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Columna
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La caja de sorpresas de EE UU

Todo es posible, lo fue en 2016, el inesperado triunfo de un ‘outsider’ político que gobierna emitiendo inauditos tuits más simples que una mata de habas

Francisco G. Basterra
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, este viernes en Atlanta.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, este viernes en Atlanta.JIM WATSON (AFP)

Nación joven busca septuagenario, frisando los 80, para la Casa Blanca, para sustituir a hombre blanco de 73 años, mentiroso patológico, envidioso de los autócratas, que ha puesto patas arriba el orden mundial liberal. Abstenerse mujeres. Sí es nación para viejos, pero no aún para mujeres; sí lo fue para un negro, ejerciendo la presidencia. Se busca un cambio tranquilo, no se trata de hacer la revolución. Se necesita una coalición de diversos para recoser Estados Unidos.

Todo es posible en América, lo fue en 2016, el inesperado triunfo de un outsider político que gobierna emitiendo inauditos tuits más simples que una mata de habas. Recuerdo de mi infancia unas cajas artilugio con un muelle en su interior, que se abrían arrojando sorpresas mientras saltaba un muñeco. Estados Unidos es hoy una caja de sorpresas, en la que cabe de todo. Todo es posible en América, como cantaba Rita Moreno en West Side Story.

La caja de las sorpresas ofrece también un dato destacado. Por primera vez, el socialismo no provoca ya las ronchas que producía y un reciente sondeo de Gallup resalta que los jóvenes tienen una buena opinión de una ideología hasta ahora obscena. Ha calado la idea de que primera superpotencia no puede seguir afligida por el hecho de que la brecha entre el 0,1% de su población y el otro 0,99% sea mayor que nunca. Pero no es posible, Mr. Bloomberg, comprar la presidencia invirtiendo medio billón de dólares en un bombardeo de saturación de anuncios en televisión.

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En solo unos días las primarias demócratas han purgado la carrera electoral. De los 10 negritos de Agatha Christie solo quedan dos. Bernie Sanders, 78 años y dos stents, autodenominado socialista democrático, populista como Trump, senador sin huella legislativa, gruñón, debelador del establecimiento político y financiero. Recuerda un poco al ex líder laborista Corbyn pero su programa va más allá. Rojo impracticable que probablemente regalaría el segundo mandato a Trump. El presidente estaría encantado de enfrentarse con Sanders, al que mezquinamente llama “chiflado”, y no con Biden. Bernie aporta otra sorpresa a la caja: los votantes más jóvenes son su principal base electoral, junto con los latinos, que compran su pasión por asaltar el sistema. Justo los electores que menos votan. La opción demócrata ya es solo binaria. Sanders o Biden. Este último, también senador durante 36 años, epítome de la clase política, 77 años, vicepresidente ocho años con Obama, moderado, es la fuerza tranquila, el cambio de Trump sin riesgo. Arrastra un tartamudeo desde su infancia. Patina en los debates, pero con su normalidad y decencia se hace querer. Y, sobre todo, es elegible.

El coronavirus ha infectado la economía mundial. La principal baza de Trump para ser reelegido el 3 de noviembre es la buena marcha de la economía estadounidense. No es descartable que la epidemia acabe siendo el cisne negro —el acontecimiento impensable e incontrolable— para derrotar a Donald Trump. Al precio de una recesión. La última sorpresa de la caja. Todavía hay partido. fgbasterra@gmail.com

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