Juan Vidal, premio a la mejor colección de una semana de la moda de Madrid que acaba con un balance irregular
El galardón a la mejor modelo recae en la mítica Natalia Sobe, de 54 años, que ha participado en los desfiles de Pedro del Hierro, L’Oréal París por la visibilidad e Iberia by Teresa Helbig
Reivindicar a Barbara Cartland en la era de Tinder es casi una provocación. Pero Juan Vidal parece tener más miedo al aburrimiento que a los prejuicios. Y, por eso, ha desarrollado una colección que, con la famosa escritora de novela romántica como referente, recorre todos los tópicos de la ñoñería: el color rosa, los lazos, los corazones y los ositos de peluche. Elementos con los que compone una colección inteligente y de factura impecable. En la propuesta de Vidal no faltan los vestidos lenceros estilo boudoir y camiseros —bestsellers de su marca— pero tampoco los abrigos clásicos y anoraks acolchados. También hay lugar para piezas más espectaculares: vestidos con flechas de cupido clavadas que se mueven como estambres al caminar; y un traje de novia inspirado en el Diana de Gales (sobrina de la escritora). Porque las novelas de Cartland siempre tienen un final feliz, que, además, coincide con el de los desfiles más ortodoxos. Ambos terminan en el altar.
Quién diría que una propuesta que celebra lo cursi iba a aportar el vigor del que ha adolecido una jornada tan abúlica como la del sábado; cierre y metáfora de una semana de la moda de Madrid anémica. Por eso, entre otras razones, fue reconocida con el Premio L’Orèal a la mejor colección de esta 71 edición, mientras el galardón a la mejor modelo, dotado con 3.000 euros, recayó en la mítica Natalia Sobe, de 54 años, una de las modelos más demandadas de principios de los noventa y que en esta cita ha participado en los desfiles de Pedro del Hierro, L’Oréal París por la visibilidad e Iberia by Teresa Helbig.
Es la cuarta vez que Juan Vidal recibe este premio. Pero su colección no era lo único digno de ser aplaudido. El diseñador ha firmado un contrato con el agente comercial que ha capitaneado el desarrollo de Rocksanda y Ellery, dos de las firmas británicas más reconocidas del momento. “Ha sido bastante difícil. Ha estado observando nuestra marca durante cinco temporadas hasta decidirse a trabajar con nosotros. Y ahora iremos de su mano a vender nuestra colección a Londres y París. Esperemos que eso nos ayude a pasar al siguiente nivel de negocio”, explica Vidal.
La firma Brain & Beast empieza a ver beneficios después de diez años, según asegura su creador Ángel Vilda. Dejar la pasarela de Barcelona por la de Madrid, donde llevan desfilando un año y medio, ha supuesto un salto cualitativo en su negocio. “De repente cuentas, de repente estás en el business. Antes iba de muy puro y divino y me negaba a hacer colaboraciones, pero ahora si me piden que haga una funda de yogur, hago la más chula posible”. Hace dos años cerraron su tienda en la capital catalana —“no era deficitaria, pero al final suponía lo comido por lo servido”— y en la actualidad sus prendas no pueden comprarse en España. Aseguran tener solo distribución en Asia, donde venden sus colecciones a través de las ferias de Hong Kong y Shangai, Allí llegará su propuesta para el próximo otoño —una de las más profesionales vistas en la cita madrileña— que parte de una máxima mordaz: “Llevar la contraria por sistema”. Este leit motiv se traduce en la deconstrucción de prendas clásicas. Gabardinas y sudaderas que se convierten en faldas, piezas de encaje con cinturillas de chándal, pantalones vaqueros que mutan en otros milrayas a mitad de camino. Todo acompañado por prendas estampadas con mensajes de WhatsApp y campañas publicitarias reinterpretadas de manera irónica. Vilda explica el porqué de estas referencias: “Ante esta epidemia narcisista de Instagram en la que vivimos, creo que tenemos que dejarnos de tanta pose y hacer cosas más sencillas e inocentes”.
A estos dos adjetivos responde la colección que Duarte presentó el sábado.Un trabajo que parte, según explica su diseñador Carlos Duarte, “de un prototipo de Alfa Romeo de los años cincuenta que nunca llegó a producirse en serie pero del que se fabricaron modelos de prueba en muchos colores”. Marrones nacarados, grises antracita y azules cerúleos dan forma a prendas para hombre y mujer donde un patronaje ligeramente retro se materializa en lanas clásicas y tejidos técnicos. Merecen mención especial sus camisas al revés: donde los bolsillos del pecho son interiores y los botones de los cuellos se abrochan por dentro.
El asturiano Marcos Luengo presenta un catálogo de faldas escocesas, túnicas fluidas y vestidos con mangas abullonadas en una paleta de colores vibrantes que van amarillo al rojo. Los escotes cuadrados, las blusas transparentes y los cinturones escultóricos definen una silueta que pretende ser hiperfemenina. Igual de variopinta resulta la propuesta de Ulyses Mérida, que el propio diseñador ha bautizado, muy acertadamente, como Caos.
De la pasarela al finger
Por la pasarela de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid, que no por la de embarque, desfilaron el sábado los nuevos uniformes de la compañía Iberia diseñados por Teresa Helbig. La propuesta de la creadora catalana fue elegida hace ya dos años entre otras 30 dentro de un concurso que la aerolínea convocó para renovar el vestuario de sus más de 6.500 empleados y dar por finalizado el proceso de rebranding que comenzó en 2013.
Helbig es la primera mujer en vestir a los trabajadores de Iberia. El diseñador Pedro Rodríguez creó los primeros uniformes en 1954, y después vendrían Manuel Pertegaz, Elio Berhanyer, Alfredo Caral y por último, Adolfo Domínguez en 2005.
La diseñadora espera que sus trajes y vestidos sean “elegantes, funcionales y que perduren en el tiempo”. En azul marino, con camisas en crudo y pequeños detalles en amarillo y rojo, están combinados por primera vez con zapatillas deportivas además de con zapatos de tacón.
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