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Ian Somerhalder: "Yo era musculoso, si alguien intentaba tocarme los huevos sabía cómo salir de ahí"

Su personaje en ‘Perdidos’ duró poco. Pero es un tipo entusiasta y en ‘Crónicas vampíricas’ duró muchó más. Ahora en ‘V-wars’, de Netflix, lo hace todo. A ver lo que dura

El actor de Luisiana posa para ICON tras haberse dado él mismo los últimos retoques a su pelo.
El actor de Luisiana posa para ICON tras haberse dado él mismo los últimos retoques a su pelo.Darío Vázquez

“El puto aire español. Me encanta” exclama Ian Somerhalder llenando sus pulmones de polución madrileña. El actor lo experimenta todo con ese entusiasmo de boy scout que solo tienen los americanos y además él es de Louisiana, el estado más disfrutón: presume de los moratones que le dejó el festival Mardi Grass de Nueva Orleans (“fantásticos, amo cada uno de esos moratones”), saluda a todo el mundo chocando el puño y describe el trabajo del peluquero como “increíble” mientras camina hacia el baño para echarse cera y peinarse él mismo. Al salir muestra preocupación por (aunque no curiosidad por comprender) el conflicto catalán y cuenta que estuvo a punto de comprarse un apartamento en Sitges en 1998.

Entonces era modelo, gracias a que su madre invirtió su indemnización por despido (unos 9000 euros) en apuntarle a concursos de belleza y convenciones de cazatalentos. A los 10 años le fichó Eileen Ford y a los 16 Steven Meisel le vio en una polaroid y le dio ocho páginas en l'Uomo Vogue. “En aquel momento no había guerras, la economía iba de puta madre y Clinton era presidente. No eran tiempos agresivos, así que la industria de la moda reinaba en el mundo. Con 16 años fui imagen de Versace. Trabajé cada puto día de mi adolescencia, aprendí a comportarme en una reunión y a estar presente en la habitación”, explica. ¿Y en las habitaciones a puerta cerrada? “Sé cuidar de mí mismo. No pretendo sonar sexista, pero yo era un chaval rudo y musculoso, si alguien intentaba tocarme los huevos sabía cómo salir de ahí. No querría que mi hija viviese esa situación, vi lo que la industria de la moda hacía con muchas chicas y me daba miedo. Pero yo me lo pasé bomba, tío”, recuerda.

“Sé cuidar de mí mismo. No pretendo sonar sexista, pero yo era un chaval rudo y musculoso, si alguien intentaba tocarme los huevos sabía cómo salir de ahí. No querría que mi hija viviese esa situación, vi lo que la industria de la moda hacía con muchas chicas y me daba miedo. Pero yo me lo pasé bomba, tío”

Con el final de la pubertad, Somerhalder cambió de vocación. “¿Has leído a Malcolm Gladwell? Escribió un libro llamado Fueras de serie, deberías leerlo o pillarte el audiolibro, trata sobre las personas más exitosas del mundo, las que dejaron una huella en todos nosotros como Bill Gates o los Beatles. Hay una fórmula para el éxito que se tarda en alcanzar o bien diez años o bien 10.000 horas. Bill Gates programó durante 10.000 horas, los Beatles tocaron cinco o seis días a la semana durante 10.000 horas y yo fui modelo entre los 10 y los 20 años, trabajé como actor entre los 20 y los 30 y dos meses después de mi treinta cumpleaños me contrataron para Crónicas vampíricas, una de las series más grandes del mundo que cambió mi vida. Allí estuve desde los 30 a los 40”, analiza.

Su primer papel relevante fue como un universitario bisexual en Las reglas del juego, una obra de culto que tocaba una melodía que solo fueron capaces de escuchar los que eran adolescentes durante el cambio de siglo. “La película capturó un momento muy concreto en la historia, la gente todavía iba a bares a sentarse. Recuerdo ir a Barcelona a mi bar de absenta favorito del mundo, el Marsella, y pasarme las horas liándome cigarrillos, leyendo a Nietzsche y hablando con la gente. De repente conocía a una chica, almorzaba con ella y nos acabábamos enrollando”, recuerda. Normal que quisiese mudarse a Sitges.

Cuando Ian Somerhalder supo que su personaje en ‘Perdidos’ moría en episodio 20 quedó “devastado”.
Cuando Ian Somerhalder supo que su personaje en ‘Perdidos’ moría en episodio 20 quedó “devastado”.Darío Vázquez

“Pero internet ya estaba empezando a crear una generación desafectada” continúa. “Lo he hablado mil veces con [el autor de la novela] Bret Easton Ellis, en el fondo lo que todos ansiamos es ser amados”. ¿Y él está de acuerdo? “Sí. Como una planta necesita sol. Yo no fui a la universidad, pero pasé mucho tiempo en campus universitarios y allí no te conoces a ti mismo, estás lejos de casa y te ves atrapado en un mundo de testosterona, drogas y alcohol. Es un periodo de transición”.

La escena más memorable de Las reglas del juego fue suya: sentado en albornoz junto al chico de sus sueños, empezaba a sonar Faith de George Michael y acababan saltando en calzoncillos sobre la cama como dos niños con las hormonas disparadas. “Fue totalmente improvisado. De repente traen unos bafles enormes a la habitación y el director, Roger Avery [coguionista de Pulp Fiction], nos dice a Russell y a mí... por cierto es una pena que Russell desapareciera, era un actor increíble, voy a intentar localizarlo para ponerlo en mi serie. Bueno, pues Roger nos dice: 'Tíos, voy a poner una canción y en un momento dado quiero que os subáis a la cama, os desnudéis, bailéis y os divirtáis'. Así fue como ocurrió. En una sola toma. Y desde entonces no ha habido un solo día en el que no se me haya acercado alguien para hablarme de esa escena”.

"Bueno, pues Roger nos dice: 'Tíos, voy a poner una canción y en un momento dado quiero que os subáis a la cama, os desnudéis, bailéis y os divirtáis'. Así fue como ocurrió. En una sola toma. Y desde entonces no ha habido un solo día en el que no se me haya acercado alguien para hablarme de esa escena”

A Somerhalder la fama le llegó en medio de su segunda década del éxito. Perdidos cambió la forma, el fervor y la voracidad con las que el público consumía la ficción televisiva. Pero la alegría le duró 20 semanas porque su personaje, Boone, murió ante un shock colectivo que a él mismo también le pilló desprevenido: “Al leer aquel guión me sentí completa y jodidamente devastado”. Había 17 personajes en aquella isla, ¿por qué Boone? “Porque era el chico blanco guapito. Era fácil que el público se encariñase con él” razona para, tras una pausa, dejar claro que lleva 15 años culpándose a sí mismo. “Yo me tomaba mi profesión muy en serio y quería que Boone fuese un tipo serio, pero nadie quiere ver a un tipo serio. Si quieres ver a un tipo serio te vas a visitar a tu abuelo. Pienso, con retrospectiva, que si le hubiera aportado más ligereza, más matices y más diversión a Boone quizá habría sido más difícil para ellos matarlo”, especula.

Tampoco debería ser tan duro consigo mismo, teniendo en cuenta que Boone estaba ahí para atar en corto a su hermanastra Shannon, una auténtica granada sin anilla, y eso le dejaba poco espacio para la diversión a Somerhalder. “Eso tiene sentido. Entiendo lo que quieres decir. Es una observación fantástica”, agradece sin disimular su alivio.

La antesala de la célebre escena de 'Las reglas del juego' en la que Ian Somerhalder y Russell Sams bailan desnudos sobre la cama a ritmo de George Michael.
La antesala de la célebre escena de 'Las reglas del juego' en la que Ian Somerhalder y Russell Sams bailan desnudos sobre la cama a ritmo de George Michael.

Por eso cuando le ficharon para Crónicas vampíricas quiso demostrar que había aprendido la lección: se empeñó en que Damon Salvatore fuese tan impredecible que la audiencia no pudiera apartar los ojos de él. “Hice un personaje divertido, algo que no supe hacer con Boone. No supe hacerlo” insiste. Según la teoría de los ciclos del éxito de Caldwell, la serie de vampiros científicos de Netflix V-Wars inaugura una nueva década de triunfos. “No solo ejerzo como actor sino también como productor, director y, aunque sobre el papel no sea guionista, sí reconstruimos la serie entera en la sala de montaje. He trabajado todos los días durante 11 meses en la posproducción. Esta serie me llevó al hospital”.

"Como productor tuve que apurar cada centavo, nadie quiere darte dinero y tienes que justificar en qué lo vas a emplear. La grabación de las escenas adicionales se hizo con un presupuesto tan ajustado que yo traía las bandejas del café y de comida y les pedí a los actores que vinieran en sus propios coches"

Y eso que Somerhalder está en plena forma, gracias a su disciplina atlética y a las sesiones en una cámara hiperbárica que tiene instalada en su casa (en la que se introduce durante horas para respirar oxígeno puro aunque, eso sí, nada como el aire de Madrid). “Me agoté. Como productor tuve que apurar cada centavo, nadie quiere darte dinero y tienes que justificar en qué lo vas a emplear. La grabación de las escenas adicionales se hizo con un presupuesto tan ajustado que yo traía las bandejas del café y de comida y les pedí a los actores que vinieran en sus propios coches para ahorrarnos el dinero del transporte. Teníamos que poner todo el dinero en la pantalla. Grababa una escena como actor, luego otra como director y después me iba a una reunión ejecutiva para resolver cómo podríamos estirar el presupuesto hasta el final de la semana”.

Y esa responsabilidad le trajo hasta Madrid, donde aterrizó habiendo dormido 40 minutos para promocionar la serie por su cuenta (Netflix incluyó V-Wars en su catálogo por la puerta de atrás) tratando a cada persona con la que interactúa como si fuese su mejor amigo. “Todos los profesionales para los que he trabajado me han inculcado la capacidad para ser un líder, pero eso implica que no puedes desfallecer. Así que da igual lo que esté ocurriendo en tu vida, tienes que guardarte esa mierda para ti mismo y aparecer cada mañana con una sonrisa en la cara porque esa gente está trabajando cinco veces más duro que tú,” asegura. Porque Ian Somerhalder es, por encima de todo, un profesional del entusiasmo. “Gracias, hermano” se despide. “Hablar contigo ha sido increíble”.

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