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Los tres soles de Marisol

María, Celia y Tamara, hijas de Pepa Flores, protegen férreamente su vida personal, al igual que su madre

En foto, Celia, Tamara y María, las tres hijas de Pepa Flores, recogiendo su Goya de Honor. En vídeo, repaso de la carrera de Marisol.Vídeo: ALEJANDRO RUESGA / EPV
Nacho Sánchez
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La imagen de las tres hijas de Marisol durante la gala de los Goya, celebrada en Málaga, quedará para la historia de los premios del cine español. Emocionadas y abrazadas, recibían el Goya de Honor en nombre de su madre, Pepa Flores quien, fiel a su decisión de retirarse de la vida pública prefirió no acudir a recogerlo. El momento definió a las tres. María, más acostumbrada a las cámaras, pronunció unas palabras para agradecer el premio; Celia, dedicada la música, interpretó Estando contigo, uno de los temas más conocidos de su madre; y Tamara, que siempre quiso pasar desapercibida, no subió al escenario hasta que se lo pidieron sus hermanas.

Talento, música y humildad resumieron la presencia de los tres soles de Marisol sobre el escenario. “Querida Pepita, este Goya de Honor va por ti”, afirmaba María en su intervención. “Vivimos una de las noches más emotivas de nuestra vida”, resumían más tarde en sus redes sociales.

Pepa Flores y Massimo Stecchini, por las calles de Málaga.
Pepa Flores y Massimo Stecchini, por las calles de Málaga.GTRES

Las tres mujeres son fruto de la relación que unió durante 13 años —cuatro de ellos de matrimonio— a Pepa Flores con Antonio Gades. La más conocida es María Esteve (45 años). Fue la que siguió los pasos de su madre dedicándose a la interpretación. Con el cambio de siglo participó en películas de éxito como Nada en la nevera o El otro lado de la cama, papeles que le valieron nominaciones a los Goya. Salvo alguna excepción como la serie Sabuesos, estrenada por Televisión Española en verano de 2018, su trabajo está ahora principalmente dedicado a la Fundación Antonio Gades, entidad que preside y que recibió el año pasado la Medalla de Oro 2019 de la Academia de las Artes Escénicas.

Casada en verano de 2011, mantiene una vida discreta y respeta el anonimato de su marido, al que apenas menciona ni aparece en actos públicos. Tampoco en las redes sociales donde el protagonista es Boquerón, un perro recogido de la calle que le acompaña en sus numerosas salidas al campo. “Soy animalillo de monte”, decía a sus seguidores en Instagram el pasado diciembre.

Su hermana pequeña, Celia Flores (38 años), también ha seguido el ejemplo de Marisol, esta vez en el mundo de la canción. Estudió un ciclo formativo de Técnico en Decoración, pero el gusanillo musical le picó un día que acompañó a María a una grabación con Paco Ortega. Él mismo dirigió y produjo el primer disco de Celia. “Se lo dije a mi madre. Me dijo: 'palante”, explicaba en 2006 cuando, con 24 años, lanzó su primer disco. Una década después editó el tercero, un homenaje a su progenitora titulado 20 años de Marisol a Pepa Flores. En él versionó grandes éxitos acompañada de las voces de Estrella Morente o Antonio Carmona. Ahora se siente más libre para crear, liberada de contratos con discográficas: “Con ganas de investigar, compartir, tocar mucho y hacer música”, contaba la semana pasada en Escala Sur, programa de Canal Sur de Roberto Leal.

Tras una gira por media España, Celia actúa de vez en cuando en pequeños locales, aunque una de las noches más recordadas ocurrió en 2016, cuando lo hizo en el malagueño Teatro Cervantes y su madre la acompañó para cantar Tómbola ante el asombro del público. Ahora está dando los primeros pasos del camino para el que será su cuarto trabajo. Es consciente de que su actuación en la gala de los Goya no representó su mejor día. Reconoció que le pesaron los nervios y la responsabilidad. “No era la actuación de mi vida”, explicó días después. “Era un guiño y el paso al premio. Lo importante era el premio y mi madre, no yo”, explicaba en un texto de Instagram dirigido a quienes habían lanzado “cuchillos envenenados” como críticas a su interpretación. Las imágenes que comparte en la red social muestran las que son sus tres grandes pasiones: la naturaleza, la música y su chico, el joven bailarín Miguel Martín. A su hijo, fruto de una relación anterior, lo intenta mantener al margen.

La mediana de las tres, Tamara Esteve (43 años), es la más desconocida para el gran público. Fue una decisión personal, similar a la de su madre. Nunca quiso estar frente a los focos y sí pasar lo más inadvertida posible. Madre de una niña de seis años, es desde hace una década coordinadora en Málaga de la Fundación Secretariado Gitano. Estudió Psicología en la Universidad de Málaga y, antes de trabajar para la ONG, dirigió varios talleres de empleo en municipios malagueños, así como en la barriada de Palma-Palmilla con el Ayuntamiento de Málaga. Quienes la conocen destacan que es una mujer especialmente discreta, “tanto, que algunos de sus amigos se han sorprendido al conocer que es hija de Pepa Flores”. “Es muy solvente, comprometida y es muy reconocida en su ámbito laboral por su gran profesionalidad”, subrayan quienes han trabajado con ella. “Es un encanto”, resume otra persona que dice que jamás ha hablado con ella de su madre. “Solo lo hace si preguntas directamente y con quien tiene confianza”, subraya.

Las tres hermanas hacen piña y son frecuentes las reuniones familiares. En ellas, Marisol ejerce de madre y abuela desde el anonimato que ella misma se ha ganado desde hace más de tres décadas, prácticamente los mismos que lleva con su pareja, Massimo Stecchini. Esta semana Pepa Flores cumplió 72 años con su recién estrenado Goya de Honor, premio que ha agradecido en diversas ocasiones, pero siempre a través de sus familiares. Su paso atrás parece ahora más definitivo que nunca.

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