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Columna
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Carta a dos líderes

Un Gobierno minoritario no puede actuar eficazmente en una situación tan delicada. PSOE y PP deben pactar

Manuel Valls
Pedro Sánchez y Pablo Casado durante el pleno celebrado este jueves en el Congreso.
Pedro Sánchez y Pablo Casado durante el pleno celebrado este jueves en el Congreso.POOL

Antes que nada, deseo dar las gracias desde estas líneas a los miles de personas que desde el anonimato están luchando contra la Covid-19 en la primera línea de los hospitales, las residencias y los servicios sociales, el transporte, los establecimientos de alimentación y las farmacias, a los agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y a los militares. Y mi reconocimiento a los millones de ciudadanos que contribuyen desde el ejemplar confinamiento en sus casas. Quiero expresar mis condolencias a todas aquellas familias que estos días han sufrido la pérdida de seres queridos. Con una atención particular a esta generación que tanto ha hecho por España y por todos nosotros y que ahora es víctima principal de la epidemia. Muchos han muerto en soledad sin el cariño de los suyos. Me gustaría infundir ánimo a las personas que padecen la enfermedad. Les deseo un pronto restablecimiento.

Aún no podemos predecir el desenlace ni el balance que arrojará esta terrible pandemia que ha venido a alterar nuestra existencia. Pero son muchas las voces que estos días sostienen que cambiará nuestros sistemas de convivencia y forzará a los políticos a abandonar sus agendas personales y la de sus partidos para atender exclusivamente al interés general como servidores públicos. En España, de momento, constatamos que se ha ahondado la división política y territorial. Por esta razón, hoy me dirijo con el máximo respeto a los dos principales líderes políticos de este país, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder de la oposición y presidente del Partido Popular, Pablo Casado, para pedirles liderazgo y responsabilidad.

Vivimos ciertamente una situación inédita. El coronavirus afecta a casi todos los países, incluidas las dos superpotencias, Estados Unidos y China, sometiendo a una tensión desconocida las estructuras sociales, sanitarias y económicas en todo el mundo. Estados y gobiernos se han visto sorprendidos por la amplitud y la violencia del virus. En Francia se están dando los mismos debates que aquí sobre las mascarillas, los respiradores o las camas de UCI que faltaban. La historia puede ser más trágica todavía cuando ante acontecimientos extraordinariamente graves como éste no emergen sociedades cohesionadas lideradas por equipos preparados y responsables.

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Aún no sabemos lo suficiente sobre el virus y ese factor obliga a ser humildes y a medir cada una de las palabras que se lanzan a la opinión pública. Aún falta tiempo para salir del túnel con la vacuna que elimine esta amenaza global.

En cualquier caso, sí sabemos ya que el impacto económico será brutal, que el desempleo puede desbocarse porque muchas empresas de todo tipo y tamaño, rentables hasta ahora y generadoras de empleo, pueden desaparecer, y muchos autónomos pueden verse obligados a dejar su actividad. Las personas con empleos precarios, los más pobres de una sociedad que aún no se había recuperado de las heridas de la crisis económica de 2008, son y serán las primeras perjudicadas por esta nueva crisis.

Con insultos y ‘fake news’ vamos directamente al precipicio. No hay tiempo para peleas políticas

Ante este panorama, sólo caben medidas excepcionales, y las medidas excepcionales requieren unidad. Todos a una. Con división, incomunicación, reproches y la difusión constante de insultos y fake news vamos directamente al precipicio. No hay tiempo para las peleas políticas. Ya lo habrá para analizar lo sucedido y obtener las conclusiones que nos permitan prepararnos mejor, sin retrasos ni errores, para la próxima convulsión global.

Ahora es el momento de salvar vidas, empleos y el sistema democrático de convivencia que tanto costó construir. Una convivencia que para más inri sufre el ataque de los populismos, que podrían salir reforzados de la crisis acusando a todos los políticos que en algún momento han tenido responsabilidades de gobierno.

Un Gobierno minoritario no puede actuar eficazmente contra una situación tan delicada. PSOE y PP deben pactar las grandes medidas. Europa, aunque está empezando a reaccionar con las últimas decisiones del Banco Central Europeo y del Eurogrupo, ha perdido mucha credibilidad en las primeras semanas hasta el punto de que el gran proyecto de la construcción europea puede estar en peligro de muerte. Europa necesita una España fuerte con un Gobierno fuerte. Capaz de defender, con los de Francia e Italia, la apuesta por los coronabonos, las inversiones para el futuro y la soberanía europea en el orden mundial.

Hay que preparar la salida del confinamiento, no podemos permitirnos cometer errores. Hay que lograr unos nuevos Pactos de La Moncloa con todas las fuerzas económicas y sociales, en diálogo con las comunidades autónomas y con las dos grandes capitales del país, Madrid y Barcelona. Su primer objetivo ha de ser proteger a los más débiles. Y hay que diseñar y aprobar unos presupuestos excepcionales para la recuperación económica que den prioridad a la industria, la sanidad, la investigación y el turismo.

Lejos de los errores estratégicos de Albert Rivera, la nueva líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, acierta desde hace semanas en sus propuestas de pactos que sellen las grietas políticas que están llevando al país hacia el derrumbe. Para ello, Sánchez y Casado tienen que cambiar de actitud cuanto antes. Deben hablar constantemente, discretamente primero, para sacar el país adelante. El jefe del Gobierno debe hacer todo lo necesario y con sinceridad para lograr el consenso más amplio, mientras que el jefe de la oposición debe actuar como si gobernara. A esta generación de políticos les ha tocado un reto inverosímil. No es fácil, pero es el momento de romper con la política de siempre. Esto es así en España, en Francia y en otros países.

Las decisiones deben ser rápidas y estar fundamentadas en el conocimiento científico y la experiencia, no en el sesgo ideológico. Y deben tomarse con el máximo consenso político y social.

Todo mi apoyo al entendimiento entre Sánchez y Casado. Porque sólo si juntos consiguen enderezar esta situación de crisis política habrá opciones de salir del pozo por el que estamos bajando.

Manuel Valls es concejal del Ayuntamiento de Barcelona y ex primer ministro de Francia.

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