_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Erais buenísimos

En tiempos de urgencias se pretende que los gestos más simples aspiren a explicar causas complejas

Manuel Jabois
Alfonso Alonso, durante la rueda de prensa donde anunció su dimisión como presidente del PP vasco.
Alfonso Alonso, durante la rueda de prensa donde anunció su dimisión como presidente del PP vasco.L. RICO

Siempre que un jugador se va del Real Madrid llamo a mis amigos barcelonistas para que me cuenten, a mí, lo bueno que era. Eso, si el club decidió traspasarlo. Si es el jugador el que ha decidido irse del Madrid, raro es que no se empiece una campaña para darle el Balón de Oro, independientemente de cómo juegue.

Más información
Feijóo: “Lamento profundamente que Alonso deje la política. Espero que lo reconsidere”
Alfonso Alonso deja la política tras ser apartado por Casado: “Así es imposible seguir”

En su rueda de prensa de despedida, el excandidato del PP vasco Alfonso Alonso probablemente se emocionó al descubrir justo ahora su talla de estadista. De golpe, el hombre que deja la política se entera que durante todos estos años sus adversarios políticos lo tenían en secreto como una especie de referente ideológico de la derecha, un hombre moderado y capaz, alguien en quien confiar el destino de un Gobierno aun desde la discrepancia y el debate. Se había marchado Borja Sémper antes entre tantas ovaciones del rival que casi termina liderando el PSOE vasco.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Siempre se van los mejores no es una frase hecha: es la certificación de que eres bueno o malo dependiendo del lugar en el que estés. Rubalcaba, que no pudo ser más enemigo de la derecha y al que se le atribuyeron los males más insospechados, era buenísimo cuando se apartó de la línea del PSOE, aunque fuera su línea de siempre, solo que antes no se supo ver.

No hay como irse de un partido para que de repente se pose sobre ti un halo de moderación y sentido de Estado. Siempre se van los mejores, los capaces, los que querían lo mejor para España; eso sí, lo quieren si ya no pueden intervenir. Tan inútil es negar que Alonso o Sémper representan algo distinto en el PP, al menos algo más distinto que Iturgaiz, como negar que, de seguir en sus puestos, serían piezas diabólicas que derrumbar cuanto antes. Pocas figuras más divertidas hay en política que el “verso suelto”, pocas menos prestigiadas y más juzgadas. Los tuyos te acusan de alta traición por la mínima discrepancia; los contrarios te acusan de la máxima hipocresía y cinismo por no irte (“si piensas eso, por qué estás ahí”). Cuando se habla de la polarización, piénsese en cuánto se toleran, por unos y otros, ideas distintas dentro de un partido sin tener obligatoriamente que romper con él o que te echen.

De fondo hay una idea nuclear que tiene muchísima fuerza; es el “algo hiciste” aplicado irónicamente a la política. “Si te echan de ahí es que eres bueno”, versión de ese mantra que dice que “si te atacan estos, voy contigo” sin atender a argumentos, debates o ideas. Basta una señal.

La realidad es que nada de eso convierte automáticamente en bueno o malo a nadie, pero en tiempos de urgencias se pretende que los gestos más simples aspiren a explicar causas complejas. Cómo no se va a emocionar Alonso en su despedida si de repente se le ha explicado, a él, lo bueno que era. Cómo no va a estar contento Pablo Casado si se acaba de enterar de quién era realmente Alfonso Alonso. Cómo pretende un militante contrario que alguien se crea su enfado cuando, si es verdad que era tan bueno, peor le irá a tu rival. Hay, con todo, un denominador común en todos estos casos de santo súbito: los que te quieren ahora no te votarán nunca. Te quieren solo por joder.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario de Pontevedra. Ha trabajado en El Mundo y Onda Cero. Colabora a diario en la Cadena Ser. Su última novela es 'Mirafiori' (2023). En EL PAÍS firma reportajes, crónicas, entrevistas y columnas.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_