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Cristina Pedroche: una década de un éxito transparente y polémico

En enero de 2010 la presentadora arrancaba su carrera en 'Sé lo que hicistéis...' y ahora triunfa gracias a sus programas en televisión, las Campanadas de Nochevieja, su relación con Dabiz Muñoz y sus millonarias inversiones

Cristina Pedroche, en diciembre de 2019
Cristina Pedroche, en diciembre de 2019CORDON PRESS
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Solo tiene 31 años y es, por derecho propio y desde hace un lustro, la estrella de la temporada de Navidad de la televisión. Cristina Pedroche, madrileña, una chica normal, sin egos de estrella ni pelos en la lengua, se ha convertido en el rostro más perseguido de la pantalla. Pero lo suyo no es flor de un día. Pedroche ha sabido construir una fama que se mantiene durante todo el año y que alcanza su cumbre estos días, pero que ella sabe bien cómo gestionar.

Vallecana de nacimiento y convicción, la joven ha sabido cómo labrarse el éxito paso a paso, aunque no le ha faltado la ayuda de la suerte. Ni ella misma pensaba lograr lo que ha conseguido; estudió (y se licenció, como ella misma ha mostrado en su cuenta de Instagram) tanto Turismo como Dirección de Empresas en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, pero siempre le tiró la tele, aunque casualmente al final ha acabado poniendo en prácticas esas dos carreras. 

Apenas tenía 21 años cuando la vida le dio la oportunidad que ansiaba. Después de pasar por anuncios, de hacer cameos en series como Yo soy BeaSin tetas no hay paraíso o de trabajar como azafata en el programa La vuelta al mundo en directo, de Antena 3 y presentado por Óscar Martínez, el éxito llegó de pronto y sin avisar. A finales de 2009, Pilar Rubio decidía abandonar sus tareas como reportera en Sé lo que hicisteis…, el programa que Patricia Conde y Ángel Martín presentaban en LaSexta. Y su sustituta fue una desconocida Cristina Pedroche. En enero de 2010 se anunciaba su incorporación después de un complejo casting por el que pasaron 700 candidatas. "El objetivo de la nueva reportera será tardar menos de tres años en conseguir que la fichen en Telecinco", decía con sorna entonces Ángel Martín. 

Se equivocaba. Una década después, Pedroche sigue unida a LaSexta y a su ahora matriz, Atresmedia, y se ha convertido en uno de sus rostros imprescindibles y blindados. Y siempre con buenas palabras sobre todos sus proyectos, fueran formatos más o menos novedosos, más o menos triunfadores. Colabora en éxitos diarios de la casa como Zapeando o El Hormiguero y ha presentado programas como Dentro de Pekín Express, su primera gran oportunidad en solitario, que llegó en 2015. "Empecé con miedo, sabiendo que voy a tener muchos ojos mirándome. Pero me lo han puesto fácil; me sentí muy arropada. Es un registro distinto, más serio; no soy la que busca el chiste fácil, sino que soy la directora de carrera y me tienen que hacer caso", contaba a este diario entonces.

Es esa total transparencia la que genera amores y odios. Dos millones de seguidores la contemplan en Instagram, una red que usa sin cortapisas y en la que muestra desde esos títulos universitarios hasta su pasión por el deporte (Rayo Vallecano incluido), su lucha contra los estereotipos o su pasión por su marido, el cocinero David —o Dabiz, como se hace llamar— Muñoz. Fue allí donde también habló de una de las presiones por las que más le preguntan, la maternidad. "No creo que vaya a sentirme más completa por tener un bebé", decía en julio de 2018.

La total exposición y esa relación de tira y afloja (que ella conoce y sabe explotar al dedillo) es lo que llevan convirtiéndola desde hace cinco años en todo un acontecimiento. Fue en sus primeras campanadas, en LaSexta en 2014, cuando apareció con un vestido negro de transparencias que causó sensación. "Yo sabía que se iba a montar y que la gente iba a decir cosas del vestido de Nochevieja, pero no sabía que iba a ser tanto", explicaba a finales de enero de 2015 a este periódico.

Se dejó llevar por la alegría y no por los insultos y las bajezas. "Lo único que me preocupa es que haya niñas que se vean reflejadas en mi y que digan: ‘Joder, si la Pedroche está gorda yo tengo que estar más delgada’. Yo soy fuerte de mente, soy muy feliz con mi cuerpo y estoy muy orgullosa de él", decía entonces, un discurso que sigue manteniendo con el feminismo y la ecología como pilares. Las críticas han ido en ascenso y hace dos años se llegó a replantear lo de volver en Nochevieja. Quizá era demasiado: la presión, las críticas, el escrutinio. "Es pronto para hablar de eso. Pero hay que estudiar y valorar si la cadena quiere y si me compensa todo el sufrimiento, todas las críticas que recibo. Si me compensa el volverme loca como me estoy volviendo". Pero nada la hizo rendirse. Y ahí ha seguido. 

Cristina Pedroche, en la inauguración de su estatua en el Museo de Cera en diciembre de 2019.
Cristina Pedroche, en la inauguración de su estatua en el Museo de Cera en diciembre de 2019.Oscar Gonzalez (CORDON PRESS)

También la cocina es ahora su pasión, gracias a su unión personal con Dabiz Muñoz, pero también profesional. Ella ha puesto su dinero en los negocios de él, aunque los fogones ni los toca. "He asomado la patita. Somos socios en todo, y todo es de los dos. Somos un equipo porque la base de todo es que haya amor, respeto y admiración. Dabiz ha necesitado inversión para el local de Londres, y no iba a ir a buscar dinero fuera cuando lo tenía en casa. De esta manera, las ganancias también se quedan aquí. Así tampoco hay que pelearse con inversores", explicaba en una entrevista con Cinco Días el pasado agosto.

La cocina y la televisión la han puesto en el punto de mira, pero Pedroche no es una influencer. No se dedica a gestionar firmas, ni a vender su imagen en Instagram. "Si trabajo con una marca es porque me la creo y me implico muchísimo con todo, y yo te lo cuento desde mi verdad", explicaba en esa misma charla con Cinco Días. Eso sí: se la rifan, le mandan regalos, la colman de atenciones. Pero su naturalidad absoluta sigue haciendo que, pese a todo, siga pareciendo esa chica de barrio de siempre "Lo más caro que me han regalado creo que fue un bolso de Bvlgari", contaba a ICON hace unos meses.  "Me regalaron una caja supergrande y yo pensando que eran bombones. [...] Pues cuando me llegó esta caja de Bvlgari ni la abrí, porque al principio pensé que era un pañuelo, yo qué sé, un detalle. ¡Ay, cuando lo abrí! ¡Era un bolso, me había tocado la lotería!". Una lotería, más allá de bolsos caros, que dura ya una década. 

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