_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Prensa es democracia, Sr. Presidente

Comparecer ante los medios no es una expresión del poder, sino todo lo contrario, una expresión de los límites del poder

Teodoro León Gross
Pedro Sánchez en una rueda de prensa en el Palacio de la Moncloa.
Pedro Sánchez en una rueda de prensa en el Palacio de la Moncloa. JAIME VILLANUEVA

Entre los buenos propósitos para el año nuevo, según la costumbre por estas fechas, el presidente podría considerar, incluso debería considerar, su disposición ante las ruedas de prensa. No es un asunto menor, y más si va a ser investido. Ayer mismo Sánchez se evitó la ya tradicional comparecencia al terminar el año haciendo balance tras el último Consejo de Ministros. Se ha hecho así desde el segundo año de Zapatero en La Moncloa, salvo en 2011, ya que Rajoy difícilmente podía hacer balance habiendo tomado posesión el 21 de diciembre. Sánchez, después de que las asociaciones de la prensa le hayan afeado su última comparecencia limitada a dos preguntas, parece replicar con despecho o con soberbia. En 2017, cuando aspiraba a recuperar el liderazgo del PSOE, estuvo más de ocho meses evitando responder sobre cualquier cosa que él no tuviera estratégicamente decidido decir; pero ahora es el presidente, en funciones pero presidente. Aunque le incomode hablar en plena negociación, es su deber.

Más información
Los periodistas critican a Pedro Sánchez por limitar las preguntas en las ruedas de prensa
Sánchez no ofrece la tradicional rueda de prensa de final de año

A ningún presidente le resulta grato; no está concebido como ritual confortable. La vieja Helen Thomas, aquella legendaria corresponsal de la Casa Blanca casi nonagenaria con sitio fijo en primera fila y la primera pregunta reservada, que estuvo allí más de medio siglo entre Kennedy y Obama, asumía que va con el cargo de presidente despotricar de la prensa, y que todos lo hacían sin excepción. Nadie espera que les gusten las ruedas de prensa; basta con que asuman que es lo correcto. Puedes elegir quién te entreviste, y quién no, como acaba de hacer Boris Johnson en campaña; pero no ir a una rueda de prensa a la carta. Entrar en la lógica de Trump —sobre quien días atrás escribía el Consejo Editorial de The New York Times por el efecto contagio de ese presidente que ha hablado 600 veces de “noticias falsas” en su Twitter alimentando el descrédito— no es precisamente muy honroso. Y las excusas de Moncloa se han deslizado por esa lógica.

Parte de la responsabilidad —convendría aceptar con autocrítica— es de la prensa. Desde aquello de “sin preguntas no hay cobertura” se ha hecho demasiada cobertura sin preguntas. Asistir a ruedas de prensa debería incluir esa condición; y, si esta no se cumple, reclamar simplemente el vídeo o el texto sin ir allí a hacer de extras para completar el atrezzo de la puesta en escena. Una rueda de prensa sin preguntas es eso. Rajoy fijó un estereotipo chusco al protagonizar aquel momento de gloria con el plasma, también saltándose algún reparto de preguntas para contestar al medio más afín llevando incluso la respuesta impresa, pero Sánchez igualmente suspende. Ser un gobernante progresista no es una etiqueta sino una actitud. Por demás, no se trata de ser siquiera un buen progresista, sino simplemente un buen demócrata. Y es básico aceptar que la rueda de prensa no es una expresión del poder, sino todo lo contrario, una expresión de los límites del poder.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Teodoro León Gross
Málaga, 1966. Columnista en El País desde 2017, también Joly, antes El Mundo y Vocento; comentarista en Cadena SER; director de Mesa de Análisis en Canal Sur. Profesor Titular de Comunicación (UMA), licenciado en Filología, doctor en Periodismo. Libros como El artículo de opinión o El periodismo débil... Investigador en el sistema de medios.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_