La vida adulta de los hijos de Abdalá II y Rania de Jordania
Salma, hija menor de la pareja real, se convierte en la primera mujer piloto militar del país árabe, mientras que sus hermanos mayores se han graduado en EE UU
Para una familia real favorita de las revistas de papel cuché y cuyas imágenes multiplican los algoritmos de Instagram, el adecuado progreso académico y profesional de sus vástagos es buen augurio de continuidad dinástica. Y de popularidad. Los tres hijos mayores del rey Abdalá II de Jordania y de su esposa, Rania, han echado a volar para cobrar celebridad en los últimos años. Por estudiar y graduarse en Estados Unidos —el heredero del trono, Hussein, de 25 años, y la princesa Imán, de 23– o, como en el caso de su hermana menor, Salma, de 19, por haberse convertido hace un mes en la primera mujer piloto de las Fuerzas Armadas. Tan solo el benjamín de la casa real, Hashem, de 14 años, sigue aún con bajo perfil público mientras afronta la secundaria en la Academia Internacional de Amán, el colegio bilingüe árabe e inglés fundado por su madre en 2004 y en el que le precedieron todos sus hermanos.
Salma, nombre equivalente a Paz en árabe, recibió el diploma de bachillerato hace dos años en ese mismo centro de manos del primogénito hachemí. Poco después ingresó en un curso acelerado en la academia militar de Sandhurst (Reino Unido). En ese centro castrense por el que la realeza parece sentir predilección también estudiaron su padre y su hermano. Salma se graduó en su formación militar en 2019. Ahora ha completado el entrenamiento teórico y práctico preliminar como piloto de aviones en Jordania.
Su propio padre, comandante supremo de las Fuerzas Armadas, le impuso las alas de piloto sobre el uniforme de campaña en una ceremonia celebrada en enero en el palacio real de Al Husseiniya de Amán. Mientras, su hermano mayor y heredero del trono inmortalizaba el “momento histórico” en Instagram. “Brillante y trabajadora como siempre”, describió Hussein con amor fraternal el instante. “Enhorabuena por tus alas, y que sigan los éxitos y logros”. No todo ha sido estricta educación castrense. El pasado noviembre asistió como una joven jordana de las calles de Amán al concierto que ofreció el grupo Coldplay ante el palacio de los Omeyas en la histórica ciudadela de la capital, en la presentación mundial en directo de su último álbum, Everyday life.
Mientras Salma recuerda mucho a su padre, y parece más inclinada a la actividad política y militar, su hermana mayor, Imán, representa la viva imagen de su madre. Elegante y aficionada a la moda, la joven princesa se ha concentrado con discreción en sus estudios en la Universidad Georgetown, en Washington, donde también se graduó en Historia Internacional el primogénito de la familia, y cursó estudios de posgrado el rey Felipe VI de España.
Proclamado heredero a los 15 años, Hussein bin Abdalá empezó a contar con agenda propia a partir de 2015, cuando empezó a intervenir en actos públicos como una conferencia de Naciones Unidas sobre la juventud organizada en Jordania. Ahora lo mismo ejerce como anfitrión de Guillermo de Inglaterra, segundo en la línea de sucesión de Isabel II, que pilota helicópteros del Ejército o se deja fotografiar practicando deportes de aventura en los desiertos de paisaje inigualable del sur Jordania. Con 2,3 millones de seguidores en Instagram, sigue los pasos de su madre en la protección en la Red de la familia real jordana, considerada la 42ª generación que directamente desciende del profeta Mahoma.
Después de cumplir 21 años de como consorte, protagonista eterna de las primeras páginas de las revistas del corazón, Rania de Jordania reina sobre las redes sociales. Cuenta con más de 10 millones de seguidores en Twitter y unos cinco millones en Instagram. Decenas de miles más siguen sus mensajes a través de Facebook o en su canal de YouTube. Mientras los excesos que se le atribuyen en los retoques estéticos suscitan polémica sobre su figura, ella sigue promoviendo la imagen de su familia mientras consagra la mayor parte de la actividad pública a obras sociales.
Hija de la diáspora palestina, su padre era un médico originario de Cisjordania, hoy bajo ocupación israelí. Su matrimonio en 1993 con un príncipe que no estaba destinado al trono dio un vuelco cuando el rey Hussein nombró heredero a su hijo Abdalá dos semanas antes de morir. Icono de la modernidad femenina en el mundo árabe, su condición de plebeya palestina que no se cubre con el velo islámico, le ha acarreado algunas controversias con la conservadora élite beduina de Jordania. La popularidad que otorga a sus hijos al presentarlos como celebridades en las redes sociales puede ser su mejor legado, en medio de la inestabilidad que amenaza con desatar el acuerdo del siglo de la Casa Blanca para Oriente Próximo. Pero ahora los tres mayores ya parecen estar empezando a volar solos.
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