Teresa Helbig y Dominnico, dos formas de entender la alfombra roja
La quinta jornada de la semana de la moda de Madrid gira en torno a los vestidos de fiesta y sus distintas reinterpretaciones
Cuando Lady Gaga apareció con un vestido rosa de Dominnico a principios de 2018, no solo dio a conocer el trabajo de este alicantino de 23 años a sus 27 millones de seguidores en Instagram, sino que puso su nombre en el radar de estilistas de actrices y cantantes de todo el mundo. Después vestiría a Rita Ora y a Rosalía, que utiliza varios de sus diseños en la gira El Mal Querer. Para ella precisamente parece estar pensada la contundente colección cañí-trash con la que este viernes ha debutado en la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid.
De la repercusión mediática y comercial que conlleva vestir a una celebrity sabe mucho Teresa Helbig. No solo es una de las reinas de la alfombra roja española, sino que tiene cada vez más presencia en las estadounidenses. Halle Berry, Saoirse Ronan, Emily Blunt o Zendaya han lucido sus vestidos elaborados artesanalmente en su atelier de Barcelona. Animada por este éxito, la creadora decidió presentar su trabajo el pasado noviembre en Los Ángeles y, gracias a ese esfuerzo, ya tiene punto de venta en la ciudad, además de un showroom a través del que cede sus diseños a celebrities. “Fue una inversión y un trabajo enormes para una empresa tan pequeña como la nuestra —tiene 15 empleados— pero al final, mereció la pena”, asegura Helbig. Como ella misma reconoce, cuando una marca no tiene el presupuesto para publicidad de un gran grupo de lujo, la forma más eficiente de llegar a una audiencia global es a través de una estrella internacional.
En la colección que ha mostrado este viernes había, por supuesto, mucho material para la alfombra roja. Junto a las ya clásicas piezas de tul bordadas con cintas de terciopelo —bestsellers de la casa— destacaban los vestidos de volantes en gasa de seda, las toreras de cuero con manga pagoda y un increíble abrigo largo rematado en plumas de marabú. “La colección se llama 1840 porque hace referencia a la época en la que empezó el comercio de opio entre Inglaterra y China, lo que nos permite jugar y mezclar estas dos culturas tan refinadas”, explica la creadora. Como viene siendo costumbre en sus desfiles, Helbig utiliza una pieza en concreto para reivindicar el músculo y la riqueza artesanal de su taller. En este caso, un vestido corto de tablas que lleva 3.500 espejos minúsculos bordados a mano.
El joven Domingo Rodríguez, fundador de Dominnico, también exhibe su buen hacer con la aguja en una propuesta que quiere “actualizar los códigos de la marca España”. Y aunque no debería ser noticia que una colección tenga una factura perfecta, aún resulta reseñable; lo que habla por sí solo del nivel de la pasarela madrileña. En su empeño por trasgredir los iconos cañís, el alicantino traslada los mantones de manila de Artesanía Nava a botas de plataforma-andamio, cazadoras bomber y pantalones hiperajusados. Y juega al trampantojo con las hombreras de sus chupas de cuero, que son, en realidad, riñoneras desmontables.
Mención aparte merecen los vestidos y anoraks elaborados con un tejido holográfico producido por Gratacós, la empresa catalana especializada en telas de alta costura, que surte, entre otros, a Hermès o Maison Margiella. Dominnico demuestra así empuje y ambición, la misma que le lleva a embarcarse en la confección de unos sombreros de plástico y flecos que no están a la altura del resto de su propuesta. “Trabajar para Rosalía, una mujer con curvas y que debe bailar mucho y bien sobre el escenario, me ha permitido mejorar mi patronaje y me ha enseñado a dar movimiento a mi ropa. Y eso me ha llevado a artistas que no tienen un cuerpo normativo como la rapera Lizzo”, explica.
A Ana Locking vestir a Maluma en el videoclip de Medellín —la canción que el colombiano interpretaba con Madonna— le trajo, además de búsquedas en Google, el encargo de varios diseños para el cuerpo de baile que acompaña a la cantante en su última gira. Locking también es una veterana en este negocio de vestir a famosos: el último, Asier Etxeandia en la alfombra roja de los premios Goya. “Lo que más impacto tiene es cuando alguien conocido por su trabajo en televisión, como Marta Hazas, lleva una pieza tuya. Después, vienen los actores que hacen cine y finalmente, los de teatro”, argumenta. La diseñadora asegura que, más importante que colaborar con una celebrity, es no hacerlo con “alguien que no entiende tu filosofía o no encaja con tu imagen”. La que proyecta su nueva colección habla de una “sofisticación de la cultura juvenil”. En ella destaca el rico juego de texturas que contrapone materiales clásicos como el jacquard con otros de nuevo cuño, como las organzas tecnológicas con imprimación de lúrex que componen sus vestidos, o el punto de hilo de cobre de bodies y monos.
The 2nd Skin Co. tienen también un largo historial de celebrities a sus espaldas. De Jennifer López a Jessica Biel pasando por la reina Letizia, que lució uno de sus tops palabra de honor con plumas en los Premios Princesa de Asturias. Su estilo atemporal se declina de cara al próximo invierno en una paleta de colores otoñales y con especial énfasis en la pedrería bordada y los plisados realizados a mano.
Dónde queda el hombre
Lanzar una colección de hombre —aunque sea cápsula— como ha hecho la firma Ángel Schlesser supone un movimiento audaz. Porque, una tras otra, todas las marcas que se habían atrevido a experimentar con este mercado han terminado abandonándolo para centrarse en el vestido de ceremonia, el negocio que da de comer a la mayoría y el gran reclamo de la semana de la moda madrileña si los diseñadores dejasen de negar la evidencia: España es un país de maestros de la costura para invitadas. Mientras eso sucede, el hombre queda casi exclusivamente en manos de las marcas especializadas: García Madrid, Man’s Concept, Duarte. Aunque siempre hay valientes como Ana Locking, Custo y ahora Schlesser que se atreven a cambiar de armario. Daniel Rabaneda, director creativo desde hace dos años de esta última casa, quiere homenajear así el origen de la firma que nació en 1983 con una marca de moda masculina.
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