al cantante. Lo que nos permite descubrir la lucha que el actor mantuvo durante el rodaje contra sus adicciones y cómo fue el primero en estar dispuesto a seguir trabajando cuando los retrasos en los pagos amenazaron la producción. A pesar de los innumerables percances que sufrió la cinta, la experiencia no debió ser del todo negativa porque en 2014 volvió a España para rodar Blood Orange en Ibiza.
Hugh Grant: la película no le gustó, la chica sí
La película: Al contrario de lo habitual, que es importar luminarias extranjeras para interpretar a personajes castizos, Gonzalo Suárez reunió en Remando al viento (1987) a un puñado de actores extranjeros entre los que se encontraban Hugh Grant (Londres, 1960) y Elizabeth Hurley para recrear una historia tan británica como la génesis del personaje de Frankenstein de Mary Shelley. Las escarpadas costas asturianas fueron el escenario en el que se relacionaban Lord Byron (interpretado por Grant), Mary Shelley y Percy Bysshe Shelley y el resultado fue un film preciosista y anómalo en el cine español que se llevó la Concha de Plata en el Festival de Cine de San Sebastián y seis premios Goya, incluido el de mejor director.
¿Cómo resultó la experiencia? Parece que para Grant artísticamente no fue muy satisfactoria. Durante una de las mesas en las que The Hollywood Reporter reúne a los actores en la temporada de premios, el británico la puso de ejemplo de películas que sabes que son fallidas antes de empezar. "Pensaba, oh, bueno, esto no tiene sentido, esta película, se está haciendo en España con actores ingleses, con un director que no habla inglés y dinero alemán, nunca verá la luz del día, así que solo ve, diviértete durante tres meses y coquetea con la actriz que interpreta a Claire Claremont”. A nivel personal ese “euro pudding”, como la definió, tuvo un resultado inmejorable: la actriz que interpretaba a Claire Claremont era una debutante Elizabeth Hurley y durante el rodaje se enamoraron e iniciaron una relación que duró trece años.
Klaus Kinski: solo lo aguantó Miguel Bosé
La película: Tras el éxito de La línea del cielo, Fernando Colomo se alejó de su querencia por la comedia urbana para desarrollar uno de los proyectos más marcianos del cine español. Una historia de ciencia ficción medieval basada en la leyenda de San Jorge y el dragón con Miguel Bosé interpretando a un extraterrestre. Un desastre a cámara lenta que nació con vocación comercial y el presupuesto más alto que jamás había tenido una película española y estuvo a punto de finiquitar la carrera de Colomo. Así como su protagonista, el temperamental Klaus Kinski (Sopot, Polonia, 1926-California, 1991) estuvo a punto de acabar con su salud mental.
¿Cómo resultó la experiencia? Para el papel que acabó interpretando Kinski, Colomo había pensado en varios actores, entre ellos Burt Lancaster y Vincent Price, pero al final por problemas de agenda se quedaron con Kinski que estaba libre: en aquel momento ya nadie quería trabajar con él. Colomo no tardó en descubrir los motivos. “A la protagonista la intentó violar en el plató, aprovechando las relaciones paternofiliales de los personajes. A Fernando Rey le rompió una costilla en un desafortunado forcejeo no previsto en el guión; y a Harvey Keitel no osó tocarlo porque éste previamente había advertido que al primer incidente le soltaba un guantazo, con el mismo brazo tatuado que exhibía en Taxi driver”, escribió Colomo en su obituario para EL PAÍS, un homenaje que le llegó como un encargo y que escribió con la condición de que le dejasen hablar mal del actor. La película, que acabó costando más de trescientos millones cuando la media de las producciones españolas de la época no pasaba de los cincuenta, había sido pensada para triunfar en el mercado internacional pero la crítica la destrozó y su presencia en el exterior fue nula. Sin embargo, años después tuvo una nueva y sorprendente vida como cinta de culto, como desveló Colomo en el blog del escritor José Luis Salvador Estébenez, “me dijeron que en Estados Unidos era una película de culto en el mundo gay cuando salió en DVD, por Bosé, que salía depilado y demás".
Ryan Reynolds: destrozado, pero contanto
La película: Influenciado por su gran referente, Alfred Hitchcock, el gallego Rodrigo Cortés se sacó de la manga un thriller asfixiante llamado Buried que durante hora y media mantiene a su protagonista enterrado en un ataúd. Un guión que circulaba por Hollywood sin que nadie le prestase atención y para cuyo desarrollo, aparte de una notable pericia técnica, se necesitaba a un actor dispuesto a un esfuerzo sobrehumano. Y ahí es donde entró en juego el canadiense Ryan Reynolds (Vancouver, 1976) que demostrando buen olfato por primera vez en su carrera se sumó a un proyecto en el que su talento dramático destacó por fin.
Anthony Quinn en el rodaje de 'Valentina'.
¿Cómo resultó la experiencia? "Buried me preparó psicológicamente para cualquier rodaje. Solo eran diecisiete días y pensé que era el rodaje más corto de mi carrera, pero luego fueron como tres años de dolor", ironizó el actor durante la presentación de la película a la que calificó como “traumática”. Cortés corroboró la dureza del rodaje: “A Ryan Reynolds lo devolvimos en las condiciones más extremas imaginables, con la espalda sangrando, los dedos achicharrados por el encendedor y la piel completamente erosionada y destruida por la fricción con la rugosa madera", reveló a la Cadena Ser. A pesar de ello, afirmó que estaba dispuesto a volver a trabajar en España: “Jamás he vivido experiencia tan agotadora como Buried, ha sido la mayor tortura física de mi vida. Sin embargo, si pudiera rodar todas las películas de mi vida con un solo director, elegiría a Rodrigo Cortés". Tal vez lo considere un amuleto, tras su paso por aquel ataúd fue elegido el hombre más sexy del mundo, se hizo con el papel que cambió su vida, el deslenguado Deadpool, y gracias a su simpatía y su desinhibición en las redes sociales (a veces a costa de su mujer Blake Lively) se ha convertido en uno de los actores más queridos por los espectadores.
Naomi Watts: empapada, pero feliz
La película: La dramática peripecia de la española María Belón durante el tsunami que asoló las costas del sudeste asiático en 2004 le sirvió al director J. A. Bayona como base para Lo imposible, la película que le abrió definitivamente las puertas de Hollywood (y le descubrió al mundo a Tom Holland). Un reto técnico descomunal que implicó cuatro años de preparación y que requería a una gran estrella al frente. Por ello la elegida para dar vida a Belón fue la británica Naomi Watts (Shoreham, Reino Unido, 1968), que encabezó un reparto en el que se mezclaron nombres extranjeros como Ewan McGregor y Geraldine Chaplin con actores patrios como Marta Etura.
¿Cómo resultó la experiencia? A pesar de los inconvenientes de un rodaje en el que los desafíos técnicos se unieron al peor temporal en Tailandia en cuatro décadas y de algún percance técnico que estuvo a punto de poner en peligro la integridad física de Watts, la actriz se mostró entusiasmada con el resultado. "No podría decir con mayor sinceridad lo orgullosa que estoy de esta película. Es una historia importante, contada desde la verdad, y honramos la historia de María Belón". La actriz, que se declaró fan de El orfanato, no ahorró halagos para el director: “Juan Antonio tiene una pasión enorme, como nunca antes la había visto en alguien. Tanto es así que su determinación me convenció para rodar la cinta. No sabía si era adecuado hacerla porque se trata del mayor desastre natural de la historia. Pero en cuanto le conocí, supe que quería hacerla". Los halagos fueron recíprocos: Bayona siempre había pensado en ella para el papel. Al margen del buen funcionamiento en taquilla, Lo imposible le otorgó a Watts una nominación al Oscar en la categoría principal. Previamente ya había sido nominada en la categoría de mejor secundaria gracias a 21 gramos y a otro director de habla hispana, Alejandro González Iñárritu.
Anthony Perkins, el que daba los mejores consejos
La película: Tras su experiencia con Sharon Stone en Sangre y Arena, Javier Elorrieta volvió a unir un reparto internacional en Los gusanos no llevan bufanda, en inglés The naked target, con la idea de sumarse al carro de The naked gun (Agárralo como puedas en castellano) en el mercado anglosajón. Una comedia inclasificable que mezclaba a Anthony Perkins (Nueva York, 1932-California, 1992) con Beatriz Carvajal y Quique Camoiras y que supuso uno de los mayores descalabros del director.
¿Cómo resultó la experiencia? Si Sharon Stone lo pilló desprevenido no sucedió lo mismo con Perkins, el actor principal de la película. El olvidado Clayton Rohner le advirtió: “Joder, viene Perkins. Te vas a cagar. Es una prima donna. El tío más malo que te puedas encontrar”. Sin embargo, lo que se encontró fue a un actor muy curioso con el que entabló una gran amistad y que le desveló alguno de sus trucos, (el propio Perkins también fue director, se puso tras la cámara en Psicosis III, y guionista, pues escribió junto al compositor Stephen Sondheim el guión del thriller El fin de Sheyla). “Me preguntaba cómo iba a hacer alguna escena y cuando se lo explicaba me decía: 'Muy bien, pero al margen de esto, ¿qué te parece si cojo un montón de arena, la llevo en las manos y cuando yo frene la suelto y me sacas lleno de polvo?'. Y, oye, me enseñó cuatro o cinco trucos de Hollywood divinos”, desveló Elorrieta a José Luis Salvador Estébenez en la web La abadía de Berzano. Elorrieta también trabó amistad con la otra gran estrella internacional Roddy McDowall, ex niño prodigio y popular por su papel de en El planeta de los simios y en la serie de televisión Los cuentos del Mono de Oro. “Cuando tiempo después fui a Los Ángeles, Perkins me invitó a su casa y Roddy McDowall a comer a su restaurante dos días. Y es que eran unas personas magníficas que se portaron conmigo de maravilla y fueron muy cariñosos. Igual que a Sharon Stone nunca más la volví a ver, con Perkins y Roddy fue todo lo contrario”, añadió.
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