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El gas que hace soñar a Senegal y Mauritania

En el subsuelo de la plataforma continental africana, a unos 125 kilómetros de las costas de ambos países, se esconde un preciado tesoro que, antes incluso de ser explotado, ya despierta pasiones encontradas y enormes expectativas de desarrollo. Pero el futuro, de riesgos y oportunidades, no está escrito

Vista general de Saint Louis, la ciudad más cercana a los yacimientos de gas.
Vista general de Saint Louis, la ciudad más cercana a los yacimientos de gas.Paco Puentes
José Naranjo

En el subsuelo profundo de la plataforma continental africana, a unos 125 kilómetros de las costas de Senegal y Mauritania, se esconde un preciado tesoro que, antes incluso de ver la luz, ya despierta pasiones encontradas. Una enorme bolsa de gas de 15 trillones de pies cúbicos, suficientes para 30 años de producción, comenzará a ser explotada en 2022. Este descubrimiento ha generado unas enormes expectativas de desarrollo en ambos países. En Saint Louis, la ciudad más cercana, esta ilusión viene mezclada con una gran inquietud sobre el impacto medioambiental que la extracción del gas puede tener en su principal actividad económica, la pesca. El futuro no está escrito, pero riesgos y oportunidades viajan cogidos de la mano.

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El yacimiento se llama Gran Tortuga y se encuentra repartido entre dos bloques que en la actualidad detentan tres empresas, British Petroleum (BP) a un 60%, la estadounidense Kosmos Energy (30%) y la compañía nacional senegalesa Petrosen (10%). Será BP quien asuma el grueso de la explotación del gas, que tendrá dos destinos principales: la mayor parte se va a licuar sobre el terreno y será transportado a los países compradores por barcos especializados, lo que permite llegar a mercados lejanos, y otra parte será transportada a tierra por gaseoductos y se usará para producir electricidad en Senegal y Mauritania.

Los cálculos actuales apuntan a que este gas permitirá a Senegal generar 250 megawatios, es decir, un cuarto de su producción energética actual procederá del gas, menos contaminante y más barato que el gasoil, el combustible usado mayoritariamente hoy en día. Para ello tendrá que reconvertir sus centrales o construir nuevas plantas eléctricas de gas, lo cual ya está en los planes del Gobierno. La primera fase de extracción, de unos dos o tres años, permitirá generar 2,5 millones de toneladas al año, que pasarán a 12,5 millones en las dos siguientes fases.

El gas licuado tampoco pasará por la ciudad de Saint Louis. Los ocho pozos previstos (los más profundos de África pues la bolsa se encuentra a unos 2.000 metros de profundidad a partir del fondo marino) se encuentran a 125 kilómetros de la costa. De allí el gas viajará en unas tuberías hacia la Unidad Flotante de Producción, Almacenamiento y Descarga (FPSO), un barco-plataforma que se está construyendo en China y que estará situado a unos 40 kilómetros de la costa. Allí se eliminan las impurezas del gas. Este navío tiene capacidad de procesar unos 500 millones de pies cúbicos al día.

Una vez tratado, el producto limpio se envía por tuberías a la Unidad Flotante de Licuefacción (FLNG), situada a un kilómetro del litoral y protegida de la fuerza del mar por un dique que se construirá para tal fin. Aquí el gas se convierte en líquido por un proceso de refrigeración y será el punto donde vendrán los barcos a recogerlo. “Todo se está construyendo en este momento”, aseguran fuentes de BP. En el puerto de Dakar han tenido que ganar 12 hectáreas más al mar para elaborar allí las partes del dique, mientras que en las proximidades del yacimiento comienzan este año a preparar el suelo submarino y a delimitar los espacios.

“Falta mucha información”, asegura Babacar Diop, sociólogo, vecino de Saint Louis y miembro de la plataforma Aar Linu Bokk (Proteger nuestros recursos, en wolof, la lengua nacional), “la mayoría de la gente no es consciente de la importancia de este descubrimiento y de lo que puede suponer para sus vidas. Si las instalaciones van a estar en el mar, ¿qué impacto va a tener sobre la pesca?”, se pregunta Diop. El estudio de impacto ambiental encargado por BP asegura que ninguno, salvo el hecho de que estará prohibido acercarse a 500 metros de las instalaciones. Pero Aar Linu Bokk no se fía de este informe. “¿Qué pasa con la reproducción del pescado? Si esta actividad se ve afectada, mucha gente va a sufrir”, añade.

Para generar una opinión favorable y que su presencia tenga un impacto positivo en la comunidad local, la empresa británica ha puesto en marcha un programa de inversión social en áreas como la Salud, la Educación, el Desarrollo Económico y el Medio Ambiente que afectará a todas las poblaciones de la Lengua de Berbería. “Mejoraremos el hospital de Saint Louis, los centros de salud, las escuelas. Estamos elaborando un estudio de gestión de basuras. Ya está en marcha, pero hay que tener en cuenta que vamos a estar 30 años allí, iremos por etapas. Hay gente que tiene mucha prisa”, aseguran desde BP.

Para generar una opinión favorable y que su presencia tenga un impacto positivo en la comunidad local, la empresa británica ha puesto en marcha un programa de inversión social

Diop dice que no es una cuestión de prisa. “Han repartido papeleras, camisetas, chalecos para los pescadores y balones de fútbol y han prometido una ambulancia medicalizada. ¿Qué es eso al lado de todo el beneficio que van a obtener? Queremos hospitales, colegios, que ayuden con las casas que han sido destruidas por el mar. Es nuestro gas”, asegura el representante de Aar Linu Bokk, una plataforma que ha protagonizado manifestaciones para denunciar el opaco reparto de licencias y un supuesto caso de corrupción en la venta de un contrato que afectaría al hermano del presidente senegalés, Aliou Sall.

Sin embargo, donde muchos tienen puestas sus esperanzas es en el desarrollo económico ligado a la logística. “Por supuesto, habrá oportunidades. Pero hay que pensar que estamos hablando de un sector hiperespecializado. La empresa privada senegalesa tendrá que renovarse, adaptarse, modernizarse. Un ejemplo: los trabajadores de los barcos comerán huevos pero nosotros necesitaremos una empresa que cumpla todas las normas sanitarias y que garantice un suministro constante. Otro: hay que limpiar los barcos pero aquello es una zona inflamable, hace falta una compañía con los medios y la formación adecuada. No siempre es fácil encontrar”, explican desde la compañía.

Respecto al empleo, BP se ha comprometido a la formación de 50 técnicos, 25 de cada país, para incorporarlos al proyecto. “Pero eso no es nada”, insiste Diop, “el Estado tendría que abrir escuelas para que los jóvenes de Saint Louis se puedan preparar para competir en ese mercado”. Ya se ha dado algún paso. El 23 de octubre de 2018, el presidente Macky Sall lanzó el Instituto Nacional de Petróleo y Gas de Senegal (INPG) precisamente con ese objetivo y desde 2013 cuenta con una Iniciativa para la Transparencia de las Industrias Extractivas que permite que los contratos firmados por el Estado sean de dominio público.

“¿Y si se pierden empleos en el mar y en la cadena de valor del pescado? ¿Y si se produce algún tipo de vertido? Estamos todos inquietos, no tenemos información”, remata Diop. En Saint Louis no las tienen todas consigo, el futuro dirá si todo ese gas será bueno para el país y la ciudad o si, por el contrario, los peores temores se hacen realidad.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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