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El “infierno demográfico” de Vox no existe o por qué el índice de 2,1 hijos por mujer “es un tópico falso”

La mayoría de demógrafos en España rechaza la visión apocalíptica del partido de Abascal, que propone una paga universal de 100 euros por mujer para fomentar la natalidad

La familia de Francisco Troncoso y Dolores Guisado, con 18 hijos, Premio Nacional de Natalidad de 1976.
La familia de Francisco Troncoso y Dolores Guisado, con 18 hijos, Premio Nacional de Natalidad de 1976.
Patricia R. Blanco

“El infierno demográfico” contra el que Vox quiere luchar con una paga universal de 100 euros mensuales por hijo no existe. La propuesta, presentada en el Congreso de los Diputados el pasado día 19, pretende impulsar la natalidad, apoyada en el discurso del catastrofismo demográfico hacia el que supuestamente se aboca Occidente por el envejecimiento de la población. Pero la mayoría de demógrafos en España rechaza esta visión apocalíptica, basada en tópicos falsos como el “suicidio demográfico” o el “falaz” índice de fecundidad de reemplazo de 2,1 hijos por mujer.

“La ultraderecha en toda Europa ha encontrado en la demografía una veta para repartir influencia y crear un discurso ideológico cuyo objetivo” es revestir de problema demográfico lo que en realidad son problemas económicos, protesta Andreu Domingo, doctor en Sociología y subdirector del Centre d’Estudis Demogràfics de la Universidad Autónoma de Barcelona. “La ultraderecha no te hablará del problema de los jóvenes para encontrar trabajo o de la mala inserción laboral de las mujeres, sino del egoísmo de las mujeres que no quieren tener hijos”. Y para apuntalar esta retórica, la extrema derecha, según Domingo, alude a tres falsas metáforas: el “invierno demográfico”, para alertar sobre el envejecimiento de la población; “el suicidio demográfico”, con el que critica la baja natalidad; y el “gran reemplazo”, para advertir del peligro de la inmigración. Todas ellas, explica el experto, editor del libro Demografía y posverdad (Icaria, 2018), aparecen en los sermones de partidos como Vox.

El “invierno demográfico”

“Han conseguido meternos en la cabeza la idea de que el envejecimiento de la población es un problema, cuando en realidad es una bendición, porque nunca hemos vivido una situación demográfica tan favorable”, afirma Julio Pérez, demógrafo del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas). “Cuando se tenían 4,5 hijos por mujer en España a principios del siglo XX, había en el país 18 millones de habitantes, y ahora somos 47… ¿Cómo podemos hablar de crisis demográfica?”, se pregunta.

La clave, según explica, es que “hemos vivido una revolución demográfica que ha consistido en que la gente que traemos al mundo hoy en día vive el triple que hace un siglo”. “En España, en 1900, uno de cada cinco niños se moría antes de cumplir un año, y la mitad se había muerto antes de los 15”, subraya Julio Pérez, autor del blog Apuntes de demografía. De la misma opinión es Antía Pérez Caramés, profesora de sociología en la Universidad de A Coruña y experta en demografía y migraciones. “El envejecimiento de la población no es en absoluto problemático”, asegura. El problema, continúa, es “si no hubiese suficientes recursos de atención para los mayores”.

“El envejecimiento de la población es una bendición”

Tampoco el envejecimiento de la población ha puesto en peligro el sistema de pensiones, según consideran los expertos consultados. “El sistema de bienestar social y de seguridad social en España es infinitamente más sólido que en los años sesenta o setenta”, opina Julio Pérez. “Tenemos una gran cantidad de población inactiva, de mujeres que no pueden tener una carrera laboral continuada y completa, de jóvenes que no consiguen un empleo”, problemas que inciden en el número de cotizantes, añade Antía Pérez Caramés. Lo que demuestra, según considera, que la cuestión del pago de las pensiones “no es un problema demográfico, sino de falta de adaptación de la sociedad a sus circunstancias”.

El “suicidio demográfico”

La solución, en cualquier caso, no se encuentra en el aumento de la natalidad ni en el manido índice de fecundidad de 2,1 hijos por mujer, coinciden los expertos. “Esto es una falacia muy fácil de evidenciar, es una creencia absolutamente errónea, que ignora que la reproducción no es una cuestión de fecundidad, sino de balance entre fecundidad y mortalidad”, asegura Julio Pérez. “En España, en 1900, la fecundidad de quienes tenían hijos era de seis hijos por mujer y el reemplazo era absolutamente desastroso”, añade. Además, el índice del 2,1, no tiene en cuenta “el impacto de los flujos migratorios en el sostenimiento de los habitantes”, apunta Antía Pérez Caramés.

El “gran reemplazo”

Pero recurrir a los inmigrantes para frenar el envejecimiento de la población tampoco gusta a la ultraderecha, que ha encontrado un filón en la conspiración del “gran reemplazo”. Difundida por el escritor francés Renaud Camus en los noventa en un libro con el mismo nombre, defiende que “las ONG y las izquierdas, con la connivencia de las élites liberales, quieren sustituir a la población blanca y europea por africanos, porque son más sumisos, trabajan más” y votarán a quienes permiten su entrada, explica Andreu Domingo. Y si finalmente son imprescindibles los inmigrantes para pagar las pensiones, que al menos sean blancos. “No es que no quieran inmigración, sino que quieren una selección étnica de las migraciones”, alerta el demógrafo.

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Aunque parezcan descabelladas, la ultraderecha se alimenta de estas teorías. En el fallido debate de investidura de julio de 2019, Santiago Abascal desconcertó a los diputados cuando citó al escritor comunista Bertolt Brecht para criticar “el multiculturalismo” que defiende la izquierda, y que, en su opinión, “no es más que liquidar la identidad de España”. En concreto, el líder de Vox aludió a un verso del poema Solución: “¿No sería más simple en ese caso para el Gobierno disolver el pueblo y elegir otro?”. Y puede que Abascal, como intentó dar a entender, lea al dramaturgo y poeta alemán. Pero la frase que Brecht escribió con intención satírica y que Abascal usó como broche de oro de su argumento aparece casualmente en el libro El gran reemplazo, de Renaud Camus, obra de cabecera de los supremacistas europeos, explica Andreu Domingo.

Galicia, el laboratorio demográfico en España

El intento de remoralizar los comportamientos individuales, mediante la interpelación a la responsabilidad de tener hijos “tiene más de un siglo de antigüedad”, espeta Julio Pérez. Basta con leer La decadencia de Occidente (1918), de Oswald Spengler. Sin embargo, estas teorías traspasan la retórica de la ultraderecha y aparecen en políticas concretas, basadas en ideología y no en análisis rigurosos. El gran ejemplo es Galicia.

“En Galicia en 2013 se aprobó el primer Plan de dinamización demográfica”, con el objetivo de aumentar el índice de fecundidad de 1,08 hijos por mujer a 1,59 en 2020, lo que supuso, por primera vez desde la Transición “una política pública explícitamente natalista”, describe Antía Pérez Caramés. “Todo el vocabulario del plan es de corte catastrofista, con alusiones al invierno demográfico y al suicidio demográfico”, continúa Pérez Caramés, que ha estudiado a fondo el caso gallego como “laboratorio demográfico de España”.

El plan era “muy antiintelectual”, con una sola referencia académica, al francés Gérard-François Dumont, autor de El festín de Cronos: el futuro de la población en Europa, un libro donde expone el concepto de “invierno demográfico” que ha causado furor entre la ultraderecha europea. Pero antes de lanzar el plan, la Xunta hizo una encuesta a la población para ver “en qué medida consideraba que la demografía era un problema en España”. “La población gallega no se declaró muy preocupada”, recuerda la socióloga. Por eso, “la orientación del plan y las medidas económicas que llevó aparejadas fueron básicamente de propaganda”.

Vídeo promocional de la 'Tarxeta Benvida', del programa de apoyo a la natalidad de la Xunta.

Ante el fracaso de este plan —el objetivo del 1,59 no se alcanzó—, la Xunta propuso la Ley de impulso demográfico de Galicia, que con el adelanto de las elecciones no se podrá debatir en el Parlamento. En síntesis, el texto trata de disfrazar el “lirismo casposo” del plan anterior e innova en el lenguaje político con términos como “impulso demográfico”, “sostenibilidad demográfica” o “responsabilidad social demográfica”. “Lo más interesante es que propone que la demografía tiene que estar presente en todo”, hasta tal punto que “todas las leyes, decretos y planes que pasen por el Parlamento gallego tienen que contar con un informe de impacto demográfico”, analiza Pérez Caramés. “Es una ley que parte de que como no hay consenso de que la demografía es un problema, hay que crear ese problema en la opinión pública”, añade.

“La gran perversión es que se considera que las poblaciones son herramientas para la mayor gloria del Estado, lo que es un arcaísmo intolerable”, lamenta Julio Pérez. Para el investigador del CSIC, “la natalidad o la fecundidad no son unas cuestiones que el Estado pueda modificar, ya que la obligación del Estado es servir a la población”. Y concluye: “Si existe un problema de que llegado el momento de la menopausia una mujer no ha podido tener los hijos que quería, estamos ante un problema social, pero nunca un problema nacional patriótico”.

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Sobre la firma

Patricia R. Blanco
Periodista de EL PAÍS desde 2007, trabaja en la sección de Internacional. Está especializada en desinformación y en mundo árabe y musulmán. Es licenciada en Periodismo con Premio Extraordinario de Licenciatura y máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid.

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