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Ala sombra de la bola de espejos

“No puedo ni contártelo; hoy vas a la cárcel por cosas así”: el inventor de la música ‘disco’ recuerda su época más salvaje

Marc Cerrone, que hace 40 años hizo bailar al mundo y vendió 15 millones de discos, habla de la era dorada de la noche de París, del secreto de su eterna juventud y de su nuevo álbum, ‘DNA’

Cerrone, fotografiado en Madrid en exclusiva para ICON.
Cerrone, fotografiado en Madrid en exclusiva para ICON.(Foto: Ximena & Sergio)

Una pista: busque entre sus discos o playlists; si en la portada hay una bola de espejos o unas chicas con poca ropa tiene, seguro, algún tema suyo. Otra: Climax, la última película de Gaspar Noé. Lo que suena durante los magistrales diez minutos del plano secuencia inicial es Supernature, corte producido en 1977 por este curioso batería francés, solista en su desempeño artístico y locuaz en la conversación. “Gaspar vino a verme”, cuenta Marc Cerrone, “y me pidió el tema sin voz. Fui al estudio y lo remastericé. Y a medida que lo escuchaba iba diciéndome: ‘Hum, no está mal’. Esto me inspiró a crear un nuevo álbum”. Se llama DNA y, en efecto, parece proyectado desde ese instrumental gomoso y futurista de la película. “Recuperar ese tema avivó recuerdos del inicio de mi carrera, más electrónica y aún no tan funk. Fue un buen regalo”.

Soy un tipo afortunado. En los últimos 15 años he entrado en más de 100 hits ajenos a través de samples

Cerrone se presenta como un tipo con suerte. Nació en París en 1952, así que tuvo tiempo de ver a Jimi Hendrix en el Olympia en el 67, y ahí descubrir su pasión por la batería. Su familia le compró la primera y aprendió tan rápido que a los 16 años ya tocaba en los bares de Saint Tropez. Eddie Barclay –que había descubierto a Brel y Aznavour, y fichado a Fela Kuti o Stéphane Grapelli– le vio y contrató a su grupo, Kongas, cuya mezcla de afrofunk con Santana se materializaría en dos discos.

Pero Cerrone tenía más ideas, y empezó a grabar él solo temas más largos. Con el primero, Love in C minor (1976), más de 16 minutos, las cosas le salieron sorprendente y accidentalmente bien. “Lo autoedité pensando vender cien copias, pero tuve la suerte de que alguien en una tienda de discos en Francia enviara por error una caja a Nueva York y que al mayorista que recibió el paquete le encantara. Este, también dj, fue quien empezó a pinchar el tema”. Luego, la cosa se fue haciendo más y más grande. “De repente estoy sonando en EE UU, vendo tres millones de copias, gano un Grammy y digo: ‘ok, esto va a durar un poco más’. Y hago otro disco, Paradise [1977], y el mismo éxito… Y al año siguiente Supernature y ¡ocho millones de discos!”.

Cerrone descansando de tantos años de baile.
Cerrone descansando de tantos años de baile.

Contratado en Atlantic por Ahmet Ertegün, el tipo que había fichado a Led Zeppelin, Cerrone colocó por todo el país sus singles, siempre enfundados en unas cubiertas eróticokitsch que cuesta imaginar ahora. “Era la época. Había llegado la píldora anticonceptiva y el sexo estaba en el aire. Pero bueno, en esos días teníamos a Gainsbourg con Je t’aime moi non plus, que era más fuerte que lo mío”. Lo suyo era la música de baile, y el momento era el del final de la nueva ola: el punk rock languidecía ante el hedonismo disco. Studio 54 era el lugar, y Cerrone siempre tenía una mesa puesta y una botella de champán esperándole. “No puedo ni contártelo; hoy vas a la cárcel por cosas así”. Entrados los ochenta, todo ese fenómeno disco llegó a Europa. “En París el sitio era el Palace. Una copia del Studio: en vez de Warhol, Jean Paul Gaultier. Pero era lo mismo”. Esa fue la escuela sonora de la siguiente generación. “Daft Punk fueron la primera banda groove, funk, disco, dance o como lo quieras llamar con una perspectiva realmente fresca”. Curiosamente, el dúo de los cascos metalizados dio más visibilidad a una estrella italiana de esa misma época. “¿Que si le dieron crédito a Giorgio Moroder en vez de a mí? Eso no importa; los chicos y yo nos respetamos. Además, vinieron a verme dos años después [Random access memories, 2013] con un sample mío que querían utilizar en su nuevo disco”, resuelve con elegancia.

En París el sitio era el Palace. Una copia del Studio 54: en vez de Warhol, Jean Paul Gaultier. Pero era lo mismo

¿Las discotecas siguen siendo el lugar? “Más aún que en los setenta. El sábado noche sigue siendo el mismo. La gente de 20 sigue queriendo bailar. Además, antes solo sonaban los hits radiofónicos y hoy, lo que sea”. Cada 20 años el revival trae una música del pasado, pero con la música disco el periodo es más corto. ¿Por qué? “No lo sé. Soy un tipo afortunado. En los últimos 15 años he entrado en más de 100 hits ajenos a través de samples”, dice, refiriéndose a Beastie Boys, Bob Sinclar, LL Cool J, Run-DMC, Nas o Sébastien Tellier. “Eso me ayuda a colocar mi sonido no en el pasado sino en el presente. Siempre tengo un público entre los 18 y los 35 años: desde los setenta hasta ahora. No me preguntes por qué: lo acepto”.

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