Sumar, no dispersar
Si hiciéramos honor a nuestra etiqueta de seres racionales, el auge de particularismos tribales al que estamos asistiendo no se habría producido. Un análisis elemental nos llevaría a la obvia conclusión de que la forma de combatir los deletéreos efectos de la globalización socioeconómica sería, precisamente, una suma de esfuerzos, y no una dispersión. En un momento en el que la propia Europa sufre una progresiva pérdida de influencia y corre el riesgo de convertirse en un espectador intrascendente en el circo mundial, en su seno se produce una alianza perversa entre una masa narcotizada, unos líderes vanílocuos y una intelectualidad anacrónica para reclamar que cada territorio tenga su particular patio.
Juan Fernández Sánchez. Madrid
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