La transformación de Renée Zellweger 17 años después
La actriz, reciente ganadora de un Globo de Oro, ha logrado aceptar el paso del tiempo y el peso de la fama tras un periodo en el que necesitó apartarse de la industria del cine
A Hollywood le encantan los retornos y el de la protagonista de Renée Zellweger es el más sonado de la temporada. "Diecisiete años después no tenéis mala pinta" dijo la actriz el domingo por la noche recordando su premio por Cold Mountain. El premio le ha llegado gracias a su papel en Judy donde da vida a la estrella Judy Garland en uno de los momentos más complicados de su vida, cuando tuvo que viajar a Londres para ofrecer una serie de conciertos, arruinada, lejos de sus hijos y con un profundo problema de alcoholismo y adicción a las drogas.
Recién cumplidos los 50 años, Zellweger ofreció un inspirador discurso al recoger el galardón tras una época de ausencia en parte por el olvido de Hollywood, por una campaña de los tabloides contra ella y también por decisión propia. “El final no es lo que cuenta. Es el camino, lo que cuenta, y el trabajo”, proclamó con su premio en la mano.
En 2010, después de haber trabajado casi sin interrupción durante toda su carrera, Zellweger se apartó de Hollywood durante un paréntesis que duró seis años, hasta que reapareció en la secuela El bebé de Bridget Jones. “Me mentía a mí misma, y no sé por qué”, confesó el pasado diciembre en una entrevista con EL PAÍS. “No veía el lado agotador de aquello, y llegó un momento en el que paré y me di cuenta de que tenía que cuidarme”.
No se arrepiente de haber aceptado varios grandes proyectos al año, pero el tiempo que pasó retirada la ayudó a establecer un orden de prioridades.
“En lugar de pensar que ojalá pudiese preparar una fiesta como las que se preparan para alguien especial, tuve que decirme a mí misma que era yo la que iba a ir a la fiesta. Y no me sentí como si el derecho a tomar esa decisión fuese un privilegio de esta profesión”, explica Zellweger.
Uno de los mayores motivos por los que se alejó un tiempo de las cámaras, "los rodajes, las giras promocionales, los vestidos y los tacones" fue el cansancio. Pero también sus ganas de tener nuevas experiencias: "Necesitaba probar otras cosas, cosas que no cuadraban con el horario con el que trabajaba desde hacía mucho tiempo". Pero dar ese paso decisivo no fue sencillo: "Nunca es un buen momento para alejarse de increíbles oportunidades creativas, pero necesitaba crecer y desafiarme a mí misma de una manera diferente".
La intérprete consideraba entonces que no estaba teniendo demasiadas relaciones profundas con las personas y sus experiencias vitales eran escasas, lo que le impedía empatizar lo suficiente para ser "una buena narradora de historias". "Estoy segura de que hay actores que tienen habilidad para imaginar y no les importa, pero yo lo encuentro más gratificante cuando lo aprovecho desde un punto diferente", asegura la actriz sobre sus métodos de trabajo y, riéndose, bromea: "Necesitaba ser ignorada".
Lejos de Hollywood, la actriz pasó mucho tiempo con su familia, estudió y trabajó para organizaciones benéficas. "Hace mucho tiempo que quería dedicarme a asociaciones que luchan por la defensa y protección de las mujeres en todo el mundo. Por eso pasé un tiempo en Liberia desarrollando un programa escolar para mujeres jóvenes".
También le gusta mucho correr. "Me di cuenta de que esta actividad física me permitió eliminar mi estrés, mi fatiga y mis ansiedades", ha explicado.
Sobre su vida personal asegura que ser famosa no ha tenido un impacto negativo en su vida amorosa. "Creo que cada relación está influenciada por el trabajo y la vida en general. Es algo que es bastante humano. Sin embargo, está claro que es mejor en una relación alejarse de este entorno que puede ser muy tóxico".
La actriz también ha llevado mal el paso del tiempo. En 2014 reapareció con un rostro totalmente diferente y fue objeto de grandes críticas. En una carta abierta en Huffington Post, titulada "Lo podemos hacer mejor" la estrella de Hollywood criticó a los medios por convertir en noticia sus elecciones respecto a su físico y lamentó que la sociedad hablara tanto acerca del cuerpo de las mujeres. “No es que le importe a nadie, pero decidí cambiar mi cara y operarme los ojos. Este hecho no es relevante para nadie, pero que la mera posibilidad fuera discutida por los periodistas serios y se convirtiera en tema de conversación generalizada es una desconcertante ilustración de la confusión entre noticias/entretenimiento y la fijación social por lo físico”.
Diecisiete años después de Cold Mountain, Renée Zellweger parece haberse aceptado y ha regresado con fuerza.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.