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El día que toda España miró por fin a Teruel

Teruel existe para elevarse no solo a emblema de la llamada España vaciada, sino también para nutrir un movimiento ciudadano que ha evolucionado a fuerza política. Lo lidera Tomás Guitarte

El líder de Teruel Existe ha descubierto España mientras hacía descubrir su provincia al resto del país.
El líder de Teruel Existe ha descubierto España mientras hacía descubrir su provincia al resto del país.Ilustración: Maria Picassó

Los que se tragaron uno de esos antológicos atascos de los duros años del desarrollismo saben a la perfección que, en ocasiones, una identidad (o una autoestima grupal) puede caber en el conciso espacio de la pegatina que decoraba la trasera del coche que uno tenía delante: “Cuenca es única”. Lo que puede resultar más sorprendente es que, en un espacio aún más conciso, se intente ceñir un problema metafísico de no poco calado: “Teruel existe”. Afirmación esta última sobre cuya certeza jamás podrá dudar quien haya digerido un buen ternasco de la región o haya sucumbido al embrujo de las sollapas.

Teruel, en efecto, existe y en una escala que desborda los concisos contornos de su Torico para elevarse no solo a emblema de la llamada España vaciada, sino también para nutrir un movimiento ciudadano que ha evolucionado a fuerza política (sin ideología, si es que eso es posible), convirtiéndose finalmente en pieza clave de una investidura por los pelos sustentada sobre heterogéneas generosidades que han hecho de tripas corazón. Arquitecto con el sueño utópico de desviar el AVE para romper con una dinámica demográfica alarmantemente sustractiva, Tomás Guitarte se ha convertido en la cabeza visible del primer partido político que ha nacido enfrentándose a la dialéctica entre el Ser y la Nada.

El diputado de Teruel Existe, Tomás Guitarte, se dispone a tomar la palabra en el Congreso el pasado enero ante los aplausos de los miembros del PSOE e Unidas Podemos.
El diputado de Teruel Existe, Tomás Guitarte, se dispone a tomar la palabra en el Congreso el pasado enero ante los aplausos de los miembros del PSOE e Unidas Podemos.Foto: Getty

Su sentido común y su actitud de llamar al pan, pan y al vino, vino podrían emparentarle con la nobleza enraizada de ese señor Cayo que Miguel Delibes concibió el mismo año en que se juraba una Constitución que por entonces permitía fantasear con los disputados votos de una vida rural que la democracia dejaría en barbecho más allá de lo prudente.

Son otros tiempos y Guitarte se ha acabado convirtiendo casi en personaje, a su pesar, de western de Howard Hawks: amenazado, escoltado y protegido durante una larga noche de incertidumbre con el fin de evitar que matones de privatización y/o aguilucho corrompiesen lo que nadie puede negar, su condición de hombre de palabra.

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